La selección

XIX:

- Así que sí eres amiga de Ada.

- Brielle. - Evelyn saludó a su amiga acercándose a ella para darle un abrazo.

- Desde que llegaste y te convertiste en la chica de los seis minutos Ada anda diciendo que sois amigas. - Le explicó la chica pelirroja mientras se separaban del abrazo poco a poco.

- Éramos compañeras de pequeñas. Y ambas somos de Iretia. - Respondió Evelyn sin dar demasiados detalles, no quería dejar claro que Ada y ella no eran amigas. No sabía si esa mentira pudiese serle útil en algún momento, Ada sabía defenderse bien en palacio.

- Comprendo. ¿Qué tal tu dormitorio? - Cambió de tema Brielle sonriendo ampliamente y con la misma sencillez e inocencia que Evelyn recordaba.

- Está bien. Es muy elegante, como todo el palacio. Las chicas son agradables también.

- Sí, en mi dormitorio igual. Aunque me hubiese gustado tanto haber caído en el mismo. - Comentó Brielle sonriendo con tristeza y agachando la mirada ligeramente.

- A mí también.

- Vaya, te han dejado increíble Evelyn. - Azalea se acercó a ambas chicas, acompañada de Bianca.

    Azalea llevaba un vestido amarillo oscuro, casi dorado, que hacía un hermoso contraste con su tono de piel moreno. Bianca, al contrario, llevaba un vestido de un verde pastel bastante claro, parecía que todo su ser irradiaba blancura y pureza.

- A vosotras también. - Añadió Evelyn, sonriendo honestamente. - Ah, ella es Brielle. Brielle, Azalea y Bianca.

- ¿Son amigas tuyas? - Preguntó Brielle observando a las chicas que se habían acercado con una ligera sonrisa.

- Sí, somos del mismo dormitorio. - Respondió Azalea, aunque no esbozó una amplia sonrisa, sino una fina pero elegante.

- Encantada. Cuántas más amigas tengamos mejor. - Comentó Brielle con demasiada ternura. Sonrió y le ofreció un abrazo tanto a Azalea como a Bianca.

- ¿Sabéis? Ha habido una chica más eliminada. - Susurró Bianca, acercándose algo más al resto de jóvenes y hablando con tono confidencial.

- ¿Hoy? ¿Ya? - Preguntó Azalea sorprendida.

    Bianca asintió orgullosa de haber recogido la información.

- ¿Cómo lo sabes? - Preguntó Brielle, son terminar de creerla.

- Bueno, mientras me preparaban ha llegado una chica y le ha contado a la mujer que le estaba arreglando que había podido ver al príncipe Kristian.

    Las tres chicas escuchaban con atención la respuesta de Bianca, sin interrumpirla lo más mínimo.

- Resulta que el príncipe ha esperado a que apareciese la chica que estaba buscando y le ha pedido ir a un sitio más privado. Después, un par de seleccionadas han visto llegar a la chica que había ido a hablar con el príncipe. Estaba llorando y se dirigía a recoger sus cosas.

- Están yendo muy rápido con las eliminaciones, ¿No creéis? - Preguntó Azalea una vez Bianca hubo terminado de hablar.

- Eso me pone nerviosa. - Susurró Brielle, cerrando las manos en puño alrededor de la tela de su vestido. - ¿Y si nos eliminan?

- Nos vamos a nuestra casa. - Respondió Azalea sin pensarlo mucho.

- Yo... Espero que no me eliminen en esta primera semana. - Confesó Evelyn en apenas un susurro, aunque se sentía lo suficientemente cómoda para decirlo. Además, así podría fingir que realmente estaba enamorada de alguno de los príncipes.

- No te preocupes, no eliminarán a la chica de los seis minutos tan rápido. - Comento con una sonrisa amplia Azalea.

- Sí, estoy de acuerdo. - Asintió Bianca.

- Permaneceremos en palacio. - Añadió Brielle, abrazando con cariño a Evelyn.

    Evelyn pensó que tal vez, si contaba con buenas amigas, la estancia en palacio no sería tan dura.

    No pudo evitar recordar las palabras del príncipe Stefan la primera vez que lo vio: "He pensado que voy a ayudarte a hacer amigas". Lo hubiese hecho verdaderamente con esa intención u otra, le había ayudado.

    No tuvieron que esperar mucho más para dirigirse al comedor.

    Esa vez, y a partir de entonces, la familia real si estaría presente a la misma hora. Nada más entrar y ver a los reyes y a sus hijos ya sentados en la mesa consiguió poner nerviosas a prácticamente todas las chicas.

    Evelyn tuvo la ligera sensación de que le observaban, pero descartó ese pensamiento tan pronto como le comenzaron a servir el desayuno. Había de todo, desde frutas que Evelyn jamás había visto hasta las mieles más dulces que podría probar. Tostadas, pasteles, infinitos tipos de galletas, magdalenas... Era impresionante la variedad de comida con la que contaban. Evelyn deseaba permanecer todo el tiempo posible en palacio, además de para ayudar a su familia, para poder aprovechar al máximo las horas de comida.

    Mientras disfrutaba de los manjares y mantenía cortas conversaciones con las seleccionadas a sus lados, Evelyn aprovechó para observar a los reyes, ya que era la primera vez que los veía tan de cerca.

    El rey, Niels, era un hombre alto y de hombros anchos. Con la mandíbula cuadrada y el semblante serio. Su madre le contaba que, cuando era más joven, era un hombre realmente apuesto; la edad comenzaba a notársele, aunque aún le quedaban años de completa actividad.

    Su esposa era prácticamente lo contrario a él. Era más bajita y varios años más joven, pero siempre tenía una sonrisa en el rostro. El carácter alegre que Evelyn siempre había visto en la reina era muy parecido al que había apreciado en Stefan, la misma sonrisa y el mismo desparpajo. No le sorprendió que precisamente Greta fuese la elegida de su generación de seleccionadas, era una mujer extrovertida y agradable y muy humilde.

    Saltaba a la vista qué hijo se parecía más a qué progenitor, aunque eso era la primera impresión; Evelyn pensó que tal vez, si llegaba a conocer a los príncipes podría darse cuenta que la sensación que tenía de ellos estaba algo desencaminada, pero para eso había que conocerlos, y Evelyn no estaba muy emocionada con la idea.




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