La Semilla del Mal

XXV

Darian

Regresar a la habitación de hotel termina convirtiéndose en un martirio para ambos. Es como si los recientes hechos hubieran dejado una especie de marca o división entre ambos. Sé y estoy muy consciente de que aquel ser de la biblioteca no era humano, al menos hasta que la vi desangrándose.

Era un monstruo y de repente ya no lo era. Entonces Lavinia sintió el deber moral, la culpa. ¿Por qué habría de sentir culpa de algo que estuvo a punto de matarla?

Mientras más tiempo paso con aquella bruja, menos logro comprenderla. Como sus acciones siempre fueran algo impredecible, nunca logró descifrarla. Por un lado, parece ser alguien que rompe las reglas constantemente y por otro, tiene actitudes como esa, donde trata de salvar a alguien que le hizo daño.

Escucho la puerta del baño abrirse y ahí está ella, con su cabello oscuro cayendo más allá de sus hombros y sus ojos mirándome. No estoy seguro de conocerla, pero veo cierta tonalidad roja debajo de sus ojos, como si hubiera estado llorando. De nuevo me desconcierta.

La veo señalar la puerta.

—Todavía hay agua caliente, por si necesitas bañarte.

Muevo la cabeza asintiendo. Sin embargo, no puedo dejar de notar que tiene un par de moretones en los brazos debido a los golpes de aquel monstruo. Ella se empieza a acomodar en el sillón junto con Onix cuando me levanto de la cama de repente y se detiene, como si esperase que algo malo fuera a suceder.

—La cama... Puedes usarla.

Sus ojos oscuros se abren con sorpresa, tratando de comprender lo que está pasando. ¿Acaso es demasiado difícil para ella creer que estoy siendo amable?

Tan pronto digo esas palabras, el gato negro no duda ni un segundo y da un maullido alegre, subiéndose a la cama. En cambio Lavinia sigue mirándome como si acabara de descifrar algo nuevo en mí y me siento incómodo de tener toda su atención.

—No estaré aquí de todos modos —digo antes de que ella me responda y yo me arrepienta de mis acciones.

Salgo de la habitación dando un portazo y me voy hacia el pasillo. Me encuentro con el aire frío de la noche, sintiendo un deseo ferviente de acabar con todo esto de una vez por todas. Parece que mientras más encontramos pistas, más peligro corremos, como si algo o alguien no quisiera esto.

Sé que no es normal y hay una clase de fuerza. Luego está... ella.

Aunque Lavinia no quiera admitirlo, debe de estar manifestando alguna clase de poder. ¿Por qué otra razón todos los demonios o monstruos que encontramos solo la atacan a ella? Es como si fuera un imán para los problemas.

Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando siento mi teléfono vibrar en mi bolsillo. Para mi sorpresa, es Xander.

—Hey, ¿cómo va todo? No hemos recibido actualizaciones.

Pongo los ojos en blanco.

—Estamos tratando de sobrevivir.

Eso genera muchas preguntas de su parte y me veo obligado a responderlas todas. Le doy un resumen de lo que ha estado pasando, incluyendo mi desconfianza hacia Lavinia. El hecho de que tenga poderes y los esté manifestando.

Xander me escucha pacientemente. Pero se niega a creer algo negativo de ella y eso me molesta mucho más.

—No lo entiendo, ¿por qué confiarías en alguien como ella?

—Hay algo diferente en Lavinia, Darian. No deberías subestimarla tanto.

—Para mí solo genera problemas.

Es como vivir un deja vu, hemos tenido esta misma conversación antes y en ambas me he negado a creerle.

—Estoy bastante seguro de que nos va a sorprender a todos.

Suelto una risa irónica.

—¿Lavinia Raven? Lo dudo.

—Darian, ella y tú son muy diferentes y sé que la odias. En realidad, no creo haberte visto nunca reaccionar así ante alguien, ¿no crees que ese odio tan intenso se deba a algo más?

Me quedo en silencio. No puede estar pensando en lo que creo. Estaría loco si así fuera.

Xander no comprende que la historia entre Lavinia y yo, va más allá de solo ser un cazador y una bruja. Se trata del odio, de la venganza. De la culpa que tiene su madre de destruir mi vida.

—¿Qué quieres decir con eso?

—No lo sé, quizá Lavinia Raven provoca más emociones en ti por algo. No logro describir si es bueno o malo, pero sin duda te hace sentir algo.

Aprieto mis dientes. Tratando de no reaccionar a eso. El único sentimiento que me provoca esa bruja es repulsión. No hay nada oculto en eso, ella lo sabe.

Entonces regresa a mi mente esa escena, ella mostrando piedad a un ser que juró matarla. O ella dándome aquel brazalete, como si tratara de protegerme. Todas esas acciones ligadas a algo que me desconcierta, porque no tiene ningún sentido que la hija de una asesina sea amable o compasiva. ¿Por qué sería buena con alguien que le hizo daño como yo?

Eso me hace odiarla aún más. Debería vengarse, sin embargo, ahora está en aquella habitación durmiendo en la cama que yo le cedí.

—Lavinia Raven no me hace sentir nada. Quizá a quien le provoca otras emociones es a ti ¿no crees?

Lanzo la pregunta, quitando la atención de mí y dirigiéndola a él. Sé que he dado en el punto débil porque no responde enseguida.

—Lavinia es una buena amiga, nada más.

—No me pareció eso la otra noche. ¿Por qué la defiendes tanto?

—Ya te he dicho... Ella no es lo que tú...

—No deberías confiar tanto en ella, recuerda lo que es.

—Darian, tienes que dejar de señalar eso. Sabes que no es importante.

—Para mí lo es. Pero ¿sabes qué? No voy a tratar de convencerte de lo contrario, si quieres confiar en ella, adelante. Solo espero que no pagues las consecuencias de eso.

—Si tanto la odias, ¿por qué te molesta si yo me involucro con ella o no?

—Simplemente me preocupo por ti. Ella no me importa en lo absoluto.

—Claro —responde con sarcasmo.

Yo no tengo ánimos para seguir con aquella discusión y me despido, cortando la llamada antes de que diga algo más que pueda alterarme.

«Si tanto la odias, ¿por qué te molesta si yo me involucro con ella o no?»




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