La selección

XIV:

- Espera. – Ordenó Stefan mientras se levantaba de su sillón y daba un paso hacia Evelyn, que se había detenido.

- ¿Qué estáis haciendo? – Preguntó la joven en un susurro, el príncipe estaba lo suficientemente cerca como para escucharla. Se había detenido porque había sentido la autoridad en la voz del príncipe y un escalofrío había recorrido su espalda.

    Aunque no era miedo lo que estaba experimentando, era una sensación parecida, que hizo que Evelyn volviese a girarse extremadamente despacio y que tuviese que esperar varios segundos hasta alzar la vista y cruzarla con la de Stefan. Se encontró con un rostro más siniestro que de costumbre, aún estaba sonriendo, pero sus ojos denotaban un brillo de diversión extraño.

- He pensado que voy a ayudarte a hacer amigas, ya que lo deseas tanto. – Respondió el príncipe en el mismo tono de voz que Evelyn, mientras escondía sus manos en los bolsillos de su pantalón, sin apartar la mirada de los ojos de la chica.

- No he venido aquí a hacer amigas. – Clarificó Evelyn. – Y mi tiempo se ha acabado, alteza. – Susurró con rabia. Estaba ligeramente cabreada, gracias a la estúpida reacción del príncipe, seguro que había llamado la atención de las chicas que estaban en la sala con ella, que eran casi la mitad de las seleccionadas, y eso era algo que no quería.

- Vamos, solo quiero hablar un rato más contigo. – Comentó Stefan alzando el tono de voz y alejándose de Evelyn un paso mientras ladeaba la cabeza y miraba al soldado a sus espaldas. – Que la arena del reloj vuelva a correr.

- Pero ya he hablado con usted tres minutos.

- Pero me has caído muy bien. – Replicó Stefan volviendo a sentarse en el sillón y a adoptar la postura relajada con la que había recibido a Evelyn.

    Ella le dedicó una mirada algo confusa, que posteriormente dirigió al guardia para volver a posar sobre el príncipe, ¿de verdad pretendía estar tres minutos más hablando con ella?

- Vamos, Evelyn, hablaremos de lo que tú quieras. – Susurró Stefan señalando con la mirada el sillón que Evelyn tenía a su lado.

    Parecía que no tenía escapatoria. Soltando un corto bufido la joven se dejó caer en el sillón, esa vez no sentándose tan recta como lo había hecho al llegar.

    Estuvieron un rato estableciendo contacto visual, sin que ninguno dijese nada: Stefan la miraba con una sonrisa en el rostro y ella le devolvía la mirada con algo de rencor. Permanecieron así hasta que Evelyn se hartó, si iba a tener que "hablar" tres minutos más con él, al menos le sacaría provecho a la situación y resolvería algunas de sus dudas.

- ¿Cuánto le pagarán a mi familia? – Preguntó sin rodeos y sin avergonzarse.

    El príncipe comenzó a reírse, al igual que lo había hecho minutos atrás. No se podía negar, el sonido de su risa era melodioso y agradable.

- Así que es verdad que has venido por el dinero.

- Ha dicho que hablaríamos de lo que yo quisiera. – Recordó Evelyn, sin dejarse intimidar por la despreocupada forma de actuar de Stefan.

- Cien monedas de plata. Con cada semana que permanezcas aquí aumentará cien monedas más.

    Evelyn asintió a modo de respuesta y no pudo ocultar del todo su asombro. Cien monedas de plata... Ni aunque ella trabajase de sol a sol un mes entero podría reunir tal cantidad, si aguantaba en palacio varios meses...

- ¿Responderás ahora una pregunta mía? – Preguntó Stefan, volviendo a encontrar la situación entretenida.

- Quisiera no hablar de mi, alteza.

- ¿Debo pedirte entonces una cita para que accedas? – Ofreció el príncipe, suponía que con esas palabras ella aceptaría, aunque le gustaría tener una cita.

- Una pregunta. – Respondió Evelyn, desviando ligeramente la mirada, molesta. Lo único que le faltaba para ganarse el odio de todas las seleccionadas era que uno de los príncipes le pidiese una cita nada más empezar.

- ¿De verdad no consideras el hecho de enamorarte aquí? – Al hacer la pregunta, Stefan se reclinó en el sillón y su sonrisa se desvaneció ligeramente.

- ¿Acaso usted cree que lo hará? ¿Piensa que estos métodos funcionan?

- Veo a mis padres felizmente casados, ¿por qué conmigo no iba a funcionar?

- Tal vez estáis poniendo demasiadas expectativas en la Selección.

- Y tal vez tú estás poniendo demasiado pocas.

    El silencio volvió a instaurarse entre ellos, aunque ya no quedaría mucho tiempo. Permanecieron sin romper el contacto visual hasta que el guardia anunció que habían acabado los tres minutos. Ella intentaba leer lo que realmente pensaba Stefan, y él intentaba descifrar qué es lo que pretendía Evelyn.

- Me gustan las chicas honestas. – Comentó el príncipe a modo de despedida, levantándose al mismo tiempo que Evelyn.

    Antes de que ella comenzase a caminar, agarró su mano con delicadeza y se la llevó a los labios. Depositó un beso en el dorso de su mano mientras miraba a los ojos a Evelyn y esbozó su típica sonrisa cuando dejó caer la mano de la joven con cierta parsimonia.

- Espero que hagas muchas amigas aquí, Evelyn.

- Gracias, alteza. – Respondió la joven sin apenas reaccionar, aunque en el fondo estaba cada vez más enfadada; sería difícil pasar desapercibida.

    Cuando llegó frente a Kristian se encontró un panorama completamente diferente: el segundo príncipe permanecía sentado en su sillón tranquilamente sin establecer contacto visual, como si Evelyn no estuviese presente.

- Ya puedes poner el reloj en marcha. – Ordenó al guardia que estaba detrás suya justo cuando Evelyn se detuvo. El guardia así lo hizo. Tenía una voz más grave de lo que se esperaba, pero aun así era cálida y consiguió apaciguar la rabia con la que la chica había llegado.

    Aunque su actitud no compensaba para nada la voz que tenía. Ni siquiera le dirigió una mirada a Evelyn. Era algo un tanto insultante, aunque ella prefirió que fuese así, que le tratase como a las demás. Estaba dudando si sentarse en el sillón o no, el tiempo ya estaba corriendo y posiblemente terminasen antes de que los tres minutos se agotasen, tal vez no merecía la pena sentarse para levantarse al segundo.




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