Darian
EN EL MOMENTO que aquel demonio salta hacia Lavinia todos mis instintos se activan. Corro hacia él y con la daga intento dar en el corazón. Fue solo un pequeño fallo para mi mala suerte. El demonio lograr esquivar por milímetros mi daga y la lanza de regreso.
Me hago hacia un lado rápidamente aunque siento el filo de mi daga acariciar mi mejilla. Ese solo segundo de distracción permite que el demonio se lance contra la bruja y escucho un grito. Por un momento creo que el demonio la ha matado, pero el grito no viene de Lavinia, sino del monstruo.
Lavinia tiene su mano en puño y veo como un montón de sal está regada en el piso. Por supuesto, las brujas usan la sal como mayor protección con los demonios y de momento eso ha sido un movimiento astuto porque la salvó de que el demonio le cortara la cabeza.
La mujer demonio o lo que sea se retuerce en el suelo.
—Voy a acabarte, vas vivir el infierno mismo —logra decir mientras se retuerce de dolor. Su piel de lava brilla cada vez más naranja y parece que va a estallar.
Lavinia suelta una risa.
—La única que va a vivir en el infierno eres tú —dice antes de lanzar otro puñado de sal.
Ella me lanza una mirada y tomo otra de mis dagas de obsidiana. Camino hacia el demonio y alzo mi mano para enterrar la daga en su corazón.
—¡No lo haré! ¡No cuando la semilla despierte! ¡Entonces regresaremos para acabarlos a todos ustedes!
Mi brazo se detiene al escuchar eso.
—¿Qué sabes de eso?
La mujer demonio se ríe.
—Ya está escrito, la semilla va a salvarnos. Nos va a liberar.
—¿Quién te ha dicho eso? —dice Lavinia acercándose de repente igual de curiosa que yo.
—Es obvio bruja tonta, la semilla va a acabar con su mundo. Ni siquiera la unión de sus patéticos bandos va a lograr contenerla.
Alzo mi daga y corto su cuello. La mujer demonio aulla de dolor. Solo veo lava salir de su cuello.
—Te hicimos una pregunta, demonio.
—Será mejor que me mates, al menos así tengo la esperanza de regresar.
—Eso es la más estúpido que he oído —respondo.
La mujer demonio solo comienza a reírse de forma histérica y todo su cuerpo comienza a vibrar. Su piel de lava en vez de lucir naranja ahora es roja. Lavinia alza sus ojos, mirándome con horror.
—¿Acaso va a...?
Combustionar.
Justo puedo sentir como el humo sale de ella y el calor me comienza a sofocar. No tengo más que enterrar la daga en el fondo de su corazón y ella lanza un grito desgarrador.
Me alejo y veo como su cuerpo de convulsiona. Tomo a Lavinia de los hombros y la empujo hacia la entrada, estoy detrás de ella cuando veo a su condenado gato salir corriendo con nosotros. Tenemos que ser más rápidos.
Corremos hacia el auto y tan pronto arranco, solo logramos avanzar unos cuantos metros cuando la explosión de la gasolinera casi nos alcanza por poco. El fuego es rojo, inusual para un ser humano, normal para un demonio. La noche parece la protagonista y la explosión ha iluminado casi todo un kilómetro.
Por suerte aquel lugar estaba vacío.
Tanto Lavinia como yo estamos respirando con fuerza y mirando vacía atrás, quizá esperando que ese fuego no llegue a alcanzarnos.
Mis manos se aferran al volante. Tengo demasiadas dudas y todas parecen estar relacionadas con la compañera que tengo al lado. ¿A quién mató Lavinia y por qué esa mujer demonio quería vengarse? ¿Qué sabía ese condenado demonio de la semilla?
No logro concentrarme mucho el camino y sé que esta primer noche ha sido demasiado caótica. Ni siquiera hemos empezado a investigar bien y parece que el destino de la misión nos busca por si solo. Estamos a tan solo horas de llegar una ciudad donde ha profetizado mil veces a la semilla. Ese iba a ser nuestro primer paso, buscar entre grupos en común, investigar.
Tras un par de horas en carretera, noto que Lavinia se ha quedado dormida con el gato en su regazo. ¿Acaso se han quedado sin energías?
Yo puedo sentir como mis párpados se cierran y no estoy seguro de si verlos a ellos tan tranquilos me provoca sueño también. Cierro mis ojos y entonces escucho un grito y un pitido.
Reacciono al momento, Lavinia logra mover con su mano el volante y evitar que choquemos con el carril opuesto. Respiro con pesadez. Tenemos que buscar un sitio donde dormir.
—Ahí —señala Lavinia.
Es uno de eso auto hoteles para parejas que parecen no tener dos pesos de autocontrol. Es horrible y todo es de color rosa con corazones que me da náuseas, sin embargo no me quejo porque casi nos mato a todos por caer dormido al volante.
Entramos al lugar y dejamos el auto en el estacionamiento. Ahí tienen una recepción decorada con todo tipo de muñecos raros y peluches sucios. Incluso en la mesa tienen tarjetas de san Valentín y por supuesto hay una canasta con condones de muchos colores. Lavinia se acerca primero para solicitar dos habitaciones. El hombre que está en recepción es un tipo medio gordo que está viendo una revista para mayores. Sus ojos caen sobre la bruja y la observan detenidamente. En principio, pienso que es por el gato negro que lleva en brazos, pero después noto comos us ojos bajan descaradamente por el cuerpo de ella de una forma que me asquea.
Me acerco a donde está él y empujo a Lavinia, quién me mira con cara de pocos amigos. Una parte de mí odia tener que recurrir a esto, pero me pongo enfrente.
—¿Has escuchado o tiene que repetirlo?
Mi mano cae sobre el mostrador con la navaja que siempre llevo conmigo. Es un movimiento bastante sutil porque ni siquiera Lavinia nota la amenaza.
El hombre enseguida abre los ojos asustado y asiente nerviosamente. No necesito decir más.
—S-s-olo nos queda una habitación disponible —tartamudea.
Increíble. Ahora tenemos que dormir en la misma habitación, como si no fuera suficiente soportarnos durante todo el día también debo aguantarla por la noche.
Miro la llave y casi quiero reírme.