La selección

XXXV:

- Claro que sabemos lo del examen, lo dijeron el primer día.

- No mi primer día. - Rebatió Evelyn a su amiga morena.

Bianca se echó el claro pelo hacia atrás con delicadeza mientras se reacomodaba en la cama de Evelyn intentando no darle a Azalea.

- Hasta se me había olvidado. - Confesó.

- Pero a ti se te olvida casi todo Bianca.

- Por eso sé que no aprobaré el examen, ¿Por qué debería preocuparme por él? - Le explicó Bianca a Azalea encogiéndose de hombros ligeramente y con una sonrisa.

- Yo te puedo ayudar a estudiar, a las dos.

Azalea se ofreció a ayudarlas porque le encantaba enseñar cosas a la gente, y encima eran sus amigas, lo haría encantada.

- Conmigo no te molestes, suspendería igual y encima te acabaría sacando de quicio. - Susurró Bianca denegando la idea y haciendo vagar su vista por el ajetreo de la habitación.

- Yo no quiero ser una molestia, podría retrasarte, no he escuchado ni una sola clase desde que llegamos.

- Está bien, Evelyn, estoy segura de que aprendes rápido.

- Eres tan buena. - Comentó la joven de blanca tez volviendo a centrar su atención en sus amigas.

- Ya me dirás cómo te lo pago. - Le dijo Evelyn a la joven morena. No le gustaba deberle nada a nadie, le devolvería el favor a Azalea, de eso estaba segura.

- Consiguiéndome una cita con Stefan. - Le respondió Azalea echándose a reír.

Bianca y Evelyn le siguieron, pero Evelyn se tomó totalmente en serio ese comentario. Hacía bastantes días que no hablaba con su maravilloso amigo Stefan a solas pero, si pudiese mantener una corta conversación con él y pudiese hablarle de Azalea... No podía ser tan difícil.

- Menos mal que mañana es viernes. Las clases hacen que los días en palacio se hagan eternos. - Se quejó Azalea mientras se preparaba para bajar a su litera.

- La verdad es que sí.

- Buenas noches Evelyn.

Bianca y Azalea se despidieron de su amiga y cada una se fue a su cama respectivamente para dormir y descansar antes de levantarse horas después para volver a ir a clases con la señorita Elise.

* * *

Las dos próximas semanas Evelyn tuvo que dejar las tareas de limpieza y cocina los sábados y domingos para centrarse en estudiar para el examen que tenían.

Entre medias recibió una carta de respuesta de su familia, que no pudo leer hasta que no pasó por todos los miembros de la familia real y varios aconsejadores y hubieron considerado que no incluía nada sospechoso.

En ella le expresaron sus máximos deseos de que la estancia en palacio continuase siendo igual de agradable, Kaira intentaba convencerla para poder visitarla, Sven le preguntaba por los libros que allí había, su madre le pedía que se cuidase, Elyan que sacase partido de la situación y disfrutase todo lo posible y Caspian que tuviese cuidado.

Le encantó que su hermano mayor y su esposa también pudiesen participar en la carta, que ocupaba varias hojas. Se sintió enormemente feliz al recibirla y leerla, pero al mismo tiempo experimentó nostalgia; tampoco había pasado tanto tiempo desde la última vez que los había visto pero no podía negar que los echaba de menos.

Aunque la mayor parte de su atención estaba dedicada a los libros que debía empollarse y los conocimientos que no se veía capaz de aprender.

- Vamos, no es tan difícil, tú puedes. - Le animó Azalea por décima vez en la tarde.

Estaban en el dormitorio esperando a que les preparasen para ir a la entrevista, la quinta de Evelyn. En esas dos semanas se había notado cómo habían disminuido drásticamente las seleccionadas, ¿Cuántas quedarían? Evelyn no sabía el número exacto, pero dudaba que distase mucho de la mitad.

Habían aprovechado para repasar lo que Azalea les había explicado esa misma mañana en un rato que habían tenido. Cosas que ni Bianca ni Evelyn recordaban.

- Estudiar no es lo mío. - Comentó Bianca encogiéndose de hombros y dejándose caer en el colchón por completo.

- Todo es querer y ponerse.

- ¿Cómo haces para enterarte de todo? - Le preguntó Evelyn imitando la postura de Bianca y tirándose en el colchón al lado de su amiga.

- Llevo estudiando desde pequeña e incluso le he pillado gustillo a hacerlo. - Les respondió Azalea sonriendo con tanta elegancia que no parecía real.

- No me lo puedo creer. - Susurró Bianca. - En mi vida se me pegará algo así.

- Yo es que solo estudié hasta los once, la educación básica.

- Y yo.

Bianca y Evelyn se entendían mejor en ese aspecto: ambas eran de familias algo pobres, y el destino de los hijos de esas familias era precisamente ponerse a trabajar cuanto antes.

- Vaya. Bueno, ahora podéis estudiar todo lo que no pudisteis de más pequeñas.

Las dos jóvenes soltaron un suspiro casi al unísono e incluso agradecieron que les llamaran para ir a prepararse para la entrevista.

Era la tercera semana que Marian ayudaría a Evelyn a arreglarse y la seleccionada estaba cada día que pasaba más contenta con su trabajo.

Para esa entrevista Marian había decidido vestir a Evelyn con un vestido ceñido de color turquesa, de escote en forma de corazón pero con tejido calado cubriéndole los hombros y la mitad de los brazos.

Unos tacones plateados, accesorios y, nuevamente ese día, el pelo recogido en un simple pero elegante moño.

A pesar de que solamente era la quinta entrevista a la que Evelyn iba, ya había aborrecido la rutina. Todos los miércoles debía arreglarse de más para ir a sentarse con el resto de seleccionadas en un plató, en el que la temperatura era demasiado elevada, intentando verse perfecta para toda la gente de Xirian. Muchas veces deseaba ser eliminada para dejar de pasar por cosas así.

Al menos contaba con la compañía de Brielle, que demostró ser una gran amiga, y Azalea y Bianca, con las que compartía dormitorio y con las que en las últimas semanas se había hecho muy cercana. Ada estaba extrañamente tranquila, y Evelyn siempre tenía un pellizco que le advertía que estuviese alerta, pero ella parecía querer quedarse al margen y no intervenir en su vida en palacio. No podía negarlo, lo agradecía.




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