La Sangre del Cuervo

Parte VI: Obra maestra

Todo estaba acabado para Yatagarasu, la bala impactaría en su pecho, ya no había nada más que hacer...

El padre estaba decidido a matar a su propio hijo, no había nada más por dejar todo lo haría parecer un accidente, en ese momento el padre disparo, pero la bala fue impactada en el pecho de "amada" ambos quedaron sorprendidos de ver a la mujer aun viva.

La mujer callo al suelo solo terminando de derramar la sangre que aun le quedaba, el padre vuele a disparar, pero Yatagarasu se agacha rápidamente hacia donde esta la mujer.

-carajo tu no estaba muerta ya -le pregunto con una voz jadeante

-empece a desangrarme cuando me clavaron el vidrio pero pude bajar a detener una de sus estupideces - le contesto la chica con una voz quebrada

El padre ya había gastado las dos balas que tenía dentro del revolver, así que se lanzó a donde estaba el chico para matarlo a golpes, pero el chico lo empujo hacia atrás, este se miraba diferente; se miraba más demacrado, tal vez por algo que dijo la mujer, y enojado, pero con una sonrisa tan alegre que no podía ocultarla.

El chico sentía un poco de gratificación hacia la mujer, ya que esta le había dado información que al chico le serviría más adelante, el padre harto corre hacia él y lo derriba solo con el objetivo de asesinarlo a golpes y después dárselo a comer a los cuervos.

-acaso te olvidaste de Tsuchinoko -dice el chico mientras derramaba sangre por su boca

En ese momento el padre perdió la mirada, tal vez recordó algo al oír ese nombre, el chico aprovechando que el padre se distrajo lo empujo, después tomo sus cosas y corrió hacia su cuarto, solo para recoger un frasco, algo pequeño, con un contenido rojo, tal vez sangre.

Este para no bajar de nuevo se lanzó por la ventana que tenía en su cuarto, amortiguando su caída con la mochila que llevaba su ropa, aunque aun así dolió un poco la caída, pedazos de vidrio caían por todos lados, el chico en tiempo atrás ya había aflojado las bandit así que logro caer más fácil.

El padre estaba en la puerta, pero este ya no tenía intenciones de matarlo, más bien este esperaba algo, el chico se despidió con una reverencia y el padre le lanzo una navaja, el chico la tomo y se retiró rápidamente, dejando únicamente un rastro de plumas y sangre, mientras que los cuervos los seguian.

De repente toda la niebla empezó a irse poco a poco como si de una máquina de humo se hubiese tratado, Azumi volvió a ver a Yatagarasu, este ya no seguía caminando solo estaba viendo a la nada; Azumi corrió para ver que le había pasado, cuando se acercó lo suficiente se dio cuenta de que Yatagarasu estaba pasmado viendo a la nada y su respiración se había hecho algo lenta, así que lo golpeo en la cabeza para que este reaccionara.

-oye sigues enojado -le dijo con una voz dulce.

Yatagarasu reacciono rápidamente solo apagando más su mirada, de lo que ya estaba, llamo al cuervo con un silbido esperando a ver de nuevo si lealtad hacia él.

-ven Yami -murmuro Yatagarasu.

Yami, el cuervo, volvió a volar al hombro de Yatagarasu, pero este al ver como se acercaba a el de un golpe lo lanzo al suelo y le agarro una ala para levantarlo con sus manos.

-si le vuelves a dejar tu olor a mi cuervo te tendré que sacar los ojos -dijo Yatagarasu con una voz hostil. 

-perdona -contesto Azumi. 

Yatagarasu solo soltó un suspiro, pero en el momento que dio un paso este sintió como si algo le atravesara el corazón y su vista dejo de funcionar, este se desmayó haciendo que volviera a quedar inconsciente, Yami empezó a volar, llamando más cuervos al lugar, como si de un bufete se tratase, Azumi no sabía que hacer, estaban en medio de la nada y no había a donde llevarlo, el peso del chico era poco así que lo arrastro en la dirección contraria en la que iba él.

-maldito desgraciado yo tenia que matarte no te mueras antes -dijo Azumi con una voz quebrada.

Los cuervos empezaron a seguir a aquel chico que una vez tenían en su mira, el sol empezó a caer y la luna ya estaba tomando brillo, Yatagarasu empezaba a dejar de respirar y Azumi no sabía que hacer, todo volvía a tornarse oscuro, el pueblo más cerca, Kohle, estaba a una hora de donde estaban y Yatagarasu no podía aguantar todo ese tiempo, Azumi ya cansada y al distraerse esta soltó a Yatagarasu y cayo al suelo, de rodillas, ya no sabía que hacer, no se veía nadie a cerca que pudiera ayudar.

Azumi buscó entre la bandolera de Yatagarasu, pero no había nada que pudiera ayudarle, Yami solo se quedó en medio de ese desorden de cuervos volando encima del cuerpo de Yatagarasu.

Azumi confundida metió todo a la bandolera y en ese momento los cuervos dejaron de actuar extraño, confundida volvió a sacar todo y los cuervos volvieron a actuar raro, así que Azumi empezó a ver que era lo que era lo que hacia que se comportaran así, empezó metiendo las plumas, pero seguían igual, después metió el cuaderno, pero aún seguían igual, por último metió el frasco y todos los cuervos pararon de actuar extraño, en ese momento Azumi volvió a sacar el frasco y los cuervos volvieron a volar y comportarse raro, ella sin saber que había dentro quito el corcho y se expandió un olor nauseabundo, olía como un cementerio y también a azufre.

Su color rojo se hacía más fuerte hasta el punto que empezaba a iluminar todo, ella no sabía que hacer, en ese momento los cuervos empezaron a volar en una sola parte, cerca del suelo empezaba a tomar una forma algo rara.

Yami empezó a volar lejos, mientras que los demás cuervos empezaron a graznar, cada vez más fuerte, pero sus graznidos empezaban a volverse más y más raros, empezaban a sonar como gritos humanos.

El liquido que estaba en el frasco empezó a tornarse negro y Yatagarasu se retorcía en el suelo, como si estuviera sufriendo por algo, sus manos se empezaban a tornar negras y los cuervos empezaron a desaparecer de la nada.



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En el texto hay: cuervos, muerte, amor forzado

Editado: 20.03.2023

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