La Séptima Constelación

17. La sangre del guerrero.

En el castillo.

La melodía suena y todos están en posición para comenzar el baile. Las chicas dan el primer paso y luego le siguen ellos. Sin mucho contacto físico, hacen una de las mejores danzas de la realeza. Protagonizada por el príncipe Alan y la princesa Turquesa. Su vestido, sin duda, es el mejor de todos. Y eso despierta la envidia de muchas doncellas que desearían estar en su lugar. Alan la toma de la cintura y se deslizan por todo el pabellón al ritmo de la música.

Rato después.

Cuando el baile terminó, Alan respondió muchas preguntas del consejo del reino por su elección. Aún no era oficial, puesto a que debían reunirse con el papa pronto para que les dé su aprobación pero parecía estar muy seguro de su decisión de todos modos. Cuando Aarón se les une en la fiesta, intercambia miradas con Alan y se le acerca.

—¿De verdad lo harás? — Aarón le pregunta disimuladamente.

—No hay vuelta atrás. ¿Has visto a Vittorio? — mira a su alrededor.

—No, lo vi irse hace unas horas. Me extraña que no esté cuidando el trasero de nuestro abuelo en estos momentos. — Aarón comenta, con lo que Alan está de acuerdo.

—Si no está mejor, quédate aquí y no levantes sospechas. Si preguntan por mí diles que fui al baño.

—De acuerdo. — dice.

El príncipe camina hasta la biblioteca que Sylvie describió, pero está protegida por dos guardias. Alan toca la daga que lleva en su espalda y se acerca sigilosamente a ellos. El corredor está muy oscuro, la única iluminación, son las enormes antorchas de las esquinas.

—¿Se le ofrece algo, mi señor? — le pregunta uno de ellos.

—Sí. El rey me envió por unos libros que le serán obsequiados a la princesa Turquesa por ser mi futura esposa. Quería buscarlos personalmente, si me permiten. — finge su papel.

—Discúlpenos señor, pero no puede pasar. — se interponen.

—¿Qué has dicho?

—Son órdenes del rey, señor. — inclinan la cabeza.

—Ok. — el príncipe sonríe, saca su daga y ágilmente los mata. A uno cortándole el cuello y a otro lo asfixia con sus brazos desde la espalda. Arrastra sus cuerpos hasta el interior de la biblioteca y cierra la puerta antes de que alguien lo vea. Era un lugar espacioso con cientos de viejos, enormes y pesados libros colocados perfectamente en las estanterías. Habían muchos bancos y atriles de madera, pero a simple vista no podría saber dónde aquello que tanto busca se escondería.

Mientras observa y observa, logra notar que uno de los libros no está donde debería, lo que le despierta el instinto, se acerca y al retirarlo de su posición, aquella estantería se gira. Dejando frente a sus ojos la oscura entrada que supone que le llevaría hasta lo que quiere encontrar. Toma una farola de mano y camina a través de la tenebrosidad del pasillo. No hay ventanas ni puertas, solo muchas antorchas y al final, las celdas donde tiene a las mismas mujeres que vio 18 años atrás en las mismas condiciones. Le parece increíble que después de tanto finalmente las pudo encontrar, pero es más aterrorizante saber la razón de que hayan estado así durante tanto tiempo.

—Tranquilas, no les haré daño. — les dice, al notar su miedo. Deja la farola en el suelo, ya que la zona está iluminada con más antorchas. — Vengo a ayudar. — se acerca a una de las celdas.

—Sabemos quién eres. — responde Tres. — Estábamos esperando este momento.

—¿Esperando este momento? — Alan frunce el ceño.

—La sangre del guerrero corre por tus venas. El elegido, el que cambiaría nuestro destino. — Cinco comienza a decir.

—No sé a qué se refieren pero las sacaré de aquí. — intenta romper las cadenas de sus celdas pero ella lo detiene.

—He visto el futuro. No debemos salir de aquí. No hasta que cumplamos nuestro propósito.

—¿Qué quieres decir con eso? — el príncipe parece estar más confundido que antes.

—Debemos destruir al rey antes de que sea demasiado tarde. Si dejamos que cumpla el ritual cosas muy malas pasarán en todas partes. Nadie sobrevivirá.

—Disculpa pero no entiendo lo que me estás diciendo. — incluso para Alan, nada de esto tiene sentido.

—Existe una profecía. Cuando alguien osa a romper la ley natural con los misterios del ocultismo, la maldición del balance cósmico se activa y nacen siete mujeres con el poder de sietes constelaciones en su interior. Cada una con un orden. Esta marca nos diferencia. — le muestra los cincos puntos en su antebrazo izquierdo. — Estamos aquí por un propósito y eso depende de nosotras.

—¿Y por qué el rey las tiene aquí? ¿Qué gana con eso?

—Sabe de la profecía. Después de realizar el ritual cumpliendo las instrucciones con excelencia, obtendrá la vida eterna y con eso un gran poder. Nosotras somos el sacrificio.

—¿Qué? — Alan no puede creer lo que escucha. — ¿Estás diciéndome que están aquí desde hace 18 años para ser parte de un sacrificio? No tiene sentido. ¿Por qué el rey querría ser inmortal si me cederá el trono?

—Quizás solo sea parte de su plan. — el príncipe estaba preparado para escuchar cualquier locura, pero jamás pensó que sería de esta manera. Su abuelo parecía ser peor de lo que imaginó. — Quiere tomar nuestra sangre y después matarnos. Pero para eso primero necesita encontrar a dos más.

—Sylvie es una de ellas, ¿cierto? — está entendiendo la conexión de todo.

—Así es.

—¿Y quién es la otra? — todas se miran entre sí. — Aún no conocemos su rostro pero ya está aquí, podemos sentirla.

—¿Pueden...sentirla? — aún le cuesta comprender.

—Todas tenemos dones diferentes. Es lo que nos ha mantenido con vida.

—¿Y por qué no usan esos...dones para salir de aquí?

—Lo intentamos, muchas veces pero de nada sirvió. Nos capturaba una y otra vez y castigaba a otra por los errores de una, así que nos rendimos. Ahora solo esperemos a que ella nos salve, y sabemos que lo hará.




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