Lavinia
EL VIAJE de la misión oficialmente ha iniciado y no estoy segura de que ni Darian o yo estemos conscientes del verdadero problema en todo esto. En la celebración de anoche, hubo un punto de quiebre entre los dos. No solo por las crueles palabras que me dijo antes sino por el hecho de que cuando subimos al escenario ambos juramos proteger al otro si la misión fallaba.
Era una tradición del aquelarre, una ceremonia de buena suerte. Un juramento.
Pero en cuanto pusieron aquel lazo para unir nuestras manos supe que estábamos cometiendo un grave error.
Darian Black me desprecia, eso lo ha dejado claro. Él nunca daría la vida por mí, ni yo por él.
Era increíble que siquiera pudiera estar a su lado en ese ceremonia después de lo cruel que fue conmigo. Sus palabras habían provocado una serie de sentimientos feos en mí que me recordaron de nuevo porqué las personas no eran amables.
El constante rechazo de todos, de mi madre, de mis compañeras. Ni siquiera Zarina parecía abogar por mí. Todo el mundo seguía diciendo a mis espaldas que no debía estar ahí. Y entonces conocí a Xander, el único hasta ese momento que se portó amable y me dio la confianza que necesitaba.
No duró ni cinco minutos cuando Darian se encargó de destruir lo que Xander había construido. Era como si se esforzara por humillarme todo el tiempo, por dejarme sin defensas y lo odiaba. Odiaba que sus palabras tuvieran tanto efecto en mí y que justo antes de la ceremonia yo me obligara a dejar de llorar.
Él no es nadie, no es importante. No dejes que sus palabras te molesten, pero lo hacían.
Entonces hicimos ese estúpido juramento y lo odié más. Aún sigo sin comprender de donde saqué las fuerzas.
Ahora estábamos de camino a investigar pistas y he tenido que unir todas mis fuerzas para actuar como si lo de anoche no hubiera sido importante. Lo único bueno fue la grata sorpresa de tener a Onix a mi lado. Al menos tengo la confianza de su compañía. Porque él es el único que no me despreciaría.
Este primer día en realidad no ha sido la gran cosa ya que hemos estado en carretera desde la madrugada. Ahora el sol se ha ido y la luna amenaza con salir. Cuando me fijo en mi reloj noto que ya son las siete de la noche. No hemos hecho ninguna parada, ni siquiera para comer.
Volteo hacia el lado de conductor y miro a mi compañero. Darian está concentrado en la carretera.
—¿Darian? —pronuncio su nombre con cautela. No estoy segura de haberlo dicho en voz alta antes y suena extraño en mis labios.
Él actúa cómo si no me hubiera escuchado, aunque sé que si lo hizo. Hace una especie de gruñido en respuesta.
—Ya son las siete de la noche.
—¿Te pedí la hora?
Pongo mis ojos en blanco. ¿Por qué tiene que ser tan imbécil?
—No hemos hecho parada para comer.
Sus ojos ahora de un azul muy oscuro me encuentran y parece que le he dado un insulto porque me mira como si fuera una retrasada.
—¿Y eso debería importarme por...?
—Escucha, creo que debemos parar un momento. Quizá tú también tienes hambre —señalo. Aunque no es que me importe.
—Siempre podría comerme a tu gato.
Lo miro horrorizada y enseguida tapo las orejas de Onix, pero sé que es demasiado tarde. Onix se levanta en mi regazo y le sisea a Darian con odio.
Darian pone los ojos en blanco.
—¿De dónde infiernos has sacado a esa bestia?
—No deberías hablar así en su cara. Onix es sensible. Y no es que importe, pero él me encontró a mí.
Lo cierto es que no deseo hablar con Darian sobre mi historia con Onix. Sería el último con quien lo haría. Por lo que omito decir algo más, sé que a Darian no le importa eso.
—Bien, haremos una parada rápido en la siguiente gasolinera —termina por decir Darian.
Unos cinco minutos después, Darian y yo vemos las luces tintileantes de una gasolinera vieja. Como es usual, siempre hay un restaurante de comida rápida al lado. El sitio parece desgastado y me recuerda a esos McDonald's viejos de los años setenta.
Darian estaciona el auto en la entrada y los tres bajamos. Onix me sigue dando vueltas sobre mis pies. Observo un poco el lugar y de verdad me da escalofríos. No solo se ve viejo y deteriorado sino que también está casi completamente vacío a excepción de una persona que está adentro con un uniforme de rayas. Las luces neón son una mezcla de color rojo deslavado y amarillo pollo.
De pequeña me encantaba leer historias de terror relacionadas con sitios abandonados o extraños como estos. Usualmente se trataban de lugares que parecían tener un aura diferente, como si fueras capaz de perderte en ellos para siempre y justo este lugar da la vibra de serlo. Era como entrar en una dimensión diferente.
Al ingresar, no es necesario pensar mucho en qué lugar escoger. Todas las mesas están vacías. Darian se dirige a una de las mesas del fondo justo al lado de una ventana y una rocola. Onix y yo le seguimos.
—Es un poco curioso este sitio, ¿no crees? —comento.
Incluso Onix parece sentirlo. Se sienta enseguida en mi regazo y me da un maullido corto de advertencia. No está a gusto aquí.
Darian alza una ceja y su mirada recae en el gato de mi regazo.
—No creo haber invitado al gato a comer —dice ignorando por completo mi comentario anterior.
—No iba a dejarlo solo en el auto.
—Como sea —resopla sin muchas ganas de discutir.
Lo cierto es que prefiero no seguir discutiendo todo el tiempo. Se torna cansado y estoy segura que ninguno de los dos tiene tanta energía para ello.
La mujer con el uniforme de rayas que vi en un inicio se acerca a nuestra mesa con una libreta para apuntar nuestra orden. Lo único que se me antoja es una hamburguesa con papas fritas y un refresco. Darian por su lado pide un platillo de pollo frito y agua. Incluso en gustos de comida somos tan distintos.
La mesera se aleja de nuestro sitio y va hacia una puerta que debe ser la cocina. Pero puedo casi jurar que cuando entramos esa habitación se veía con las luces apagadas. ¿Acaso ella va a hacer la comida? Que trabajo tan horrible.