El verdugo

Tenía un par de cosas que hacer antes de reunirse con Michael, aunque nada quería más que reunirse con el leopardo para obtener toda la información que necesitaba con ansia, necesitaba salvar a Ashley.
Pero antes, tenía que ir al taller mecánico en Lake Saint Jerome, antes de subirse a su motocicleta se había asegurado de que ella estuviese segura, sus compañeros de clan vigilarían los alrededores sin que ella se enterara.
— ¡Alexei!
La sonora voz de Gael resonó por todo el taller, el tipo regordete era un excelente mecánico que dirigía el negocio junto a él, Gael también era un humano alegre y confiable.
— ¿Cómo va el negocio?
— ¡Qué cara de pocos amigos tienes! —Exclamó en una burla que al gato no le gustó para nada—. Las cosas están tranquilas, estamos terminando de arreglar los últimos encargos, esta mañana llegaron las piezas para el Chevelle y el Mercedes, además de que tenemos otros dos encargos de refacción.
—Entonces no hay nada muy urgente...
—Amigo, es obvio que no quieres estar aquí, vete.
—Gael...
—Vete Alex yo me encargo de todo.
Agradecido, le dio un abrazo a su socio y abandonó el taller para regresar al territorio a cumplir con su turno de vigilancia, eran un par de horas custodiando el límite sur próximo a la zona despejada que marcaba el inicio de la ciudad.
El tiempo en soledad no aplacaban sus nervios, y la distancia sólo le hacía sentir más necesitado, nunca pensó que encontrar a su compañera pudiese traer emociones y sentimientos tan fuertes y difíciles de llevar.
Antes de que ella llegase a su vida, él prefería aventuras de una sola noche con una mujer que fuese lo suficientemente fuerte como para no intentar quedarse con él. Era joven, estaba en la cumbre de sus mejores años y no estaba listo para unirse a otra persona.
Cuando encontró a Ashley en esa jaula supo que los días de juerga y diversión se habían terminado, porque ella era la indicada para él.
Era un instinto que nacía del corazón animal, un instinto que su corazón humano debía aceptar.
Pero ¿Alexei realmente la amaba o sólo estaba cegado por el instinto?
Pensó en esa pregunta durante todo el tiempo en el que estuvo en su tarea como vigilante. Cuando el atardecer llegó, James apareció como una sombra del bosque.
—Maldición Alex ¿qué te sucede? Ha sido un juego de niños llegar tan cerca sin que adviertas mi presencia.
El tono molesto del hombre le hizo fruncir el ceño, pero tenía razón, estaba demasiado distraído como para cumplir con su tarea de forma correcta, cualquier intruso que lo hubiese notado ya se habría colado al interior del territorio sin mayor problema.
— ¿Estas bien?
Alexei regresó al presente y miró a James, sus ojos grises denotaban su preocupación.
—Estoy bien —mintió y abandonó su puesto—. Suerte.
— ¡Oye! ¡No lo olvides!— James gritó mientras se alejaba— ¡Noche de Póquer el domingo en casa de Connor!
— ¡De acuerdo!
No iba a ir, no hasta que sus preocupaciones se terminaran.
Alexei se encontró con Michael cuando apenas quedaba luz en el bosque detrás de su cabaña. Había pensado en las palabras de Ashley, en el rencor y el miedo que ella le tenía, en las acciones que aquel hombre había llevado adelante en contra de inocentes, en contra de su propia raza.
¿Debía compararlo con Curtis Lane? ¿O con Paul? ¿Debía mantenerse distante? ¿Debería haber evitado que se quedara en el territorio del clan? Esas preguntas daban vueltas por su mente mientras atravesaba el bosque directo hacia el punto de encuentro.
Michael había confesado sus delitos, le había explicado a Aria la razón de sus hechos, lastimar a inocentes sólo para esperar aniquilar al culpable. Y, al final lo había hecho, Curtis Lane había sido asesinado por él y por su hijo perdido, Hunter.
Más de ciento treinta cambiantes habían sido liberados ese día, junto con Ashley y los cinco novatos.
— ¿Cómo está? —el hombre de mayor edad le preguntó cuando lo tuvo en frente.
—Bien, Liam está a cargo de ella mientras no estoy, le dije todo y después de una larga discusión, decidí que haremos lo que sea necesario.
Michael lo escrutó con sus ojos aguamarina, levantó una ceja como si no le creyera.
—Tú tomaste la decisión. —Fue más un pensamiento que una afirmación.
—Además de asustadiza es suicida —la oscuridad de su voz era prueba de la rabia que le provocaba haberla visto así, al borde de rendirse—. Pero mi determinación le ganó a su terquedad.
—No la obligaré a hacer nada que ella no quiera, ya demasiadas cosas malas le he hecho.
Alexei recordó la forma en que Ashley lo había mencionado, el miedo la había hecho temblar.
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Editado: 31.10.2020