La semilla del caos - El viaje del caballero

Parte 1

Despacio por el sendero, Lynette iba en su caballo junto a Cletus, el consejero de su familia. Salían del pueblo Villadosrosas después de una visita para consolidar una alianza. Su padre, Lord Walter Moller, señor de Torre la Doncella, quería casarla y asegurar una unión antes de morir. Era un hombre adulto y debía asegurarse de que su hija y heredera tuvieran un buen marido. Su padre, quien no pudo viajar, había mandado a su consejero: «Cletus era el magistrado de la fortaleza y un gran consejero de Lord Walter.» La posible unión sería entre el señor de Villadosrosa, Lord Argus Birchwood, un señor poderoso del reino de los ríos y un gran candidato para la mano de su hija. Junto a ellos iba el consejero de Lord Argus, Aldo, quien iba hablando con Cletus como si Lynette no estuviera ahí con ellos: —Dile a Lord Walter que mi Lord quedó satisfecho —se acercó más al magistrado y continuó,— es una joven bonita, tienes buenas caderas y lindos senos,  —rió— solo debemos acordar la dote, si a Lord Walter le complace, creo que todo podrá llevarse a cabo sin ningún inconveniente.

 

Lynette lo vio y adelantó el paso. A ella no le gustaba esa posible unión; Lord Argus era más viejo que su padre y ya contaba con tres matrimonios en su vida, tres esposas que ya habían fallecido. Vio de reojo hacia atrás y Aldo había dado vuelta hacia el pueblo. Cletus aceleró y fue junto a ella, comentó: —Puede ser una buena unión. —Sé que es viejo, pero tu padre pondrá condiciones favorables para ti, —Se acercaban a Torre la Doncella, añadió— Mi lady, sé que no es de tu agrado, pero tu padre hace lo mejor que puede.

En la fortaleza, Lynette fue directamente a su aposento. Aunque no era tarde, decidió dormir un poco antes de enfrentarse a su señor padre. Se desprendió de su ropa y se coloco su camisón. Le gustaba dormir cómoda y el camisón era de su agrado. Trató de olvidar todo su mal día, y luego de un gran rato pensando en su futuro sus ojos comenzaron a pesarles.

 

Estaba, como de costumbre, tirando con el arco. Llevaba su ropa favorita: chaleco de cuero con camisa color verde, pantalón a juego con unas botas de cuero, trenzas en su cabello y un carcaj a su hombro. Era la mejor arquera del reino, daba en el centro a todas sus dianas. Llevaba seis de cinco, una más y seria otro entrenamiento perfecto. Tomó la respiración, tensó el arco y tiró. El tiro le salió desviado y la flecha se adentró en el bosque. Enojada, dejó el arco en el suelo y fue a buscarla. Al cruzar las ramas de los robles, escuchó ruidos, le dio algo de miedo pero siguió, se fue entre las hojas y la vio a lo lejos, estaba ensartada entre la hojarasca del suelo, el ambiente dentro de bosque viejo se había vuelto hosco, neblinas, oscuridad y sonidos de búhos, cuervos y otra variedad de animales que rondaban esos paramos, «alguna ves cuando Cletus le daba clases de historia, le contó sobre bosque viejo, se decía que era la región mas vieja de todo el continente, seres de leyendas, historias de terror que se contaban en los pueblos a la luz de las brasas de una hoguera, o cuentos se que contaban a los niños antes de ir a la cama. se decían que vivían en el bosque antes que los primeros hombres llegaran al continente hace miles de años atrás.» al sentir miedo rió, se dijo: —que me sucede, soy una miedosa —. Giro y vio por donde había llegado, veía luz, se trató de tranquilizarse, camino devuelta cuando noto que el camino cada vez sea hacia mas lejano; comenzó a oír fuertes ruidos entre las ramas, los búhos y cuervos graznaban cada vez más fuerte, un lobo aúllo a lo lejos y otro le respondió, se oían los bichejos corriendo y escondiéndose entre la maleza. Vio de reojo hacia atrás y una sombra negra se aproximaba a ella, escondido tras los troncos de los arboles, se asusto y comenzó a correr, estaba agitada, corría y corría pero parecía nunca llegar a la salida, en un momento un bicho se interpuso en su camino y cayó al suelo, sintió un fuerte golpe en sus rodillas que recorrió a sus muslos bajos, unas lágrimas salieron de sus ojos por el dolor, al querer levantarse no podía; oía las pisadas entre la hojarasca y cada vez se asustaba más, se oían cada vez más cerca y cuando sintió una presencia arriba de ella, trató de acobijarse en el suelo, entre las hojas, pero esa cosa la dio vuelta, la giro y de su boca salieron palabras como advertencia talladas en los árboles, era un sonido que parecía retumbar entre los arboles e ir perdiéndose en el bosque: 

—¡No confíes! —¡No confíes! —la tenía agarrada de sus muñecas y cuando el sonido terminó esa cosa desapareció como el humo. 

Despertó de repente, había sido una pesadilla, aún sentía las muñecas adoloridas y sus muslos sentidos, saco las mantas de encima de ella y vio el panorama estaba en su aposento, la noche cernía, había dormido no más que unas horas... se sentó en la cama y pensó en su sueño «Esa cosa era un tipo de hombre de una rara forma, era muy alto, tenía un color marrón con verdoso en su cuerpo y en su rostro había hojas viejas que le cubrían dejando solo a la vista sus ojos cuales eran completamente verdes como un pantano.» se vio el pecho y el sudor era abundante, se decidió bañarse; su tina tenía agua caliente y un poco de agua le vendría bien para despejarse. 

Recostada en la tina, no podía quitar ese tipo de advertencia: "¡No confíes!" Que quería decir, a quien se referiría. Llamaron a su puerta: 

—Mi lady, mi lady —dijeron, era Cletus.

—si, —contesto 

—su padre la espera a cenar. —le informo el magistrado, su voz era gentil como siempre 

—esta bien magistrado, enseguida voy —Estoy tomando un baño. 

 

Al salir, paso por la estancia de Cletus, golpeó y dijo: 

—¿esta ocupado? — 

—mi lady, lord Walter está esperándola para cenar — El magistrado estaba sentado en su silla de madera, «su señor padre se la habia comprado porque el insistia que la suya estaba por romperse» leia algunas cartas y escribia en unos papeles; era su trabajo como magistrado de la fortaleza.




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