La salvación de Alexei [serie Ice Daggers 3]

Capítulo 1

 

Nueva jaula ¿Nuevo carcelero?

 

Había tenido muy pocas cosas buenas durante los últimos cuatro años. Su vida siempre estuvo cruzada por malos tiempos, y eso significó dolor, emocional, físico, psicológico... Pensó que había escapado de eso cuando estaba encaminando su vida fuera del refugio, pero se confió demasiado.

O tal vez, ella se había visto como una presa.

Y en el fondo, quizá así era como se veía a sí misma, una presa rodeada por depredadores. Había aprendido a ser una buena niña y luego una buena chica para evitar ser atrapada, pero nada de eso le sirvió.

Al final, solo era débil.

Aunque nunca dejó de luchar, se rindió con la gente del laboratorio y se abandonó a sí misma, construyendo un capullo seguro en su mente donde podía imaginar mil cosas mejores que la amarga y dolorosa realidad de su existencia.

Los últimos cuatro años se redujo a ser un objeto de experimentos.

Pero ahora, se sentía como si todo hubiera vuelto a conectarse. Estaba fuera de la jaula, lejos de los investigadores y sus agujas, lejos de los químicos y las drogas...

Lejos... Pero, no sabia exactamente donde estaba ahora. Pero este sitio, este baño, era lo mejor que había tenido en cuatro largos años.

El agua corría por su cuerpo, hirviendo, necesitaba con desesperación quitarse el hedor de aquella sustancia con la que drogaron tantas veces su mente, la suciedad de su cuerpo, desenredar los nudos en su cabello.

Era la primera vez en dos años que podía bañarse en un lugar cerrado, la emoción por poder hacerlo había alejado el miedo por unos instantes, lo primero que había visto al despertar en una habitación grande era el baño, no dudó ni un momento y corrió a meterse bajo la ducha, no sabía cuánto tiempo estaba ahí.  El jabón olía delicioso, igual que el Shampoo y la crema para peinar, como a chocolate, coco y galletas, le daba hambre con solo respirar ese aroma.

Pero lo bueno duró poco tiempo, su cuerpo entró en alerta cuando sintió que no estaba sola

—¿Ashley? —escuchó decir detrás de la puerta, era una voz profunda y masculina—. Te dejaré algo de ropa junto con las toallas ¿Está bien?

Ella no habló, casi había olvidado como hacerlo, era como si sus cuerdas vocales estuvieran oxidadas, el miedo se apoderó de su ser, haciéndole retroceder hasta toparse contra la pared fría. No estaba sola, las imágenes cayeron en su mente y recordó haber sido liberada por un hombre.

Su mente estaba en medio de una neblina espesa, el rostro del desconocido fuera de su alcance.

—Supongo que eso es un sí.

El hombre de la voz suave y profunda entró al baño, ella estaba cubierta solo por la puerta corrediza gris, que difuminaba su figura, a pesar de eso no pudo evitar cubrirse. Tembló mientras lo veía a través del material protector, era grande, alto y fuerte, alguien así podía hacer mucho daño.

En cambio ella estaba tan débil y hambrienta que el golpe más ligero la tiraría al piso sin problemas.

El hombre dejó unas toallas y la ropa encima del lavabo.

—Me voy, si necesitas cualquier cosa, sólo llámame.

Vio como su figura salía y cerraba la puerta, exhaló el aire de sus pulmones cuando se encontró sola nuevamente. Volvió a echar un vistazo al baño pero no encontró otra salida más allá de la puerta, no había ventana.

Se mordió el labio, ¿qué hubiera hecho si encontrara otra salida? Ni siquiera sabía si estaba en una casa, un edificio o un nuevo tipo de celda. Estaba sola y con un desconocido cerca.

Antes de que el miedo le tentara a volver al refugio seguro dentro de su mente, Ahsley cerró el grifo de la ducha y salió, se cubrió con una toalla azul oscuro y secó su arruinado cabello con la toalla negra. Se miró al espejo empotrado en la pared, se veía terrible, aunque había olvidado como era antes de que todo esto pasara, la mujer que veía en ese espejo era espantosa.

Tenía grandes ojeras, los huesos se le marcaban por todo el cuerpo, tenía cicatrices de agujas y quemaduras que todavía no sanaban por completo, su cabello aún lucía como un desastre, pero ya no olía. Ella se dio cuenta que ya no olía como el laboratorio, sonrió levemente por ello.

Se fijó en la ropa que él le había dejado y la observó con desconfianza, un pantalón deportivo negro, zapatillas de piso azules, medias, un conjunto de ropa interior del mismo color y una musculosa gris. Revisó prenda por prenda para buscar algún tipo de dispositivo de rastreo o electrochoques, pero la ropa se veía normal, intacta y con un olor dulce que decía que estaba recién lavada y secada.

Cuando acabó de vestirse volvió a mirarse en el espejo, seguía viéndose terrible, pero menos sucia.

¿Ahora qué? Se preguntó, ¿debía salir o quedarse en este pequeño baño seguro? Mientras más consideraba esa última idea más aterradora le parecía, podría hacer enojar al hombre, y él vendría por ella para sacarla arrastrando su frágil cuerpo lleno de piel y huesos.

Si iba a ser libre de una vez debía ser mucho más inteligente, primero averiguar donde estaba y quien era aquel sujeto, qué quería de ella.

Con mucho cuidado salió del baño tomando una larga respiración para darse fuerzas, la habitación del otro lado era grande y muy luminosa, en el lado izquierdo pegada a la pared había una cama enorme con sábanas blancas de bordes rojo oscuro con varios almohadones negros, a ambos lados de esta se situaban dos mesitas de noche con dos lámparas. A varios metros frente a su posición había un ventanal con cortinas blancas, mientras que, en el lado derecho había una pantalla de televisión con un armario blanco a cada lado.

El cambio de espacio era tan abrupto para sus sentidos, que ella dudaba que fuese real, temía dar un solo paso por miedo a caer y despertar de nuevo en esa jaula. La calidez del ambiente y los olores... Se sentía como un hogar.

Esto es real, estoy fuera" se dijo a si misma mientras avanzaba lentamente hacia la cama, sus ojos ardieron, ella no había dormido en una verdadera cama desde que la capturaron. El tamaño del colchón ni siquiera disminuyó cuando se sentó, debía estar muy delgada, expandió sus manos sobre la superficie, la suavidad de aquel material la maravilló por completo, se imaginó debajo de las mantas, cálida y suave, protegida, por primera vez siendo capaz de dormir sin temer el ataque de alguien.




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