Capítulo 28
Tomaron un pedazo cada uno (¡Angélica eligió el más chiquitito!) y empezaron a masticar. El mensajero se sentó frente a la chica y preguntó:
—¿Y por qué estás a dieta? Bueno, ya no pregunto por esa ropa tan rara, porque sé que estás camuflando tu belleza extraterrestre.
—Estoy enamorada, Matviy —dijo Angélica—. Quiero verme aún mejor. Porque el hombre de mis sueños es súper exigente en ese sentido.
El mensajero casi se atragantó con el pedazo de pizza que acababa de meterse en la boca. Lo tragó rápido y volvió a preguntar:
—¿Y quién es tu elegido?
—Seguro no lo conoces —agitó la mano Angélica—. Y tampoco importa. Él… eeeeh… tiene novia. Y yo no quiero meterme entre ellos. Pero, mira, en la vida pasa de todo. Y si algún día terminan o algo sucede, tendré una débil esperanza de gustarle.
El mensajero se quedó pasmado. Tragó saliva, masticó un poco más y volvió a la carga:
—Pues ponte ropa normal, enséñale tu belleza ucraniana, quítate esas gafas espantosas, suéltate el pelo —si lo tienes largo y precioso— y ese hombre será tuyo —aconsejó Matviy.
Pero a él el corazón ya le galopaba: ¿no estaría Angélica hablando de él? ¡Tenía que sacarle la verdad ya mismo o moriría de incertidumbre!
—¡Qué dices! ¡No puedo! ¿Y su novia qué? ¡Sería como robarle el juguete! Tenía uno y, claro, salió uno nuevo, brillante, y tiró el viejo.
—Si tu elegido ama a su novia, dudo que la deje —continuó el dragón con cuidado—. ¿Acaso tu belleza no terrenal atrae absolutamente a todos los hombres?
—¡Sí! Tal es nuestro destino ucraniano: ser irresistibles —suspiró Angélica-Olenka—. Solo cuando nos ponemos el anillo de compromiso en el dedo nos volvemos atractivas solo para nuestro amado prometido… y luego marido. Aunque todos le envidian por semejante regalito del destino.
Angélica se emocionó al decirlo y, por reflejo, manoteó otro pedazo de pizza. Matviy terminó el suyo y simplemente se derretía viendo cómo la chica comía. Pero tampoco se quedó callado, siguió preguntando:
—Bueno, viéndolo así… si estás enamorada, deberías averiguar qué siente ese hombre por ti. ¿Vas a darme al menos una pista? —insistió el dragón.
Y, de paso, soltó un poquito de magia para aflojar lenguas y provocar sinceridad.
—Bueeeno… tal vez te diga, si me ayudas a entender qué les gusta más a los hombres en una mujer. Ayúdame a acercarme a él con tus consejos. Ya somos buenos amigos, Matviy. Y yo nunca tuve novio; siempre estuve ocupada: que si estudios, que si trabajo —dijo Angélica, masticando pizza. El tercer pedazo. Luego bajó la mirada, pensó un poco y continuó—. Él trabaja aquí en la oficina. Tal vez lo conozcas…
Matviy, es decir, el jefe poderoso Stepan Nogard, se puso tenso como un cable. ¿Acaso estaba a punto de oír que Angélica lo amaba a él? Es decir, a él como jefe Stepan Nogard —no como mensajero Matviy, claro. Y sí. Lo oyó.
Y aquí, mis queridas lectoras impacientes, nos vamos a apartar un poquito del relato. Dejamos a nuestro mensajero Matviy, que ya escuchó a quién ama nuestra Angélica y está, digamos, en estado de mini-shock, y seguimos el hilo de pensamientos de ella misma.
Angélica razonó así. Matviy es su buen amigo y también hombre, así que sabe un montón sobre los gustos masculinos. Él sí podría ayudarla a llamar la atención del jefe poderoso. Porque ella no es tonta: ya vio que a Stepan Nogard no le encanta su ex.
Esa lo había engañado con su hermano, eso era clarísimo. Y el jefe lo sabía. Y seguro no creyó ni una palabra de la víbora de Fenteklita. ¿Un masaje? ¡Anda ya!
Y mañana iban juntos a hacerse una prueba de paternidad. Aunque la ex anda sospechosamente segura de que él es el padre… pero eso está más lleno de agujeros que un queso viejo. Hoy en día esas pruebas se falsifican fácil.
Angélica quería averiguar todo por sí sola: si era verdad, si Fenteklita estaba realmente embarazada, todo. Así que ya tenía un plan: seguir al jefe y a Fenteklita mañana, ir detrás hasta la clínica y en la clínica, y enterarse de tooodo…
¿Y si tenía razón y la ex estaba mintiéndole al jefe? ¡A su amado jefe!
Y otra cosa notó hoy nuestra secretaria. ¡Importantísima! El poderoso Stepan Nogard la miraba a ella, la Ratilla Angélica, de otra manera. ¡Con mirada masculina, no de jefe! La miraba como si… ¡le gustara! Y aunque habían quedado en que él no se le acercaría en ese sentido, igual fue bonito. ¡Sí! Se sintió deseada. En ese momento en que estaba limpiando el café de su mesa y él estaba ahí al lado observando su hombro. Ella lo notó tooodo.
Y hoy la llevaba al restaurante. Como la tercera. Obviamente para protegerse de la ex. Usaría el trabajo y a la secretaria como escudo para que la ex no lo acorralara. Y nuestra listilla Angélica lo entendió enseguida. Pero igual fue rico que la llevara. Aunque fuera por trabajo. Significaba que no lo seducía tanto la serpiente de Fenteklita. Y quizá la humilde secretaria tenía un mini-chance de gustarle al jefe.
Y Angélica pensó que en ese caso necesitaba aprender a atraer hombres incluso estando en modo Ratilla gris. Porque quería que Stepan Nogard se fijara en ella así como era ahora.