—Buenas noches —Aitana estaba sentada en la terraza principal, contemplando las estrellas, se sentía rara, sus recuerdos eran de sus últimos dieciocho años, desde el accidente hasta la actualidad, no fueron buenos años, la culpa la consumía, su tía día tras días, le recordaba que por su culpa su madre y hermana estaban muertas, no lo pasó bien, luego su desdicha en su matrimonio, así que estos días en casa de su padre, el estar en paz, la hacía sentirse extraña, no recordaba días de paz en sus últimos dieciocho años.
Gira la cabeza al escuchar la voz profunda, Thiago estaba de pie, sus ojos brillaban.
—Thiago —ella no podía sostenerle la mirada.
—¿Qué pasó? —da un respingo al sentir sus dedos largos tocando su mejilla, ella muerde su labio inferior había, ese día había pasado en el invernadero plantando flores, así que no se maquilló, se dio un baño y después de acompañar a su padre, mientras cenaba, decidió sentarse en la terraza.
—Yo... —su corazón latía frenético, su piel ardía donde él la estaba tocando.
—Amaia ¿Estás saliendo con alguien? —la mirada de Aitana se encontró con la de él, sus ojos recorrieron cada facción perfecta de él, además de su hermana y su padre, nadie se había preocupado por ella, y en este momento Thiago lo estaba haciendo, en su rostro se reflejaba la preocupación, no estaba fingiendo, sentía algo calientito en su pecho.
—No, no estoy saliendo con alguien —su hermana no estaba saliendo con alguien, ella... ella era casada —Lo siento, si te preocupe, tuve un pequeño accidente en el auto, estoy bien.
La mirada de Thiago se dirigió a sus labios, ella sintió que los nervios la invadieron y se apoderaron de ella, nadie la había visto así, en su mirada estaba lo que siempre deseo ver en Ignacio... deseo... deseo puro.
Los dedos de Thiago seguían en su mejilla.
—No sé que pasó —su voz sonó más profunda —¿Porqué cuando crecimos cambiaste? ¿Porqué no soportabas mi presencia?
Aitana no tenía la respuesta a sus preguntas.
—Además del rostro ¿te golpeaste la cabeza?—ella parpadea ante su extraña preguntó.
—No lo sé ¿porque la pregunta?
Él deja su mejilla, se pone de pie dándole la espalda.
—Jamás permites que alguien que no sea Adriel, se te acerque o te toque, además ahora eres dulce, tierna.
—¿Eso es malo? —pregunta en un susurró Aitana, él se gira para verla, ella llevaba un vestido de algodón blanco, su cabello suelto, unas sandalias planas, no era la Amaia glamurosa de siempre, era alguien sencilla.
—No — la miró de una manera extraña para ella —Sólo vine a desearte buenas noches, estuve un rato con Adriel, papá vuelve a casa en una semana.
—Gracias por visitar a papá —Thiago volvió un puño sus manos, ella lo estaba volviendo loco, su suavidad, el solo hecho que por primera vez desde que eran niños que ella dejó que le acariciara su rostro, y que estuviera cerca, lo tenía con ganas de besarla, de saber el sabor de sus labios —Descansa Thiago.
Él se resigno y se marchó, ella estaba volviendo a despertar el amor que creyó extinto, era una locura, en ese accidente debió golpearse la cabeza y tener amnesia, Amaia era todo, menos dulce, para él que la conoció dura, fría, indiferente, está versión de ella lo estaba atrapando.
******
Amaia venía saliendo del baño, traía una bata de seda, secándose el cabello con una toalla, se detiene en el centro al ver al hombre sentado en la cama.
—¿Qué haces en mi habitación? —Ignacio la recorre de pies a cabeza, era pequeña para su tamaño, pero su cuerpo delgado estaba bien proporcionado, no evito mirar su delicado pie, no recordaba haberla visto con las uñas pintadas y menos en rojo.
—Mi abuela me dijo que estuviste internada cinco días... lamentó no haber estado contigo —Amaia deja la toalla sobre el respaldo de la silla, sus ojos verdes chispeaban llenos de ira —¿Todo esta bien?
—¿Lamentar? —pregunta irónica —Ni siquiera sabías que no estaba en casa, cada día descubro algo nuevo contigo, hoy es la hipocresía.
—Casandra —Ignacio se pone de pie, molesto —Estás llevando demasiado lejos las cosas, últimamente vives a la defensiva, actúas como si yo no fuera nadie en tu vida —ella se encoge de hombros, toma su cepillo y lo pasa por su cabello.
—No actuó Ignacio, no eres nadie en mi vida —Amaia sabía poco del ego de los hombres, a ninguno les gusta que los traten como un cero a la izquierda, o como basura, y ella trataba de esa manera a este hombre, sus ojos se oscurecen, en dos zancadas estaba ante ella, sentía que ella lo desafiaba, su hombre interior se asomaba primitivamente, quería tomarla en sus brazos, demostrarle que él sí significaba algo para ella.
Ella levanta el rostro, lo empuja y se aparta, lo tenía demasiado cerca para su gusto.
—¿Ahora me robas oxígeno? —pregunta molesta, le da la espalda, momento que él la toma del brazo la gira con fuerza pegandola a su duro cuerpo, Ignacio se estremece al sentirla, ella por su lado, con furia le da una fuerte bofetada, él está atónito —¡No me toques! —se separa de él, camina hacia la puerta y la abre —¡Sal de mi cuarto!
Ira, confusión, habían tantas emociones en Ignacio, era su esposa, en un año de matrimonio, ella no había alterado ninguna hebra de su cabello, pero en estas dos semanas, ella lo ha casi ahorcado, lo ha golpeado, ahora lo abofetea y lo echa de su cuarto como si fuera una paria.
—Soy tu esposo —ella enarca una ceja —Tengo derecho a tocarte.
—La palabra esposo y derechos, te quedan grande Ignacio Bailléres, no te quiero cerca, no quiero que me toques.
—Casandra —él camina hacia la puerta, pero trata de acercarse, su delicioso olor a Shampoo, a su crema, le llegaban a sus fosas nasales, le gustaba su olor y extrañamente a su cuerpo le estaba empezando a gustar el cuerpo de ella.
— ¡Sal! —lo empuja y lo saca de la habitación, poniendo el seguro de la puerta.
Ella recuesta su espalda en la puerta, tenía veintitrés años, nunca había tenido novio, no era que nunca le hubiera interesado alguien, pero desde el accidente, ella siente un rechazo de que la toquen, el único que podía hacerlo era su padre y ahora su gemela, la psicóloga le dijo que era el mecanismo de defensa que desarrolló cuando sufrió maltrato en el colegio por no poder hablar.
Editado: 27.11.2024