La Semilla del Mal

XI

Darian

CUANDO regresamos al instituto de la orden, me siento bastante mareado. En las últimas horas he tenido que soportar la idea de que Lavinia Raven haya sido elegida como parte de la misión. Y es que no solo Lavinia parece ser todo lo contrario a las de su especie, sino que también es prácticamente una humana sin poderes.

Sumado a eso, hay algo más que me hizo casi perder el control en aquel auditorio. Si tan solo ella comprendiera que mi odio va más allá de su especie y pésima actitud, si tan solo supiera que su progenitora es la causante de todos mis problemas.

Si ya odiaba a Lavinia Raven, ahora no hay forma humana en este mundo que pueda soportarla. Desde que la conocí, sabía que había algo extraño con ella. Algo que me recordaba a ese rostro blanco y pálido que me encontré hace muchos años encima de mis padres muertos. Al principio, lo atribuí a un parecido físico, pero justo antes de aquella reunión la vi a ella.

A esa mujer.

Iba caminando con una seguridad que nadie portaba y llamaba la atención de todos. Cuando la vi ingresar en aquel auditorio, pensé que lo estaba imaginando y que era parte de mi mente y deseo de venganza. Sin embargo no fue así, ella era real y cuando pregunté, todas mis dudas tuvieron una respuesta.

—Es Elyra Raven, una especie de leyenda entre ellas —me había comentado Xander.

No tuve que preguntar más para entenderlo, el parecido físico era demasiado obvio. Y el apellido Raven. La única diferencia entre Elyra y su hija es que Elyra no parece una mujer estúpida en comparación. Su parecido físico es lo único que tienen en común, mientras que Elyra va por el mundo con seguridad y con una mirada fría, su hija es un desastre impulsivo qué no puede mantener la boca cerrada.

Xander me mira, estamos vigilando una de las áreas cercanas al instituto de seres sobrenaturales. Como es de esperarse, nada interesante ha pasado.

—¿Qué es lo que te pasa con aquella bruja? —pregunta.

Seguro escuchó de aquella pelea con Lavinia.

—Nada, solo que es una farsante.

—No me parece una farsante.

Pongo mis ojos en blanco. Xander tiene la particularidad de negarse a ver lo malo en las personas.

—Esa bruja no tiene nada de poderes, ¿cómo es posible que su grupo la haya elegido para esta misión sabiendo que es tan débil?

Él alza sus hombros.

—No la conozco lo suficiente, pero por lo que vi a ahí, ella tiene otro tipo de fuerza.

Aprieto mis labios, tratando de contenerme.

—¿Cómo cuál? —pregunto a regañadientes.

—Hay muchos tipos de fuerza, Darian. Y no todos ellos tienen que ver con los poderes sobrenaturales o la fuerza física.

Pone su mano en mi hombro, como si intentara uno de sus discursos. Solo es mayor que yo por dos años, pero a pesar de eso, siempre ha tenido más sabiduría que yo.

Quisiera decirle que Lavinia no es así, que no es más que una mentirosa más. Pero me niego a pelear con él. Así que tendré que demostrar ante todos quien realmente es, solo necesito un par de días. Por lo mientras debo soportarla hasta encontrar un plan donde pueda deshacerme de ella.

Intento pretender que escucho su consejo, aunque en el fondo me es imposible. Xander me deja en el centro de vigilancia y yo tengo que hacer un esfuerzo por no pensar en la serie de desastres que me esperan al lado de Lavinia Raven.

Saber que su madre fue la causante de la mayor de mis desgracias es solo el inicio. Elyra y Lavinia Raven son un par de brujas arrogantes qué creen tener el mundo a sus pies. Por ello necesito encontrar las pruebas para descalificarla en esta misión. Miro hacia el oscuro cielo nocturno y veo la luna brillar.

«Es simplemente una humana» pienso.

Quizá deba iniciar por ahí.

***

Camino alrededor del callejón donde me he citado con Lavinia para iniciar con nuestros planes de misión. Tuve un par de días para analizar la situación y llegué a una conclusión: necesito asustarla.

A simple vista, Lavinia Raven da la ilusión de ser valiente, intrépida, pero algo me dice que solo pretende serlo porque en el fondo es una humana más. Según su mismo aquelarre ni siquiera ha presentado algún signo de poder y eso ya dice mucho de ella.

Mi idea es bastante simple. La he traído a un sitio donde sé que saldrá corriendo. Será suficiente para que desista de la misión y me asignen a un nuevo compañero. Miro mi reloj y noto que ya son cerca de las nueve de la noche. Entonces veo una silueta delgada caminar dentro del callejón en donde me encuentro. Es ella.

Muy fácil de distinguir con su típica ropa negra, y collares de cuentas. Lleva un vestido negro largo y botas militares. Su cabello oscuro, cae como una cortina de sombras. Si alguien la viera de lejos podría dar la ilusión de ser aterradora. Entonces sus ojos igual de oscuros y llenos de sombras se alzan para encontrarme. Solo distingo un destello extraño y no estoy seguro de que se trate de una buena impresión. Sé que me odia tanto como yo la odio a ella.

Se cruza de brazos.

—¿Y qué? ¿Vas a quedarte ahí como un psicópata mirando desde la oscuridad? —dice.

Camino hacia ella y señalo mi reloj.

—Llegas tarde.

—Quedamos a las nueve —refuta.

—Y son las nueve con diez.

Pone sus ojos en blanco.

—Seguro fue una tortura esperarme por diez minutos más —comenta con sarcasmo.

—Simplemente no tienes ningún respeto por la reglas, ¿verdad?

Por un segundo creo que va a contestarme, pero decide cambiar el tema.

—¿Por qué me has citado aquí?

Demoro un poco en decirlo, necesito actuar como si de verdad dudara de lo que voy a decir.

—Tengo una pista sobre su paradero. Sé que es demasiado pronto y todavía no salimos en misión oficialmente, pero creo que no podemos ignorarlo.

Eso en definitiva levanta su interés.

—¿Qué has encontrado?

—Ciertos desastres, a unas calles de aquí. Necesito que patrullemos, sugiero que tú tomes las calle de la izquierda y yo de la derecha.




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