Ginji
Suspiro, oigo mi respiración, así que abro los ojos, noto que es de noche. Puedo ver la luna en la ventana, pero es cubierta por unas nubes negras. Estoy sobre una cama, no la reconozco ¿Es acaso un sueño? Es todo tan oscuro y atemorizante.
Me estremezco cuando el colchón se hunde. No puedo moverme, se siente tan real. Hay una sombra sobre mí.
—¿Quién eres? —pregunto con temor.
Aproxima su rostro y veo sus ojos grises. Mis mejillas arden al reconocer a Rouge, pero él no habla.
—Rou ¿Qué está pasando?
Respira en mi cuello, luego susurra.
—Mi amor.
—Eh... yo... eso es muy apresurado. —Apoyo mis manos sobre su torso para apartarlo—. Además sabes que a mí no me interesa estar con nadie, te lo he dicho miles de veces, solo me importa mi carrera.
—Te he estado esperando.
—¿Esperando? ¡Ay! —chillo cuando me mordisquea el cuello.
Intento apartarlo, pero es más grande y fuerte que yo, me aplasta.
—Al fin eres tú.
—Bueno, sí, más o menos ¿Me sueltas? Esto es demasiado incómodo y embarazoso.
Sus manos recorren mi cintura, llegando a mis muslos, entonces abre mis piernas, posicionándose entre ellas.
—Engendremos nuestro legado juntos.
—¿Eh? —Quedo pálido—. Rouge, esta broma está llegando demasiado lejos y no me gusta para nada —digo nervioso, comenzando a forcejear—. Suéltame, me asustas. —Mis ojos se humedecen.
Continúa besando mi cuello y yo sin poder sacármelo de encima, segundos después me sobresalto cuando me baja las tiras del camisón.
—Rouge, no quiero —insisto, pero no me hace caso.
Creo que estoy hiperventilando por la tensión que siento, grito y de repente...
Abro los ojos, estoy transpirado, me siento asustado y estoy en mi cama habitual. Mi respiración es agitada, pero suspiro de alivio al darme cuenta que era una pesadilla ¿Por qué soñé que Rouge me violaba? Qué miedo.
Me levanto de la cama y busco mi celular, marco un número, entonces lo llamo. Tarda bastante en atender, así que me impaciento.
—Vamos, Talk, atiéndeme —me quejo.
—¿Hola? —Se oye con la voz semidormida.
—Soy Ginji —expreso haciendo puchero.
—¿Y por qué me llamas a esta hora?
—Tengo miedo.
—¿Eh? —Se indigna—. Y llama a tu amorcito, ¿a mí qué me importa? Deja dormir.
Frunzo el ceño.
—Dijiste que eras mi amiga, además creí que te gustaba.
Se oye un bufido del otro lado de la línea.
—Te encanta abusar de las emociones de la gente, ¿eh? —expresa afectado, luego termina por aclarar—. Y no me gustas.
—Te vi haciendo escenas de celos.
—Estaba en mi personaje de hacer de tu pareja fingida.
—No había paparazzis cerca —le recuerdo.
—Bien, me gustaba Gini, ya se murió el amor, eres Gin.
—¡Soy ambos! —me quejo—. ¡¿Me vas a ayudar o no?!
—No.
—¡Qué vengas!
—¿Yo? ¿A esta hora? Estás loco.
—Eres mi amiga y las amigas se ayudan siempre, así que mueve tus pies hasta aquí.
Bufa otra vez.
—Eres insufrible, y deja de llamarme amiga, dime amigo.
—¿Por qué? ¿No eras chica antes?
—Ya no soy más una chica, ahora conquisto a todas las mujeres con mi encanto varonil.
—O sea que antes eras lesbiana —acoto.
—Soy bi, pero no importa, ¿dejamos de hablar de mí o qué?
Me río.
—Creí que te gustaba ser el centro de atención.
—¡¿Qué quieres?! —chilla cansado—. ¡Yo solo deseo dormir!
Suspiro.
—Perdón, quiero hablarte de Rouge y el cuento, ya ven para acá.
—Bien.
Se termina la llamada, entonces corro a encender todas las luces que me faltan mientras lo espero, por las dudas que me aparezca algo raro en mi ahora temida oscuridad. Es mi nuevo miedo desbloqueado. Pensar que hace tan poco no me importaba tener la luz apagada, sin embargo este último tiempo no pude evitarlo, pues ya nada es como antes.