Tentado

La noche cayó sobre la cabaña, envolviendo todo en un manto negro, ni siquiera la nieve reflejaba ni una pizca de luz.
Alexei se encargó de recoger toda la leña que pudo mientras estaba el sol apenas en el cielo, rogando porque fuese suficiente.
"Esto es un agradable verano en comparación con el invierno ruso" se dijo mientras acomodaba los troncos milagrosamente secos al lado de la chimenea.
Ashley se quedó cerca del fuego, en el único sillón de la sala, el resplandor tenue iluminaba su rostro, sus rizos brillaban con gran fuerza, era como oro y seda cayendo delicadamente sobre su pecho y espalda. El leopardo lo tentó a acercarse, a darle el calor que sabía que necesitaba.
Él podía soportar el frío muy bien ¿Pero ella? No lo sabía, no entendía mucho sobre las características de los pumas. Anotó en su mente la necesidad de hablar con Luke cuando volvieran.
Por ahora, Alexei se torturaría a sí mismo, manteniéndose alejado de ella, un solo toque podría derrumbarlo a sus pies. Ella se había quedado a su lado, se había dejado ayudar, lo había utilizado a él como su soporte para caminar en la nieve. Su cercanía despertó un instinto poderoso, una bestia posesiva que no sabía que vivía en su interior, era el corazón del leopardo que había revivido, despertado, por ella.
Caminaba por la cuerda floja, se había vuelto un ser sensible, hambriento y desesperado. Esto no estaba en sus planes, era difícil mantener la necesidad de reclamarla, pero ahora que sus instintos estaban activos, el control de Alexei era un hilo delgado, directo a las manos de Ashley.
Preparó dos tazas de chocolate caliente y bajo el inocente pretexto del frío, se sentó a su lado y cubrió a ambos con una manta.
―Creí que tolerabas el frío —le dijo mientras tomaba la taza con ambas manos.
―Lo hago, esto para mí es una dulce primavera, el verdadero frío está en Rusia. Sólo trato de que no te congeles.
Ashley miró pensativa el vapor ascendente.
―Eres ruso —concluyó.
―Sólo de nacimiento.
― ¿De dónde vienes?
Dejó sobre la pequeña mesa de madera su taza de chocolate y se volteó para quedarse frente a ella.
―Nací en Moscú, dentro de un clan estable, viví ahí mis primeros cinco años.
Su vida, sus recuerdos, sus experiencias vividas antes de llegar a su verdadero clan eran cosas muy preciosas para él, más allá de la turbulencia de su juventud, tenía valiosos recuerdos de su origen, de su familia, del clan que se desintegró de la noche a la mañana.
A diferencia de sus compañeros de clan, él era uno de los que tuvo a su familia en sus primeros años de vida, el resto no tenía nada, todos eran huérfanos de nacimiento sin familiares de sangre, a excepción de Aiden quien tenía a su hermana Emma.
Ashley se mantuvo en silencio, recorriendo con un dedo el borde de su taza, la pregunta estaba en el aire, pero ella se negaba a dejarla salir.
Alexei confiaba en ella, más que en cualquier otra persona, podía decirle quién era él con toda naturalidad.
—La política cambió de forma repentina, todos los clanes cambiantes fueron intervenidos o desintegrados, mis padres me enviaron a mí y a los niños del clan en un barco de una asociación defensora, y terminé en Estados Unidos. Estuve con una familia adoptiva durante tres años, pero luego me abandonaron en el orfanato Lion's Heart ahí estuve dos años hasta que llegaron Aiden, Emma y Carter.
Hasta ese momento, el niño que una vez fue creía que era el último de su tipo, el último leopardo de las nieves, en el orfanato casi no habían niños de su tipo y nadie había oído hablar de cambiantes igual que él. Hasta que la poderosa y desconfiada Emma llegó casi a rastras a la sala de ambientación, seguida detrás por el mortal y agresivo Carter, y detrás un joven amable y dulce, Aiden.
En ese momento, Alexei supo que no estaba solo, y que jamás lo estaría.
Cuando Aiden y Emma llegaron, fue Alexei quien les dio la idea de formar un clan fuera de regla, y después fueron llegando más y más cambiantes iguales a ellos, Riley, James, Hunter, Kaylee...
Llegaron a ser más de treinta cuando Aria llegó de visita al orfanato, al instante en que la vieron cada uno supo que ella protegía, y el tipo duro llamado Liam, que estaba de paso junto a ella, mencionó casi al instante algo de que podría ser una buena idea formar un clan.
Ashley se quedó en silencio, asimilando la historia. Alexei se había ahorrado el tiempo que vagó solo al escaparse, meses antes de que lo dejaran en las puertas de ese orfanato, el hambre, el frío, el peligro recurrente de las pandillas. La verdad era que muy pocos humanos, por más amor y bondad que tengan en su corazón, muy pocos eran los que podían hacerse cargo de un niño cambiante.
La información sobre la raza cambiante seguía manteniéndose en manos de unos pocos, pero toda la raza humana sabía que los cambiantes hace siglos atrás fue la creación de científicos humanos que se valieron de su sangre y médula ósea para curar enfermedades.
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Editado: 31.10.2020