Ginji
Suspiro y muevo la cuchara en la tacita de mi café. Mantengo mi mano en la mejilla y mi codo en la mesa. Miro a la nada volviendo a suspirar. Veo que Talk se acerca, entonces se sienta en la silla del frente de la mía. La cafetería de la agencia está vacía hoy.
—¿Qué te pasa? —me consulta.
—Le dije a Rouge que se aleje de mí.
—Ya conoces lo que pienso, es peligroso estar cerca de él, así que ya sabes lo que opino, ojalá pudiera decirte otra cosa.
Sonrío con cariño.
—¿Sabes? A pesar de que te rechacé, me alegra que me hables así de bonito, tu carisma se encuentra intacto.
Se carcajea.
—¿Eso fue sarcasmo? —cuestiona intrigado.
—No —digo tranquilo—. ¿Por qué lo sería?
—No sé, te digo que te alejes de tu amorcito y me halagas, parece una muy evidente ironía.
Frunzo el ceño.
—No es mi amorcito, y sobre mi halago ¿No se nota? Te preocupas por mí, no solo física también mental, pues te reitero lo que me aclaraste: “ojalá pudiera decirte otra cosa” ¿Sabes qué significa? Que quieres darme una solución aunque no la tengas.
Se queda tildado, mirándome.
—Touché, no puedo contraatacarle a eso.
Me carcajeo.
—Sí, gané. —Suspiro—. Gracias, me haces reír en medio de todo este caos.
—Tú porque no disfrutas de que te cambien el sexo, pero yo me divertí mucho. —Apoya el codo en la mesa y la mano en su mejilla, poniéndose en la misma pose que yo, luego mueve las cejas, haciendo un gesto pícaro, así que me vuelvo a reír—. Tuve muchos romances pasajeros, tanto chicas como chicos, deberías probar.
—Yo no me meto en esas cosas, a mí solo me…
—Sí, sí, tu carrera —me interrumpe—. Creo que ya todo el mundo Lo sabe, cosita.
Bufo.
—No me digas así. —Lo miro detenidamente, veo que tiene un colgante en el cuello, el cual jamás había visto, así que cambio mi humor por curiosidad—. Es muy lindo tu medallón, nunca te lo había visto puesto.
—Es una reliquia familiar —dice sin importancia—. Al menos eso creo.
Enarco una ceja.
—¿Crees?
—No tengo ganas de hablar de eso. —Vuelve su espalda a la silla, dejando de hacer mi misma pose, yo no la abandono porque estoy tristón.
—¿Y por qué lo usas si te desagrada? —opino sobre su gesto.
Se queda serio, observándome.
—La verdad… fue extraño, solo sentí que debía ponérmelo, como magia.
—Qué curioso.
—Sí.
—¡Los encontré! —grita el director llegando a la cafetería—. Necesito un favor, los fans están locos por el último capítulo de la serie, salgan del edificio y háganlos felices.
—¿Ahora? —Me sorprendo.
—¡Sí, hay un amontonamiento de gente, ya, vayan! —Alza la voz, así que no nos queda otra que pararnos y dirigirnos a la entrada.
Es verdad, hay un montón de fans con pancartas. La serie ha tenido mucho éxito con lo poco que hemos grabado. Parece un sueño. Me encanta cuando suceden estas cosas, así que sonrío.
—Ta… Talk ¿Me firmas? —dice una fanática, acercándole una planilla—. Soy tu fan —expresa emocionada.
Él le sonríe y mientras escribe veo que en el bolsillo de la chica hay un medallón muy parecido al de mi compañero.
—¿Cómo te llamas? —le consulta para seguir con el autógrafo.
—Ra… Raissa —expresa ruborizada.
—Raissa, qué lindo nombre. —Sonríe y le firma, luego le regresa la planilla—. Gracias por ser mi fan.
Talk continúa con sus autógrafos, la chica quiere decir algo más, pero al final se abstiene, baja la cabeza sonrojada. Quiero acercarme, pero mis fans se interponen y termino envolviéndome en su euforia, para seguir firmando, olvidándome del asunto.
Raissa
Hay una gran multitud de personas y no me atrevo a seguir hablando con mi ídolo, solo soy una fan más entre tantas. Qué vergüenza, Talk seguro pensó que soy una tonta ¡¿Por qué se me trabaron las palabras?! Me quiero morir.
Dejo de estar pensativa cuando siento una mano en mi hombro y me sobresalto. Al girar me encuentro con un hombre de cabello de fantasía de doble color, por un momento creo que sus claritos eran amarillos, pero ahora los veo rojos. Debo estar cansada de no dormir para que llegue este día, entonces me confundo visualizando mal los colores.
—¿Conoces a Talk? —me pregunta el muchacho.
—La verdad solo soy su fan —digo tímida.
—Qué triste que no te recuerde. —Se ríe—. Yo estoy indignado con que tampoco se acuerde de mí, es tan frustrante.