Nombramientos
Ashley despertó tarde, varios días después del encuentro con los lobos. Tan sólo recordarlo le daba pavor, y una inusual sensación de excitación por la manera en que Alexei había reaccionado.
Las contradicciones nunca le abandonarían.
Despejó su mente de esos pensamientos y luego de alistarse salió a la sala de estar.
Un olor dulce le hizo olvidarse del todo y el hambre le hizo avanzar con timidez hacia la cocina, un suave tarareo le indicó que estaba ocupada, la puerta apenas estaba abierta y con la luz encendida.
Por ese pequeño espacio pudo ver unas manos que con cuidado presionaban una manga con relleno de chocolate en una bandeja para galletas.
—¿Ya despertaste? —Alexei habló desde la cocina.
Por un momento ella quedó sorprendida al quedar descubierta, pero luego razonó. El hombre era un cambiante, al igual que ella aunque tuviese sus instintos, habilidades y animal adormecidos, Alexei podía saber cuándo y dónde ella daba cada paso por su casa sin siquiera usar su vista.
—¿Sigues ahí?
—Si —respondió, abrazándose a sí misma para sacarse el escalofrío que le había provocado oír esa voz suave.
Su piel se erizó. Al parecer había perdido el control de su cuerpo.
—El desayuno ya está listo.
Como cada mañana, el leopardo le dejaba una nota en su mesa de noche dándole la opción de comer con él o comer en la habitación. Los primeros tres días desde que la trajo a la cabaña, ella había preferido comer sola porque estaba demasiado asustada de las emociones que estar le provocaba estar cerca de Alexei.
Pero luego de que aparecieron los lobos, ella confirmó que estaba segura con él y su clan, al menos en parte.
Ashley avanzó hasta el comedor y tomó asiento, bien lejos de él, Alexei siguió sus movimientos y le sonrió, con esa sonrisa que le provocaba un calor extraño en su estómago. Él lleno su taza con café y extendió sobre la mesa un mantel que cubría galletas con chispas de chocolate. Emanaban una débil capa de vapor, se veían caseras.
Y por supuesto que lo eran, a Alexei le encantaba cocinar.
—Come, hice suficientes para todo el clan, probablemente el olor les ha avisado.
Ashley probó una galleta, el sabor dulce contrastaba con el sabor semi amargo del chocolate, era la galleta más deliciosa que había probado. Y la había hecho Alexei.
—¡Galletas! —exclamó una masculina voz a lo lejos.
Ashley miró a Alexei.
—Te lo dije.
Limpiando sus labios con una servilleta el hombre se levantó y salió del comedor, el corazón de Ashley empezó a acelerar sus latidos cuando él regresó con alguien más.
Contuvo su miedo, estaba decidida a mostrarse fuerte.
—Él es Liam —Alexei le presentó al hombre alto y de expresión seria que le seguía los pasos—. Lugarteniente del clan.
Liam apenas le dio una tosca inclinación de cabeza, el tipo le daba miedo con solo su presencia, estuvo aliviada cuando desvió su mirada verde a la bandeja con galletas.
Liam estiró una mano para tomar una pero Alexei lo golpeó con la cuchara de su taza antes de que pudiera tocar una galleta.
—¡Oye! —Liam se quejó.
—Están calientes —replicó Alexei.
—Ashley está comiendo una.
Liam le apuntó justo cuando estaba terminando su galleta, a pesar de que debería haberse puesto a temblar, la situación le pareció divertida.
—Para ella tengo una bandeja de galletas frías.
—¿Y para mí?
—Tú debes esperar, anda, toma asiento mientras te preparo un café.
Cuando Alexei la dejó sola con el lugarteniente de su clan, Ashley se centró en mirar la mesa, tomar su café lo más rápido posible y no mirar a Liam.
Pero no podía evitar ponerse nerviosa, con la pinta y la expresión que tenía, Liam podía intimidar a cualquiera. Le hacía mérito a lugar que tenía en la jerarquía del clan.
—Deja de temblar —Liam rompió el incómodo silencio.
—No estoy temblando —ella se defendió—. Tengo frío.
—No me digas... Estás mintiendo, puedo adivinar que estás pensando que voy a comerte.
Liam se volvió contra ella y la miró a los ojos, su estómago se apretó y ella deseó que Alexei regresara con el maldito café.
—Eres un desconocido —murmuró—. Es normal que desconfíe de ti.
—Buen punto —Liam asintió y sus ojos verdes brillaron—. Tomaré un par de éstas y tú no dirás nada ¿de acuerdo?
Ashley asintió nerviosamente mientras Liam escondía un par de galletas en sus bolsillos.
—Aquí tienes —Alexei apareció de la cocina— ¿has detectado movimiento inusual?
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Editado: 31.10.2020