Lavinia
CAMINO al lado de Xander por los largos pasillos del instituto de la orden. Mientras lo sigo a su oficina, puedo sentir todas las miradas de los cazadores sobre mí. Es lógico, la presencia de una bruja para ellos debe ser como para un padre viendo a satanás en una iglesia. No pertenezco allí y ellos se encargan de hacérmelo saber, principalmente el imbécil de Darian.
En el momento en que supo que estaba aquí, me arrastró como un loco para acusarme de intentar hacerlo quedar mal ante su superior. Claro que quizá ese fue mi objetivo en un inicio. Estaba furiosa y herida.
Casi había muerto la noche anterior y todo gracias a Darian. Si lo acusaba con su superior podían existir posibilidades de que lo quitaran de la misión. Sin embargo, no llegué a esa parte con Xander y tampoco me atreví a hacerlo cuando le conocí.
Sí, conocía Xander Rivers desde que asistieron a la junta con el aquelarre, pero nunca establecí una conversación con él antes. Mi perspectiva respecto a los cazadores se basaba en la actitud que recibía de ellos, como Darian. Sin embargo, cuando vine aquí, Xander fue demasiado amable. No fue arrogante, grosero o borde, me trató como un ser humano y eso me desconcertó demasiado.
Hasta entonces yo creía que los cazadores estaban predeterminados a odiar a las brujas, pero Xander no parecía de ese tipo.
—Escucha, lamento lo que hizo Darian. No logro comprender porque te trataría así —habla Xander una vez que entramos a una oficina con aspecto de biblioteca pequeña.
Lo veo tomar asiento en la silla de su escritorio y me invita a hacer lo mismo con la silla de visitas.
Chasqueo mi lengua, una parte de mí tiene la misma pregunta. ¿Por qué me desprecia tanto?¿a qué punto llega su odio?
Lo miro y mis mejillas se ponen rojizas enseguida.
No había prestado atención al atractivo de Xander Rivers hasta hoy. Era moreno, con el cabello oscuro rizado y los ojos de un café brillante como el whiskey. Pero su sonrisa parecía la más genuina de todas.
—Está bien.
—No, no está bien. Tu eres su compañera, debería respetarte —comenta con dureza.
Aprieto mis labios con fuerza. Esa debe ser una de las primeras veces que escucho a alguien decir que deberían tratarme con respeto y es gracioso que sea alguien perteneciente a la orden. Estoy acostumbrada a que me digan que deje de provocar a los demás, a que me culpen por el odio injustificado que recibo.
Xander inclina su cabeza y me mira con curiosidad.
—¿Estás bien, Lavinia?
Asiento.
—Sí, solo que debes ser el primero.
Me mira desconcertado.
—¿El primero en qué?
—En exigir respeto para mí —no puedo evitar decir.
Él parpadea con sorpresa, quizá por un segundo un breve segundo siento que he dicho demás. Ahora debe estar sintiendo lástima y es lo último que quiero. Parece que no puedo permanecer callada tampoco, así que sigo:
—Quiero decir...para ser alguien de la orden, ¿no deberías odiarme tu también?
—¿Qué ganaría con eso? Nos necesitamos unos a otros. No puedo ser un líder de la orden si no permanezco neutral.
Claro. Xander es un líder y debe predicar con el ejemplo. No puede actuar impulsivamente y si es amable conmigo, no es porque sea especial, simplemente no le conviene. Es política, de eso se trata.
Asiento.
—Por supuesto.
—Pero no has venido para confirmar si te odio, ¿no es así?
Me ha atrapado.
En inicio planeaba decirle lo que había hecho Darian, pero ahora no estoy muy segura. Pongo mis manos en el reposabrazos de la silla y le miro nerviosa. No quiero ser ese tipo de persona, si voy a enfrentar a Darian no será usando de escudo a Xander o nadie más. No le tengo miedo, no voy a tenerle miedo.
—Algo ha sucedido entre ustedes, ¿no es así?
Alzo mis cejas.
—Lo normal, nos despreciamos.
Xander sonríe.
—Tengo el presentimiento de que estás aquí por algo más.
—Yo.. creo que me he equivocado —me levanto de la silla.
Él señala mi rostro. Me había puesto maquillaje en la mañana para no lucir los moretones y golpes. Al parecer no fue suficiente.
—¿Darian es culpable de eso?
Niego enseguida.
—No, él no tiene nada que ver.
Esta vez sé que mi mentira le ha molestado. No me está creyendo nada, porque junta sus cejas.
Se acerca peligrosamente y me mira con seriedad.
—No me gustan las mentiras, Lavinia Raven. Debes saberlo.
Suspiro con pesadez.
Me siento como una tonta por haber causado esto, Xander no tiene la culpa de esto. Mis problemas no tendrían por qué involucrar a él. Simplemente ha sido muy amable conmigo y no merece esto.
—Creí que iniciaríamos la misión —comienzo mirándolo a los ojos —. Pero no era así.
***
Por alguna razón, salir del instituto de la orden fue mucho más tranquilo en comparación con mi llegada. Y es que parecía que la presencia de Darian era la principal razón por la que yo estaba tan tensa. No dejaba de mirar a otro lado para buscarle, para esperar que me encerrara en otra habitación.
Lo cierto es que me vi obligada a ser honesta con Xander, una parte de mí sabía que no podía seguir mintiendo incluso si eso me ganaba más el odio de mi compañero de misión. Xander se veía como un líder honesto y agradable, además de que fue el único que prestó atención suficiente ante la tensión entre Darian y yo. No podía dejar de pensar en su amabilidad y respeto, en ningún momento me hizo sentir menos y quizá eso me instó a ser honesta con él.
«Darian no tiene ningún derecho sobre ti, fuiste elegida como su compañera de misión y debe respetarte quiera o no. Me encargaré de que así sea. Lamento tanto que tuvieras que pasar por algo así.»
Sus últimas palabras fueron una especie de consuelo para mí. Al menos parecía existir una persona en este mundo que me consideraba normal y no me minimizaba, me respetaba.
Para cuando regreso a la mansión del aquelarre, ya son cerca de las ocho de la noche y muchas ya se encuentran en sus habitaciones. De camino a la mía, me encuentro con mi madre por los pasillos y parece furiosa.