La Semilla del Mal

XIII

Darian

EN LOS días siguientes, me encuentro en un estado de constante ira que no me ayuda a concentrarme con nada. Incluso Cassian comienza a molestarme diciendo que aquella brujita se ha metido en mi mente.

No es del todo una mentira.

Desde que intenté, sin éxito, asustar a Lavinia Raven con uno de los demonios de la orden todo se ha ido en pique. Si soy realmente honesto no pensaba matarla de verdad, solo era asustarla y ya. Alejarla de la misión.

Pero me encuentro con una Lavinia llena de sangre y un demonio desaparecido. El sitio parece una escena del crimen y no encuentro explicaciones para todo eso. ¿Cómo una bruja carente de poderes pudo sobrevivir al ataque de un demonio? No tenía protecciones y eso no es lo más extraño de todo. La sangre y la desaparición no es una coincidencia. Sé que ella tuvo algo que ver en eso, pero todavía no logro entender qué.

Es un maldito misterio y la odio aún más por eso.

Quizá no debí forzar tanto las cosas. Podría acusarme con su aquelarre, podría decirle a la orden. Hay toda una serie de consecuencias que pueden ser graves y todo por una decisión estúpida de alejarla, razón que me molesta más. ¿Por qué Lavinia Raven ha logrado lo que muchos no hacen? ¿Por qué mis acciones se están convirtiendo en algo involuntario, algo impulsivo?

Recorro los pasillos del instituto con rapidez hasta encontrarme con Gideon, quien como es de costumbre está caminando con sigilo como si esperara el ataque de un demonio a las tres de la tarde. Después lo veo inclinarse en uno de los barandales, como si observará algo a lo lejos.

—¿Qué haces? —le pregunto llegando desde atrás.

Gideon salta al escuchar mi voz. Me recuerda a uno de esos perritos pequeños y asustadizos. Sus ojos encuentran los míos con sorpresa y se aleja del barandal.

—¡Darian! Estábamos en actividad, yo había logrado pasar los ejercicios de Xander ¿puedes creerlo?

Por supuesto que en el mundo de Gideon pasar unos simples ejercicios de la orden debe considerarse un gran logro, teniendo en cuenta que desde que llegó no ha hecho más que crear problemas.

Le doy una sonrisa.

—Eso está muy bien Gideon, vas avanzando. ¿Entonces qué hacías viendo hacia el patio?

—Ahí es donde se pone interesante, apenas estaba terminando mis ejercicios cuando llegó ella. La bruja —mira hacia los lados y se estremece.

Sé que Gideon se asusta con cualquier cosa, pero no tiene que darme un nombre. En automático siento la tensión y un golpe de pesadez en el fondo del estómago que odio. Se trata de ella.

No espero a que me dé su nombre, simplemente voy hacia donde estaba e intento buscar la sombra de cabello oscuro.

Lavinia Raven está aquí.

Aunque mi vista no es tan excelente, si que logro visualizar un destello de cabello oscuro. Aprieto los dientes con fuerza. ¿Qué demonios hace ella aquí? Ni siquiera escucho lo que Gideon me dice cuando me encuentro caminando por los pasillos y bajando las escaleras. Lavinia está al lado del patio hablando muy tranquilamente con Xander. Escucho las quejas de Gideon detrás mío, pero no tengo la paciencia para seguir soportándola. Tan pronto llego a donde están ellos, tomo a Lavinia bruscamente del brazo y la llevo lejos de Xander.

No me detengo a pensar en si él dice algo o no. Simplemente arrastro a una Lavinia sorprendida a un salón de entrenamiento vacío y la suelto con brusquedad que casi cae al suelo. No me interesa ser delicado con ella.

—¿Se puede saber qué demonios haces aquí? —exijo.

Los ojos oscuros de ella brillan y entonces una sonrisa curva sus labios, como si justo esperase esta reacción de mi parte.

—¿Qué? ¿Estás asustado de que te acuse con tu superior?

Aprieto los dientes. Por supuesto que iba a sacar esa carta.

—Las brujas no tienen permitido estar aquí.

—Es curioso, porque Xander fue muy amable y me dejó ingresar —responde mientras camina alrededor, dando una mirada curiosa.

—Xander cree que hay que ser diplomáticos, yo pienso diferente.

—Se nota la diferencia de ideas, tú prefieres matar a tus compañeros de misión con tal de lograr tus objetivos.

Ahí está, ella está furiosa. Sigue furiosa de mi intento de alejarla de la misión. Debí suponer que alguien como ella no iba a dejarlo ir tan fácil.

—Solamente a ti, si tan solo me hubieran dado una compañera decente —suspiro en burla.

Lavinia aprieta sus labios y sé que he dado el clavo. Puedo sentir en el aire que hay en esta habitación como el odio corroe por sus venas, sé que siente lo mismo que yo. No nos soportamos, ni siquiera un poco.

Yo he intentado matarla según su punto de vista y ella es la representación de su madre quien arruinó mi vida. Es obvio que si continuamos con esta misión, nada va a lograrse más que nos matemos el uno al otro.

El aquelarre y la orden no se han dado cuenta que cometieron uno de los peores errores, juntar a dos personas que se odian tanto que son capaces de iniciar la guerra. Estaban convencidos que unir a los dos bandos iba a permitir que salváramos nuestro mundo, pero lo que ellos desconocen es el odio que puede existir entre ambos. Lavinia quiere estar en esta misión por algún capricho personal, puedo notarlo.

Cuando creo que ella está a punto de abalanzarse sobre mí, la puerta se abre y ahí están Gideon, Xander e incluso Cassian. Xander me mira furioso.

—¿Se puede saber qué está pasando aquí?

—Nada, solo estaba aclarando algunos puntos con la brujita de aquí —señalo.

Lavinia cruza sus brazos. Xander la mira con preocupación. ¿Por qué sentiría un mínimo de empatía por ella?

—Señorita Raven, no pudimos terminar nuestra conversación.

—Lo lamento, su compañero me arrastró aquí sin tener oportunidad de explicarle —responde.

Xander vuelve a lanzarme una mirada furibunda y sé que tendré un sermón después de esto. Honestamente no me importa, si con eso logro que saquen a esta mujer de la misión.




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