Todo era felicidad, y la gran flor disfrutaba de todo lo que soñaba y anhelaba cómo lo era cantar, bailar y poner ambiente en el lugar y mucha alegría a todas las flores del prado. Hasta que un día desde las nubes una gran mano salía, dirigiéndose a la gran flor todos quedaron impactadas, pero ellas sabían quién era, la gran mano tomó con dos dedos al diamante y lentamente la mano regresaba al cielo.
–Diana, disfruta tu vida – Le grito la gran flor–
–Adios amigo, es mi turno, mi hora ha llegado, tranquilo estaré bien.
–Sigue así que lo estás haciendo muy bien. –Grita Diana–
–Querida amiga, eres muy valiosa y mereces ser ese gran anillo de bodas que tanto anhelas ser.
–Sí, no te olvidaré amigo. espero verte de nuevo.
Y así fue que la semilla logró ser esa gran flor que la vida tenía destinado para él. Y Diana fue recogida por por un Dios donde probablemente sea tallada por los mismos ángeles para convertirse en ese anillo de bodas que tanto deseaba.
FIN.