La Semilla del Mal

XXXI

Lavinia

Las palabras de Nana me han dejado sin posibilidad de respuesta porque no tengo nada. Estoy en blanco. Solo puedo sentir mi corazón latir con fuerza. No sé porqué estoy asustada. No sé si es el hecho de que tengo más poderes de los que algunas vez creí tener o el hecho de que aquella vieja bruja está admitiendo que mi némesis tiene sentimientos por mí.

Mi primer instinto fue reírme y eso fue lo que hice hasta que Nana me miró mal. Pero es que ha dicho tantas cosas sin sentido que me es difícil saber por dónde empezar. Si hay algo de lo que estoy segura en esta vida es de que Darian Black me odia.

Nadie que pueda sentir algo por mí haría lo que él hace. Es como si se esforzara constantemente en hacerme sentir inferior, en demostrar que no soy lo suficientemente buena para esta misión. Así que sí, me resulta imposible creer que él pueda sentir algo por mí que no sea asco.

—Yo no inventé las reglas —insiste Nana —. Los sueños simplemente sacan a relucir todo tipo de sentimientos profundos del corazón.

—Del corazón —me río —. Darian no sabe lo que es eso, él me desprecia, ha intentado matarme. Tu sentido de la magia debe estar fallando.

Ella me mira ofendida.

—Entonces velo por ti misma, entra a sus sueños y confírmalo. ¿O estás asustada de que lo que te digo pueda ser verdad?
Esa es una buena pregunta, ¿me asusta lo que de verdad pueda pensar de mí Darian? Si lo que dice esta bruja es cierto, ¿cómo podré actuar?

No puedo simplemente olvidar todo lo que Darian ha hecho desde que lo conozco. Tan solo pensar en sus palabras me enfurece, como aquella vez que me hizo sentir mal por sentirme bien ante el afecto de otras personas. O el hecho de que siempre dice que soy un problema.

Siempre ha dejado en claro que no confía en mí y piensa lo peor. ¿Por qué debería sentir algo? Incluso si es verdad, el sentimiento no es mutuo. Yo lo odio, no podría perdonarlo nunca. Si estoy intentando ayudarlo es solo por esta estúpida misión.

—Sus destinos están intercalados y lamentablemente a los hilos del destino les gusta jugar. Dos personas con objetivos opuestos.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Haz venido a este lugar para completar lo que dice esa profecía, ese cuento incompleto, pero dudo que estés lista para escuchar la respuesta que esperas.

¿Es que acaso todos en este lugar están locos y hablan en otro idioma?

Cierro mis ojos, tratando de tener paciencia. Ahora está hablando de la profecía y necesito que me dé toda la información posible. Solo así podremos completar la misión.

—Necesito saber la historia completa, Nana. Por favor, nuestro mundo depende de ello.

—¿Incluso si ese mundo depende de que vivas o mueras?

—¿Podrías por favor dejar de hablar en acertijos?

Para este punto estoy cansada de todo esto, de mis poderes, de esta misión, de lo que sea que sienta Darian. No me importa, solo necesito acabar con esto lo antes posible. Mientras más pronto me aleje de ese cazador, mi vida va a regresar a su curso normal.

No me importa conseguir una insignia por esto. Solo quiero acabarlo ya.
Nana me da una mirada severa antes de hablar:

—Te lo mostraré entonces.
Se acerca hacia donde estoy y pone sus manos en mi rostro. Entonces siento a la oscuridad arrastrarme.

Cuando despierto, me encuentro en un lugar que no es la ciudad de las sombras. Debo estar en una época diferente porque las personas van vestidas con ropa diferente, aunque sigue siendo un distintivo nuestra clase. Lo primero que llama mi atención es la casa blanca de varios pisos al final de la calle. La casa de aquelarre varios años atrás se ve mucho más limpia e impoluta.

Debo de haber regresado en el tiempo hace unos veinte años o más. Cuando apenas nuestro hogar se convertía en el aquelarre qué todos conocemos. La escena cambia a una chica joven de cabello oscuro que camina cerca de la mansión, parece vivir ahí porque camina con familiaridad alrededor de los jardines. Es una joven bruja muy guapa, aquel aire inocente parece dar otro brillo a su belleza. No debe tener más de dieciocho años.

Solo veo eso, entonces la escena cambia a un sitio muy oscuro, ella está luchando contra un demonio pero este la tiene acorralada contra una pared sin salida. Ella está muy herida y apenas puede levantarse, en su mirada oscura parece haber una determinación de no morir ahí. Como si estuviera dispuesta a hacer lo que sea con tal de acabar con ese monstruo.

Pienso que va a cometer una locura hasta que alguien llega y ataca al demonio por detrás convirtiéndolo en cenizas azules. La joven bruja mira asustada a su salvador para después mirarlo con desconfianza. El joven le da la mano para ayudarla a levantarse, pero ella se niega y se levanta sola. Lo mira con tal odio que es imposible que el joven no lo note.

—Salvé tu vida, deberías agradecerme —habla él.

Sus ojos oscuros brillan furiosos.

—No te pedí que me salvaras.

Esta vez la escena vuelve a cambiar y ahora la bruja y el cazador ya no parecen enemistados. Caminan alrededor de la mansión, sigilosos, dándose sonrisas furtivas. Es obvio que ahora hay más que simpatía, están enamorados.

De repente se dan la mano y entrelazan sus dedos.

Esa escena se esfuma de nuevo para cambiar a un escenario más oscuro. Ella está corriendo por una calle oscura y escucha la voz de él llamándola. Cuando ella por fin se detiene, hay lágrimas en sus ojos. El odio ha regresado a su mirada.

—¿Cómo es posible? —pregunta.

El cazador ahora ya está cerca y la mira con una sonrisa tenebrosa.

—¿Acaso nunca escuchaste el cuento de la bruja Nerys?

—Claro que sí, ¡pero solo es un cuento! ¡No es real! —grita ella.

—Eres tan traicionera como ella. Todas ustedes lo son —dice el cazador con desprecio. — Pero ha funcionado, tu vas a cumplir la promesa que le hice hace años. Solo tienes que esperar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.