Respiro suavemente y oigo un sonido, así que abro los ojos. Me avergüenzo al darme cuenta de que estoy metido en el sillón en el que se quedó Rouge a dormir. Mierda, me encontraba descansando en su pecho como si nada ¿La excusa de estar loca tiene fundamentos con esto? Ni siquiera sé cómo llegué hasta aquí.
Ahora él abre los ojos. Estoy perdido. Nuestras miradas se cruzan y se queda fijo observándome. Mantiene su seriedad en todo momento.
—Lo siento, soy sonámbula —me invento, aunque creo que esto tiene que ver más con Selenia.
Es la segunda vez que despierto en donde no debo y tiene que ser por arte de magia.
Mi escepticismo se fue a la mierda.
Me inclino para levantarme, pero me detiene del brazo a propósito, muy consciente, porque me agarra con fuerza.
—Me sueltas, por favor —pido.
Su rostro se acerca al mío.
—¿Me estás acosando o qué? —consulta molesto.
—N... no, para nada —expreso nervioso.
Su agarre se afloja.
—No sé qué opinar de ti, dices cosas sin sentido, luego las aclaras, pero después me persigues. Pareces una acosadora, sin embargo eso no me molesta y no entiendo la razón.
¡¿Qué?! ¡¡Paren un momento!! Es cierto, sus sentimientos por mí, o sea Ginji, esos sí me reconocen. Aunque no creo que lo acepte, más bien es de una manera inconsciente, después de todo está enamorado de mi personalidad.
—No sé, pero nos acabamos de conocer, así que... —Intento levantarme otra vez, pero me frena de nuevo—. ¿Qué pasa? Ya me disculpé por mi arrebato de sonambulismo.
—Será raro decirlo, pero creo que sentí un flechazo.
¡Ah, mierda, Rouge se me acaba de confesar otra vez, pero a mi forma de chica!
Activando rechazo automático.
—Discúlpame, pero yo...
Un momento ¿Puedo rechazarlo de la misma forma en que lo hice antes? ¿Será raro? Casi uso las mismas palabras, aunque podría ser una clara demostración para que se dé cuenta que soy Ginji.
De repente reacciono cuando se ríe, me agarra de la cintura, para sacarme de encima con delicadeza y terminar los dos parados al lado del sillón, así que no lo dejo de observar en ningún momento.
—Perdón. —Sonríe—. No te quise incomodar, no me respondas, ni nos conocemos.
Agh, oportunidad de demostración perdida. Aunque pudo pensar que fue una casualidad utilizar las mismas palabras. Igual hubiera sido muy conveniente, era demasiada suerte para ser verdad.