La Santidad

YO SOY MEJOR QUE TÚ

Villa Nueva- Guatemala, 9:10 am, por mandato de su esposa, Mario va a conseguir carne de res al Mercado Nuevo, y camina unas cuadras, mientras en su camino saluda a varios conocidos...

Mercado Nuevo, Epifanio sale de comprar carne, y alcanza a ver a su hermano de fe desde lejos, y esconde la carne poniendo su mano izquierda atrás, dentro de su camisa, y se sienta en a las afueras del mercado para saludarlo...

Mario ve a Epifanio y se sonríe, y cuando llega, lo abraza, diciéndole:

— Hermano Epifanio, ¿cómo estas?

— Bien, hermano Mario.

Los dos se desapartan. Cuando Epifanio le pregunta a su hermano:

— ¿Y qué haces por acá?

— Es obvio, no, vengo a comprar al Mercado Nuevo.

— Ah.

— En realidad, mi esposa me mando a comprar carne de res, y como vivimos a una cuadra de aquí.

— Te queda más favorable este mercado.

— Exacto. ¿Y tú?

— ¿Yo que?

— ¿Qué haces ahí sentado?

— He... he.

— ¿Qué?

— Yo también vine a comprar aquí, si no es que, me quedé sentado aquí, porque el día está muy precioso, ¿no te parece?

— Claro que sí, esta hermoso este día como todos los días, los cuales son hechos por Dios.

— Si, ¿y cómo te pareció el culto de ayer?

— Perfecto, a cada día uno aprende más, lo único que...

— ¿Que?

— No sé cómo decirte.

— Dime con confianza, para eso somos hermanos de fe, y amigos.

— La próxima vez que te vayan a dar el micrófono para opinar sobre algo o leer un versículo, asegúrate de limpiar tu voz primero, es que se escuchó muy feo, horrible diría yo.

Epifanio se enoja un poco, y le responde a Mario:

— ¿Y es que se necesita ser un gran profesional vocal, para leer un versículo?

— No, pero...

— Pero nada, mejor fíjate la boca, porque casi siempre andas con mal aliento cuando hablas conmigo.

En seguida y rápidamente, Mario pone su mano derecha en su boca y comprueba si tiene mal aliento, y luego de comprobar que no tiene, se enoja también, y le expresa a Epifanio:

— Eres un mentiroso y te lo digo en la cara.

— No me digas mentiroso Mario, yo guardo los diez mandamientos cuidadosamente.

— Eso no te lo cree nadie.

— Así, y que tienes para decir de mi... nada, tú te crees más que yo, pero tú no me llegas a los pies.

Mario comienza a perder la paciencia con Epifanio, y le contesta:

— ¿Que yo me creo más que tú?, eres tú el que se cree más que todos en la Iglesia y solo eres un mentiroso, hablador de la vida ajena, pareces una mujer chismosa.

Epifanio se acalora demasiado y sin querer se le suelta la carne de la bolsa, y esta cae al suelo.

En ese instante, los dos ven la carne en el suelo. Cuando Mario se agacha y ve más de cerca la carne, y estupefacto se levanta del suelo, y le dice a Epifanio:

— Qué vergüenza, ¡esto es carne de cerdo! ¿Acaso no has leído en el libro de Levítico, capitulo once, versículo siete hasta el doce, que el cerdo es de pezuñas hendidas, pero no rumia, lo tendréis por inmundo? Por eso también dice: De la carne de ellos no comeréis, ni tocareis su cuerpo muerto, los tendréis por inmundo.

Epifanio siente vergüenza y no sabe a dónde meterse. Cuando Mario le sigue diciendo:

— ¿Tú que te crees más que todos los hermanos, estas comiendo carne de cerdo, sabiendo que no se puede comer?

Como puede, Epifanio recoge la carne, y le expresa a Mario:

— Esto no es mío, me la mandaron a comprar.

— Ah, ahora vas a culpar a tu mujer, siempre echándole la culpa a tu mujer de todo lo malo que haces.

Epifanio sube el tono, y le expresa a Mario:

— Y tú de que te las picas, si eres un ávaro con el dinero.

— ¿Qué?

— Mario, de que te asombras.

— Ahora con que mentira vas a salir.

— Acaso estoy mintiendo cuando el propio pastor te dio un dinero para que tú le comprases comida a unas personas que necesitaban de comer, y tú te cogiste la mitad de esa plata.

Mario se pone nervioso y no sabe cómo responder. Cuando Epifanio le sigue diciendo:

— Fue tu propia mujer quien le confesó todo a la mía, eres un ladrón y ávaro, de nada te sirve mostrarte ante mi como una persona santa, porque de santo no tienes nada.

Mario está bloqueado ante las palabras de Epifanio. Cuando un niño de siete años de cabello negro y vestido de camisa azul claro y pantalón blanco, se les acerca...Mario esta apunto de decirle algo a Epifanio. Cuando el niño está al frente de ellos y le expresa a Epifanio:

— Buenos días señor.

Con mucha molestia por la discusión que tiene, Epifanio mira al niño, y le dice de mala manera:

— ¿Qué quieres niño?

— Ayúdeme a buscar a mi padre.

— Vete a buscar a tu padre por ahí.

— Es que no lo veo por ningún lado.

— Vete al Mercado Nuevo y busca a tu padre allí, ahora no me molestes.

El niño se acerca a Mario, y le dice:

— ¿Usted me puede ayudar en la búsqueda de mi padre?

Mario quiere desquitarse de Epifanio, y le responde al niño:

— Ahora estoy ocupado con este viejo, vete a jugar por ahí y no molestes.

— Es que no encuentro a mi padre.

— Vete niño.

En ese momento, el niño se va caminando y pasa la calle, y se va caminando de largo. Cuando

Mario le expresa a Epifanio:

— Eres un viejo verde.

— ¿Cómo es que me dijiste?

— Viejo verde, yo te he visto mirando a las jovencitas de la Iglesia, y no te importa que estes casado hace más de veintiocho años e irrespetas a tu mujer viendo a otras mujeres.

— No sé de dónde sacas eso, yo si te he visto en esas, y tu solo tienes dos años de casado y miras otras mujeres.

— Oh, Epifanio, no inventes, no inventes Epifanio.

El sol comienza a pegar más duro a esa hora de la mañana. Cuando Mario le dice a Epifanio:

— Ahora que sé que comes carne de cerdo, me comprobaste que eres capaz de todo, quebrantas la ley.

— Ya te dije que eso no es mío, me lo mandaron a comprar.



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En el texto hay: dios, dios y perdon, concejos y otros

Editado: 13.01.2025

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