La Semilla del Mal

XXXV

Lavinia

Puedo sentir su presencia detrás mío, incluso después de aquella última pelea. Tampoco es que pueda evitarlo, desgraciadamente estamos juntos en una misión horrible donde él aún no sabe que está con el objetivo y yo estoy buscando una forma de sobrevivir.

La presencia de Darian solo me resulta irritante. Porque esta vez ya no parece insultarme tanto, es como si sus deseos de pelear conmigo hubieran desaparecido para mostrar a un tipo que apenas reconozco. Ni siquiera mi última palabra provocó algo en él. Aunque seguro si está enojado, no parece tener intenciones de decir nada más.

Eso hace que me desespere más.

Ojalá pudiera regresar el tiempo a esos momentos donde él me despreciaba y estaba dispuesto a dejarme en peligro. Era más fácil así. Ahora parece que quiere ser el héroe todo el tiempo.

Como con aquel estúpido incidente con la reja del cementerio. No dudó ni un segundo en dejarse caer para evitar que me lastimara.

Ahora se limita a seguirme por todo el cementerio, mirándome con esa expresión entre el enojo y preocupación. Ni siquiera se molesta en preguntarme qué hacemos en este lugar y si lo hiciera no tendría una respuesta agradable.

En el último par de días había tratado de entrenar a mi mente. Lograr entrar en recuerdos, llegar a algún dato relevante y llegué a la conclusión de que si quería saber más de mi pasado, tengo que hacer esto. Solo hay una forma de conocer más de aquella historia y esa es entrando al mismo inframundo.

Sé que lo que estoy a punto de hacer es una locura por no decir una estupidez. Mis poderes todavía no son suficientes, no tengo experiencia. Pero tengo un dato estúpidamente importante que ahora no sale de mi cabeza desde hace días. Para abrir una puerta al inframundo solo se tiene que cometer un pequeño crimen: profanar la tumba de un desconocido.

No es precisamente algo que nos enorgullece a nosotras las brujas. Pero si quiero entrar en contacto con ese pasado, no hay mejor forma que visitar el mundo de los mismos demonios.

Sin embargo, existe un problema enorme en la habitación y ese es Darian Black. Es evidente que tan pronto se dé cuenta de mis intenciones, va a intentar detenerlas. Así que me encuentro en una encrucijada en este momento. Estoy arriesgando demasiado y si este plan no funciona, Darian podría darse cuenta de mis verdaderas intenciones. La misión acabará tan pronto sepa quien soy realmente.

Estoy segura de que estará muy satisfecho de saberlo, incluso feliz. Por fin tendrá una razón justa para matarme, lo que siempre ha deseado.

Me detengo en una de las tumbas más viejas del cementerio. Esta apenas es visible debido al montón de vegetación que tiene encima. Es obvio que la dejaron abandonada desde hace mucho tiempo. El nombre me llama la atención: Cordelia Apricot.

Suena musical y no parece el nombre de una simple mortal. Algo en mi instinto me dice que esta persona en realidad no fue un humano. Los apellidos entre nosotros varían y usualmente tienen ese tono musical en el apellido. La tumba de Cordelia Apricot apenas es un pedazo de concreto lleno de pasto seco y flores marchitas. Es claro que se olvidaron de ella.

Lo primero que hago es limpiar la tumba, quitando las flores marchitas y las enredaderas. Cierro mis ojos por unos segundos, convocando la energía que sé que debe estar aquí. Si no estoy equivocada en esto, Cordelia Apricot debió ser una bruja, un antepasado qué murió hace cincuenta años.

Mis manos se juntan y la convoco. Sé que lo que estoy por hacer es romper con lo sagrado, tomar un camino desagradable donde tengo que usar a una hermana bruja, pero no me quedan muchas opciones.

«Cordelia, ¿me escuchas?»

No obtengo respuesta, solo un hilo vacío y sin eco.

«Quiero pedirte disculpas, debes saber qué realmente lo lamento».

Sigo sin obtener respuesta. Solo una fuerte oleada de aire golpea mi rostro, quizá esa es su respuesta.

—Lavinia, ¿qué estás haciendo? —escucho la voz de Darian.

Sin embargo, yo me limito a dejar que el aire me golpee y escucho el movimiento de concreto moverse. Cuando abro mis ojos, veo que el cuadro de concreto donde antes estaba la tumba se ha movido y ahora está un hoyo oscuro. Ahí adentro puedo visualizar el cadáver de Cordelia. Lleva un vestido blanco, combinando con sus huesos y muchas cenizas.

Darian está del otro lado, mirándome con una expresión que por primera vez me resulta nueva en él. Sus ojos grises azulado están más tormentosos que nunca, una mezcla entre sorpresa y miedo. Mayormente miedo.

—Dime por favor, que no es lo que estoy pensando. Es una locura.

No tengo una mentira para este momento, ya es demasiado obvio que mis intenciones están lejos de la misión. Él debe saberlo ahora, por eso luce tan aterrorizado.

—Lamento decepcionarte, cazador. Al final del día, supongo que siempre tuviste razón respecto a mí. No debiste confiar en mí.

En ese momento, me doy la vuelta para caer en la tumba de Cordelia. Tan pronto lo haga, las puertas se abrirán y en cuestión de segundos estaré dentro del inframundo. Me toma un par de segundos y enseguida siento esa energía oscura. Como el aire de una aspiradora que me comienza a tragar por completo. Es como caer en un vacío, un pozo sin fondo infinito donde todo es oscuridad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.