La selección

I:

Semanas atrás:

- Sven, ¿qué haces despierto tan temprano?

- No podía dormir.

- Bueno, ya que estás despierto, ve a levantar a tus hermanos, por favor.

    Sarah era una mujer de cabellera castaña, un castaño apagado por los duros años vividos, aunque se contrastaba con unos ojos verde esmeralda, casi tan brillantes como la piedra misma. Se había casado años atrás con Daven Aberdeen, hombre proveniente de buena familia, requisito indispensable para sobrevivir en el reino de Xirian, en el que habían nacido y crecido y en el que pasarían sus últimos días.

    A diferencia de ella, Daven tenía el pelo oscuro como la noche más cerrada y unos ojos que, aunque de tonalidades verdes, parecían ser dos pozos sin fondo. Juntos habían formado una familia, de siete miembros nada menos, contando con ellos también.

    El primer hijo era alto y fuerte, con un sentido del humor bien desarrollado y rasgos más similares a los de su madre. De cabellera castaña y ojos verdosos y que había recibido el nombre de Caspian. A él le seguían dos mellizos cuatro años más pequeños: Evelyn y Elyan, parecidos tanto en apariencia como en personalidad. Con el pelo color azabache, al igual que su padre, y los ojos oscuros, a pesar de verdes. Habiendo cumplido dieciocho años, Evelyn sería la protagonista de esta historia, aunque, mejor seguimos presentando al resto de sus hermanos.

    Con quince años llegaba Kaira, una mezcla entre rasgos maternos y paternos que dotaba a la niña de una belleza y picardía excepcional. Con el pelo largo y castaño, no tan oscuro como el resto de sus hermanos; contando también con los ojos más claros de todos ellos. Por último, con diez años recién cumplidos, estaba Sven. El más pequeño era, de lejos, el más reservado de la familia; aunque eso hacía que tuviese un vínculo un poco más especial con su hermana Evelyn. Si bien todos los hermanos contaban con rasgos similares, lo que más caracterizaba a los hijos de esa familia era su blanca tez y mirada intensa, aunque, de esas características ya os iréis dando cuenta.


    El pequeño subió las escaleras hasta la primera planta aún rascándose con cierta delicadeza uno de sus ojos. Entró en la primera habitación que se encontraba a la derecha, dejando un ligero rechinar de puerta a su paso. Con paso silencioso pero certero se acercó a la cama de la derecha y presionó levemente el hombro de quien allí yacía.

- Evelyn. – Susurró un par de veces el nombre de su hermana mayor, hasta que vio que esta entreabría los ojos con lentitud.

    Entonces se dirigió a la cama de la izquierda y realizó el mismo proceso:

- Elyan. – A este, sin embargo, tuvo que llamarlo un par de veces más, pues tenía el sueño más pesado.

- ¿Qué haces despierto tan temprano, Sven? – Preguntó la chica, que ya se había incorporado en la cama y se recogía el pelo en una coleta baja y algo desecha.

- No podía dormir. – Respondió el más pequeño, mirando a su hermana con los ojos bien abiertos, como tenía costumbre de mirarla. – Mamá quiere que levante a todos, voy a despertar a Kaira.

    Con un ligero asentimiento de cabeza Evelyn despidió temporalmente a su hermano, que se dirigía a la habitación de enfrente, a levantar a Kaira, con quien compartía habitación. Caspian llevaba dos años ya que no vivía en casa, desde que se casó con Annie, hija de buenos comerciantes, a los veinte años. Era lo más común, que los jóvenes se casasen temprano y se independizasen, buscando sustento en un trabajo y no en sus padres. Y lo era más aún en familias grandes como la suya, cuantos más hijos, más bocas que alimentar y no siempre resultaba fácil ganar el dinero necesario para ello.

- Sabes qué día es, ¿verdad? – Preguntó Elyan, sentado en la cama y mirando a su hermana con semblante serio. Su pregunta fue lo que sacó a Evelyn de sus pensamientos.

- ¿Cómo podría olvidarlo?

    Un suspiro pesado por parte de Elyan llegó a continuación: ese día no era un día cualquiera, era el día en el que comenzaba la Selección o, siendo más exactos, el proceso de elección.

    En el reino en el que vivían existía la costumbre de elegir a las mujeres o esposos de los futuros reyes o reinas. De ese modo se fomentaba la aceptación de la monarquía por parte del pueblo, o eso se pretendía. Así había conocido el rey actual, Niels Decksheimer, a su reina, Greta Decksheimer, una mujer que, hace años, también había vivido en las calles repletas de plebeyos en la que había nacido Evelyn.

    Niels y Greta tuvieron dos hijos hermosos, gemelos. Hubo un fuerte alboroto cuando nacieron. ¿Cuál de los dos se convertiría en rey? ¿Cuál de los dos heredaría el trono y la corona? Preguntas como esas asaltaron a todos los ciudadanos del reino, incluso se extendieron hasta reinos vecinos. Los reyes, sin embargo, no consideraron un problema el tener dos hijos de la misma edad. Anunciaron que les proporcionarían la misma enseñanza y las mismas experiencias a ambos y que, en el futuro, ya se elegiría quién era el heredero. Así habían vivido diecinueve años los chicos y ese justo momento, iban a pasar por el proceso de Selección juntos.

    Normalmente, la Selección consistiría en seleccionar a treinta y dos chicas del reino, todas ellas se trasladarían a palacio, donde residirían hasta su expulsión o ser elegidas. Ese año, las cosas eran algo diferentes, empezando porque los príncipes habían decidido atrasar el proceso un año y no hacerlo con dieciocho años, como era costumbre. Se duplicaría, además, el número de seleccionadas, aumentando este hasta sesenta y cuatro. Eran cambios que podían resultar bruscos y nada favorables, pero esos cambios era lo que le daba a Sarah, madre de Evelyn, más esperanzas que nunca.

- Deberíamos ir bajando, ya imaginarás cómo está mamá. – Propuso Elyan un par de minutos después, levantándose por completo de la cama y ofreciéndole a su melliza una sonrisa que dictaba ser tranquilizadora.




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