La Semilla del Mal

IV

Darian

NO sucedió absolutamente nada por la siguiente hora.

Los ejércitos de la orden estaban ordenados en fila esperando un gran ataque. Yo me encontraba al lado de Cassian que sostenía su ballesta impaciente y Gideon que se escondía detrás de una columna. Si realmente estuviéramos en peligro, un equipo como este sería lo peor que querría a mi lado.

—Necesito dormir, estas horas de belleza no se cobran solas —se quejó Cassian.

Ruedo mis ojos.

—¿No tienes el más sentido de deber?

—Solo conmigo mismo —sonríe.

—Si quiere ir a dormir, vete. Cuidaré el fuerte.

—¿Y dejar que te lleves toda la gloria si pasa algo? Ni muerto.

—Eres patético —niego con la cabeza.

Cassian es un buen luchador, de los mejores que tenemos en la orden, pero su defecto más grande es que es un total narcisista. Hace competencia con Narciso y eso es decir poco.

Es un compañero agradable cuando no habla de sí mismo. Podría decir que su talento más grande debe ser mantener su cabello estático y sin despeinarse después de un enfrentamiento. Me recordaba al príncipe encantador de Shrek, moviendo su cabello rubio con el viento.

Tampoco diría algo así en voz alta.

—¿Alguna vez pensaste en morir? —me pregunta de la nada.

—¿Cómo todos los días? —regreso.

—Hablo enserio, morir como estar muerto. Tres metros bajo tierra.

Sonrío.

—¿Morir como estar muerto? —me burlo.

—Eres un imbécil. ¿Te lo dicen seguido?

—Todo el tiempo.

—¡Propongo un beso para reforzar para amistad!

Una voz alegre habla detrás de nosotros. Me encuentro de cara con Elias Rain, otro miembro de la orden y de mi equipo.

Cassian junta sus cejas.

—Si piensas que mis gustos van a caer tan bajo… —le reclama casi ofendido.

Puede que no me gusten los hombres, pero estoy un poco ofendido también.

—¿Por qué tus gustos caerían bajo? Soy un buen partido.

Rain suelta una risita.

—Tengo algunos compañeros por ahí a los que les gustaría escuchar eso, Darian.

—Eres tan buen partido como cualquier demonio que matamos. Vamos, Darian, das toda la vibra de ser el tío dominante y tóxico que manda a terapia —argumenta Cassian.

¿En qué momento pasamos a discutir un tema así?

No tenía ni idea.

—Me gustan los tóxicos —comenta Rain.

Pongo mis ojos en blanco.

—Es una lástima Rain, no me gustan los hombres. Pero si lo hicieran, tampoco elegiría a Cassian, ¿quién quiere a Narciso de pareja?

—¿Se supone que eso sea un insulto?

Entre toda nuestra discusión de gustos inexistentes en hombres, Gideon se asoma mirando hacia el cielo con terror.

—¿Ya pasó? —pregunta.

—Todavía no nos morimos —regresa Cassian —. Vuélvete a esconder.

Rain se echa a reír.

—No puedo creer que este es equipo que me toca en el apocalipsis —comento.

—Oye, no tenemos que quedarnos con dudas. Yo saldría con cualquiera de ustedes.

—¿Acaso hay a alguien con quién no? —se burla Cassian.

Estaba por seguir aquel juego, hasta que escuchamos un silbido extraño que se parecía a un instrumento desafinado resonando por las calles y solo nosotros podíamos escucharlo. En aquel momento, todos nos quedamos inmovilizados, el silbido se detuvo de forma abrupta y el silencio reinó

Entonces escuchamos una voz entre lejana con mucho eco. La voz de una mujer:

El destino no se puede deshacer y lo que estaba escrito sigue marcando el futuro del mundo.

La semilla del mal resurgirá al cumplimiento de veinticuatro primaveras y en esta última se cumplirá. Solo entonces el verdadero peligro comenzará.

Pero hay esperanza para la supervivencia de todos si la amenaza es eliminada antes de la última primavera. Hay esperanza para todos si la semilla es ahogada desde su fuente antes de que resurja.

Los hijos de la noche y las hijas de la luna tendrán que trabajar juntos para acabar con la mayor amenaza de todos si quieren un mundo mejor.

La voz del oráculo corta la profecía y el cielo que estaba rojo ahora regresa a su tono oscuro habitual. Miro alrededor, sintiendo como si acabara de despertar de un largo sueño. Hasta entonces, nunca había escuchado a un oráculo hablar. Como si fuera alguna clase de realidad alterna que solo yo pude escuchar.

A diferencia de la primera profecía, esta marca un tiempo. Marca detalles que no conocíamos. La semilla del mal está cerca, entre todos nosotros y no solo eso, estamos a tan solo meses de que despierte su verdadero poder. Miro a mis compañeros, pero todos parecen igual de desconcertados que yo. Los hijos de la noche y las hijas de la luna tendrán que trabajar juntos? ¿qué clase de idea estúpida es esa?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.