Estuvo ayudando a limpiar hasta que fue la hora de la comida y tuvo que dirigirse al comedor, no sin antes preguntarle a las mujeres si seguirían por la tarde.
- Limpiando no, lo más seguro es que estemos en las cocinas. - Le respondió la más alta, la de las pecas.
Evelyn asintió y se despidió de ellas formulando un "hasta luego". Estar con ellas ayudando le había servido para distraerse y, aunque pareciese mentira, el tiempo se le había pasado mucho más rápido. Estaba decidida a ir a las cocinas por la tarde y permanecer con esas mujeres más tiempo; al fin y al cabo, tampoco tenía más cosas por hacer.
Ni siquiera se cambió las manoletinas por los tacones antes de entrar al comedor ni se soltó la coleta baja, ya desecha, en la que se había recogido el pelo antes de empezar a limpiar. Pero su aspecto no le importó en lo más mínimo, de todas formas ya hablaban de ella a sus espaldas.
- ¿Dónde has estado? - Preguntó Brielle al verla tan diferente a como cuando la maquillaban y preparaban.
- De aquí para allá. - Le respondió Evelyn, sonriendo y sin darle detalles. No es que no se fiase de su amiga, que podría ser posiblemente el ser más puro que había conocido, simplemente no quería aburrirla con su forma de "entretenimiento" dentro de palacio. - ¿Y tú?
La chica pelirroja se llevó la mano a la boca nada más escuchar la pregunta y las mejillas hicieron juego con el color de su pelo.
- El príncipe Stefan me ha pedido una cita. - Le respondió, completamente emocionada y ligeramente orgullosa.
Evelyn se alegró incluso más que ella al escuchar aquellas palabras. Por fin el príncipe comenzaba a actuar normal, al menos uno de ellos. Sabía que la personalidad y apariencia de Brielle le agradaría al instante y esperaba que a partir de ese momento continuase teniendo citas con más seleccionadas. Así tal vez podrían dejar de prestarle tanta atención a ella.
- Eso es estupendo. - Susurró Evelyn feliz.
- Sí, es esta tarde. Solo daremos un paseo por los jardines, pero me parece más que suficiente.
Brielle hablaba con tanta ilusión que sus ojos parecían brillar y toda su persona irradiaba más luz que de costumbre. Y Evelyn se alegró por ella, porque su amiga se notaba que sí estaba enamorada.
- Bueno, para una primera cita está bien, ya verás como acaba pidiéndote más. - Le alentó Evelyn, disfrutando de la comida posiblemente más que antes.
- Eso espero, aunque también quiero que el resto de chicas puedan tener una cita con él... - Susurró Brielle con una expresión tan dulce que Evelyn casi se derrumba.
- Sí, seguro que la tendrán, pero tú tienes que aprovechar tus citas al máximo Brielle, no te preocupes por el resto de seleccionadas mientras estés con el príncipe.
- Está bien, no lo haré.
La felicidad de Brielle era tan notoria que Evelyn sintió que Stefan le dedicaba miradas de vez en cuando, sonriendo como de costumbre y buscando establecer contacto visual con la joven pelirroja.
- ¿Podría pedirte un favor? ¿Podrías ayudarme a prepararme antes de mi cita?
Evelyn se quedó perpleja unos pocos segundos, asimilando la pregunta. No quería decepcionar a su amiga, aunque no tenía ni idea de maquillaje y era pésima para escoger vestidos y complementos. Casi al instante le apreció la imagen de Azalea en la mente, con su porte, elegante y su carisma, ella parecía saber lo necesario.
- Yo... No sé mucho. Pero puedo preguntarle a Azalea, estarás guapísima. - Le respondió, sonriéndole a su amiga contagiada por su entusiasmo.
- ¡Estupendo! Muchas gracias.
- No tienes que darlas.
Terminaron de comer de estupendo humor y, tras descansar una media hora en la que Brielle se ponía cada vez más nerviosa, Azalea, Bianca, Evelyn y ella se dirigieron al gran vestidor para prepararla para su primera cita con uno de los príncipes.
Aunque básicamente fue Azalea quien la preparó: Bianca y Evelyn permanecieron más al margen, manteniendo breves pero entretenidas conversaciones mientras observaban como Azalea obraba milagros.
Azalea era una chica de buena familia, de un estatus elevado y con soltura económica. Sus padres tenían el dinero suficiente como para proporcionarle a ella y a su hermana pequeña casi todos los caprichos que le surgían. Así acabó Azalea aprendiendo a maquillar y diseñando sus propios vestidos.
Eso, sumado a su natural estilo de la moda, habían convertido a Azalea en una joven capaz de alcanzar resultados casi tan fascinantes como los de Lulú. A Evelyn no le sorprendió entonces que Azalea siempre estuviese perfecta, incluso en fin de semana cuando ninguna mujer le ayudaba a prepararse.
- Ya estás. - Anunció la joven morena con una sonrisa triunfante en el rostro.
Brielle estaba realmente espectacular. Llevaba un vestido verde, de la misma tonalidad que sus ojos; tenía un escote en forma de corazón, que ensalzaba su pecho, y era ajustado hasta llegar casi a la altura de las caderas, por lo que también acentuaba su cintura. La falda era plisada, aunque de bandas anchas, y se ataba con una fina cinta alrededor de la cintura.
El conjunto lo completaba con unos tacones, demasiado altos para el gusto de Evelyn, claros adornados con pequeñas piedrecitas, una gargantilla plateada y unos pendientes en forma de aro, no muy grandes, recubiertos por diamantes.
Además, Azalea le había peinado y maquillado: un semirrecojido, simulando una diadema con su propio pelo trenzado y una selección de tonalidades neutras, con un toque de verde, que hacían destacar sus ojos mucho más de lo que ya lo hacían normalmente.
- Estás increíble. - Susurró Evelyn realmente fascinada por el trabajo que había hecho Azalea; Brielle estaba radiante, su apariencia complementaba su personalidad perfectamente, parecía una verdadera princesa.
- Sin duda llamarás la atención del príncipe. - Aseguró Bianca, pidiéndole posteriormente a Azalea que le preparase a ella también si tenía una cita con alguno de los príncipes.
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Editado: 06.08.2024