La Semilla del Mal

XXXIV

Darian

Me recuerdo una y otra vez que la chica que va sentada en el asiento de copiloto es el enemigo. Es mucho más fácil verlo de esa forma, no necesito crear teorías de porqué decidió salvarme de aquellas brujas, ella sigue siendo la hija de la mujer que mató a mis padres y eso no va a cambiar nunca. Pero parece que mientras más lo intento, todos los hechos me demuestran que ella no tiene nada que ver en eso.

Quisiera poder decir que la encuentro igual de exasperante que la primera vez que la conocí, pero no es la verdad. Lavinia Raven ha hecho toda una serie de cosas que me ha demostrado que no es su madre y que tampoco es como las demás brujas que conozco. La primera y más difícil de reconocer es que haya decidido salvarme.

Por primera vez en la misión tuvo la oportunidad de dejarme a mi suerte, después de todo, lo único que he hecho desde que nos conocemos ha sido lastimarla. Mis palabras crueles, mis intentos de asustarla y poniéndola en peligro, mi desconfianza, todo lo que he hecho, no fueron suficientes razones para que ella me abandonara. A pesar de todas esas razones que puedo en listar, ella tomó la decisión de meterse a ese estúpido mundo que me estaba ahogando y me salvó.

Aunque todavía no logro comprender como lo hizo, sé que ella no es quien pensaba.

Ella de verdad no es el enemigo y esa es una declaración que me molesta.

Estaciono el auto en una gasolinera, así que mientras espero, veo a Lavinia salir del auto con su gato sin decir nada. La veo caminar hacia la tienda tratando de evitar mi mirada. Últimamente es lo que ha hecho, no deja de darme respuestas esquivas y ponerse al menos a dos metros de distancia si le es posible.

Suspiro con pesadez recostando mi cabeza en el asiento del auto.

¿Por qué Lavinia Raven fue la protagonista de mis pesadillas?

—¿Problemas en el paraíso? —escucho una voz masculina que proviene del auto que está estacionado al lado.

Es un hombre de cabello rizado que lleva lentes oscuros. Alzo una ceja, sin saber si realmente me está hablando a mí o no. Algo me dice que sí ya que está mirándome a través de la oscuridad de sus lentes.

—Más bien se siente como un infierno —suelto con honestidad. No es como si este tipo fuera a decir algo, ni siquiera lo conozco.

—Las mujeres son complicadas, creéme, mi novia —señala a una chica pelirroja que también está dentro de la tienda —Es vengativa, honestamente me asusta un poco.

No logro entender porqué está diciéndome esto, es un completo desconocido y yo también lo soy para él. Sin embargo, decido no apuntar eso. Lo cierto es que su último comentario me ha picado un poco. No puedo evitar sentirme identificado.

—A mi también. Un día parece agradable y al otro me odia, ni siquiera sé cómo es que sigo vivo —la respuesta que doy, para mi mala suerte es demasiado real. Lavinia tiene unos cambios de humor que ni siquiera su gato entiende.

—¿Ya sé verdad? Es como si no pudieran evitarlo, tienen que cambiar de humor drásticamente una vez al día para mantenerlo interesante.

Me echo a reír.

—Nadie puede comprenderlas, yo no lo hago —respondo.

Él me sonríe.

—¿Tú cómo la conociste? ¿a tu novia? —señala a Lavinia que está pagando lo que sea que compró en la tienda.

—Ella…no es…quiero decir.. no somos nada —digo con voz estrangulada.

El tipo asiente con la cabeza algo incómodo.

—Claro, yo pensé…creí notar una tensión entre ustedes.

—Es simple, nos odiamos.

El hombre me mira con un gesto divertido, como si estuviera conteniendo una sonrisa. Yo no entiendo que le es tan gracioso.

—Créeme que he visto personas que se odian, pero ustedes no parecen ser de esas.

Estoy a punto de responder que no es lo que piensa cuando veo a la chica pelirroja llegar al auto y acercarse para darle un efusivo beso en los labios. No hay duda alguna que existe amor entre ellos. Esa es la gran diferencia abismal entre ellos y nosotros.

Ni siquiera puedo decir que seamos algo cercano a amigos. Así que cuando siento la presencia de ella cerca, me tenso enseguida. Mis manos se aferran al volante con fuerza al escucharla entrar al auto.

¿Qué me está pasando? ¿Por qué las cosas se sienten tan diferentes?

Mis pensamientos se ven interrumpido cuando Lavinia me volteo a ver con sus ojos oscuros. Parece ignorar por completo toda esta situación. En realidad, ni siquiera muestra una emoción. Solo me dice:

—Tenemos que ir a este lugar.

Me da un mapa de esos que suelen vender en esas tiendas afuera de la ciudad. Está bastante cerca de nuestra ubicación actual. Alzó mis cejas.

—¿Qué es este lugar? —pregunto.

—Un lugar que me mencionó una de las brujas —responde sin mirarme.

Decido no hacer más preguntas, porque no tengo ánimos para pelear con ella de nuevo y honestamente me he cansado de hacerlo. Somos compañeros en esto, queramos o no. Tenemos que encontrar a la semilla y por primera vez desde que tomamos este viaje, decido confiar en Lavinia.




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