La selección

XXVI:

    Evelyn se despertó más animada que los días anteriores. Se levantó de la cama con una sonrisa dibujada en el rostro y hasta tuvo que despertar a Azalea para que no llegasen tarde.

    El no tener clase y poder descansar le parecía impulso suficiente para deleitarse con el maravilloso desayuno y aprovechar ese día y disfrutarlo todo lo que pudiese. Estaba deseando escribirle la carta a sus hermanos cuanto antes, tenía tantas cosas que contarles, aunque no hablaría de la actitud que la mayoría de chicas tenían hacia ella, no quería preocuparlos.

- ¿Dónde está Lulú? - Preguntó una seleccionada, voz en grito, cuando entró en el gran vestidor y no encontró a las mujeres que les preparaban todas las mañanas.

    Evelyn aprovechó esa intercesión para fijarse en las presentes en la sala y, efectivamente, no había ninguna de las mujeres que les habían preparado los días anteriores.

- Descansando, ¿O pensáis que van a estar a vuestra disposición todos los días? Solo están entre semana y en ocasiones especiales. - Explicó la señorita Elise manteniendo su porte estricto y observando a todas las seleccionadas con los ojos ligeramente achinados y el entrecejo fruncido.

    Si bien a Evelyn esa noticia no hizo más que alegrarle, más si podía, su día, tuvo que fingir que era lo peor que había escuchado en meses para pasar desapercibida entre el resto de seleccionadas. Las chicas se quejaban y lamentaban por no contar con la magnífica ayuda que tenían a la hora de escoger vestido, complementos y sobre todo maquillarse.

    Evelyn se paseó por los percheros, pasando por alto los tocadores, y buscó un vestido sencillo que le permitiese moverse cómodamente durante el día entero. Se decantó por uno de color verde, aunque era de un verde muy sutil. Era de tafetán, aunque la falda contaba con un par de finas capas de tul, y tenía dos tirantes y el diseño, que se ajustaba perfectamente a su cuerpo.

    Descartó si quiera la idea de maquillarse y llevar accesorios y escogió los tacones más bajos que pudo encontrar: unos blancos que se le aseguraban al tobillo. Y eso porque tuvo la decencia de ponerse unos tacones, si supiese que no se encontraría con ningún miembro de la familia real llevaría las mismas manoletinas que se ponía antes de dormir y al despertarse.

    Obviamente también descartó la idea de hacerse algún peinado elaborado, se dejó el pelo suelto y esperó a que el resto de sus compañeras terminasen.

    Las seleccionadas que quedaban no parecían estar tan tranquilas como Evelyn y muchas de ellas llegaron incluso a hacer desastres con el maquillaje por no contar con demasiada experiencia pero querer hacer lo mismo que hacía Lulú.

- Has terminado muy pronto. - Comentó Bianca acercándose a Evelyn cuando esta llevaba ya cerca de quince minutos esperando.

- Sí, he pensado que era mejor mantenerse sencilla.

- Yo igual, si de todas formas no voy a tener citas con los príncipes.

    Bianca llevaba un vestido gris, aunque se veía prácticamente blanco y también había optado por dejarse el pelo suelto. Aunque ella si había decidido ponerse un collar y unos pendientes, incluso una pulsera de perlas blancas que casi se camuflaba en su piel. Sonreía constantemente entretenida, observando cómo la mayoría de seleccionadas se angustiaban.

- No puedo evitarlo, pero me resulta gracioso. Los príncipes no van a reconocer a muchas de las seleccionadas. - Comentó Bianca riendo disimuladamente.

    Evelyn, que ya estaba de buen humor, se contagió de la risa de su amiga y se unió a ella.

- ¿Cómo estás? - Preguntó Bianca varios minutos después.

- Bien, ¿Por qué lo preguntas? - Respondió Evelyn ciertamente algo confusa.

- Por lo de anoche.

- Ah, por eso. Bien, estoy bien.

- Espero que de verdad lo estés. Supongo que sabrás que ya hay rumores, entre las seleccionadas.

- Sí, comenzaron el primer día que llegué a palacio. - Especificó Evelyn sonriendo.

- Creo que los rumores irán a más. Me preocupa.

    Evelyn le dedicó una amplia sonrisa a Bianca, no dejaría que lo que dijesen varias seleccionadas le afectase, ella estaba allí para ayudar a su familia y nadie le iba a impedir permanecer en palacio todo lo que pudiese, solo los príncipes.

- No te preocupes, pueden decir lo que quieran de mi, yo sigo aquí en palacio.

- Me tranquiliza escuchar eso. Está bien, necesitas ser fuerte, y más si aspiras a ser reina. - Comentó Bianca, volviendo a sonreír y centrando nuevamente su atención en las seleccionadas que seguían arreglándose, o al menos lo intetaban.

    Evelyn no quiso aclararle que ella no buscaba ser reina ni enamorar a los príncipes, lo último que le faltaba era que todas las seleccionadas que hablaban de ella a sus espaldas supiesen que solo estaba allí por el dinero.

    De las mañanas que había estado Evelyn en palacio, esa fue la que más tardaron en ir a desayunar a causa de las crisis que tuvieron algunas de las seleccionadas.

    Cuando entraron en el comedor Evelyn observó con detalle las reacciones de los miembros de la familia real y tuvo que disimular la risa con una ligera tos: a la reina y al príncipe Kristian se le abrieron los ojos tanto, al ver los desastres que iban hechos algunas de las chicas, que la expresión que se formó en sus rostros no tenía precio.

    El rey sin embargo, apenas reaccionó y mantuvo la seriedad que le caracterizaba. Lo mismo hizo Stefan, disimuló la reacción de tal manera que parecía que ni siquiera se había dado cuenta.

    Evelyn escuchó varios lamentos mientras disfrutaba de su desayuno y, aunque sí se sintió algo entristecida por las seleccionadas que se lamentaban, se decidió por no ofrecerles ninguna palabra de consuelo; más que nada porque no habría sabido qué decir.

    Tras el desayuno por fin se les ofreció total libertad a las seleccionadas. Aunque esa "total libertad" estaba bastante limitada: solo podían salir de palacio para ir a los jardines internos y tenían prohibido entrar en infinitud de habitaciones que nombraron dedicadamente y que Evelyn no escuchó.




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