La Semilla del Mal

XV

Darian

LA BRUJA hizo lo que esperaba. Acusarme con Xander y por supuesto que eso casi me cuesta el puesto en la misión. Cuando ella se fue, Xander estaba furioso tan pronto lo visité en su oficina. Creo que nunca lo había visto tan enojado y la conversación que tuvimos en definitiva no terminó como esperaba.

—No puedo creer que de todas las personas, tú precisamente fueras capaz de hacer algo así —me señaló.

—Escucha, no tenía intenciones de matarla.

—¿Eso mejora las cosas? ¡Sabías que era peligroso! ¡Sabías que podía morir enfrentándose sola a uno de ellos!

Para ser honestos, no iba a dejarla completamente sola. Solo iba a esperar a que las cosas se pusieran feas para intervenir. No iba a dejarla morir, pero todo sucedió demasiado rápido. No tuve oportunidad.

Además, ella había sobrevivido ¿no?

—Ella está viva, eso es lo que importa —le había dicho.

—¿Y si no hubiera sido así? ¿Te harías responsable de eso?

—Sí, lo habría hecho —respondí.

Pero mis respuestas parecían solo enfurecer más a Xander.

—No lo comprendo, tú siempre has sido el más centrado de todos aquí. Nunca te has dejado llevar por tus emociones. ¿Qué es lo que Lavinia Raven produce en ti como para que actúes de esta forma?¿Tanto la odias?

Apreté mis manos en puños.

Sí, la odiaba.

Pero no podía contarle eso a Xander, no podía contarle la historia de su madre y mis padres. Además, no entendía porque de repente él actuaba como el defensor de ella. ¿Cómo podía confiar en Lavinia?

Lo señalé.

—¿Y tú por qué confías tanto en ella? ¿Qué tantas mentiras te dijo para convencerte?

Xander comenzó a reírse.

—Ella ni siquiera tuvo intenciones de acusarte, ¿sabías? Pero le insistí hasta que me dijo la verdad. No era muy difícil de imaginar viendo como traía el rostro.

Lo miré confundido, ¿Por qué ella haría eso? ¿Acaso no fue su principal objetivo acusarme desde el inicio?

Okay, quizá hubo un momento donde vi los rasguños en su rostro y me dio un pequeño golpe de culpa. Había dejado que las cosas llegaran lejos, pero eso no quiere decir que confíe en ella.

—Vas a disculparte con ella, lo harás esta noche en la fiesta de celebración antes de que partan a la misión.

Entonces quien se echó a reír fui yo.

—Estás loco si crees que lo haré.

—Lo harás si quieres seguir en la misión.

Así que ahora me encontraba entre la espada y la pared. Si no me disculpaba con Lavinia esta noche en la celebración, Xander se encargaría de destituirme. Quería actuar como si no me importara todo esto, pero no podía. Llevaba años preparándome para esta misión, para buscar a la semilla del mal que describía la profecía. No podía permitir que Lavinia Raven se interpusiera en esto.

El resto del día no dejé de pensar en ello, en las consecuencias de mis acciones. En las palabras de Xander:«No lo comprendo, tú siempre has sido el más centrado de todos aquí. Nunca te has dejado llevar por tus emociones. ¿Qué es lo que Lavinia Raven produce en ti como para que actúes de esta forma?¿Tanto la odias?».

¿Por qué odio tanto a Lavinia?

Porque es la hija de la causante de todo tu dolor, me dice mi mente.

Quizá mi odio va dirigido al hecho de que ella cuenta con una figura materna en su vida y yo no. Que su madre se encargó de quitarme la felicidad hace años y ahora su hija parece hacer lo mismo.

***

La celebración resulta convertirse en una fiesta donde nos reuniremos tanto la orden como el aquelarre de brujas para aceptar a los encargados de la misión: Lavinia y yo. Así que como es de esperarse, al llegar nos encontramos con todo tipo de cosas exóticas que a las brujas les encantan. En su mansión han puesto luces colgantes alrededor de sus jardines, han dispuesto una serie de mesas donde hay todo tipo de comida.

Y al final de todo eso, un escenario estilo auditorio.

Me resulta ridículo que hagamos una fiesta para algo que es tan importante y serio. No se trata de cualquier cosa, vamos a capturar a la semilla del mal. Al ser que tiene el poder suficiente para acabar con todos nosotros. ¿Cómo por qué querríamos celebrar quién va y quién no a la misión?

Cuando llegamos los de la orden, las brujas nos miran con recelo. A diferencia de ellas, nosotros vamos vestidos todos de negro con nuestros uniformes. Ellas en cambio van con capas de colores y sombreros extraños. Cassian silva a mi lado.

—¿Por qué parece que he entrado a la casa de Willy Wonka?

No puedo evitar sonreír.

—Ni siquiera él puede ser tan ridículo.

—No se ve tan mal, todo es muy colorido —interviene Gideon.

—Las brujas son raras —responde Cassian.

Asiento. Sin duda lo son.

Aunque para mi desgracia y la de mis compañeros, estamos envueltos en esto todos. Xander nos alcanza unos minutos después y me da una mirada de advertencia. Sé de qué se trata ese juego de miradas, del tipo de acuerdo al que estoy obligado. Disculparme con Lavinia.

Y por primera vez en muchos años desde que ingresé a la orden odio tener que comprender las miradas de Xander. No quiero disculparme con esa bruja, pero la amenaza ya está clara, sino lo hago, seré relevado de la misión y no puedo permitir eso.

Así que sin decir nada a mis compañeros, me aparto de ellos y voy en busca de la bruja de cabello oscuro. No es que sea muy difícil encontrarla en esta mansión, conociéndola, seguro ya debe estar peleándose con alguien o creando algún escándalo. Es como si no pudiera evitarlo, siempre tiene que ser el centro de atención.

Recorro los pasillos del lugar sin seguir un camino específico hasta que me encuentro con uno vacío a excepción de ella. Estoy a punto de enfrentarla cuando noto que está distraída. Se encuentra agachada acariciando a un gato negro que no deja de restregar se contra sus tobillos. Ella le sonríe, contenta de su afecto y por un segundo parece una persona completamente distinta.




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