La carroza vieja donde la llevan se adentra en las profundidades del bosque para llegar más rápido hasta el castillo, pese a los posibles obstáculos que saben que se pueden encontrar. A medio camino, los caballos comienzan a detenerse y mostrarse agresivos ante la maldad que emerge del bosque. Varias sombras comienzan a moverse rápidamente alrededor de la carroza y los guerreros deducen que son los paganos.
—Malditos paganos. — uno de ellos dice y se bajan de los caballos mientras sacan sus espadas. — ¡Ya sabemos quiénes son! ¡Solo den la cara!
—No deben estar aquí. — suena una voz femenina, casi como un susurro.
—Llevamos a una rebelde para ser confinada en el reino. Déjennos seguir y estaremos en deuda. — un silencio abrumador se adueña del momento hasta que algo golpea la carroza fuertemente y la voltea. Helen se cubre la cabeza para no lastimarse mientras está dentro. —¡Todos, enciendan sus antorchas! — el guerrero ordena y así lo hacen.
—Morirán. — suena la misma voz y dos de los guerreros son colgados de las piernas de los troncos más fuertes del bosque. Cuando uno de los paganos se revela, un guerrero le lanza su antorcha y lo quema instantáneamente. Desatando con ello, una nueva guerra entre paganos y súbditos del rey.
Las criaturas del bosque asesinan a todos los guerreros y aunque Helen intenta pasar desapercibida con su silencio dentro de la carroza, detectan su presencia, abren las puertas y la sacan halándola de los pies.
—¡Déjenme! ¡Suéltenme! — les grita pero es inservible.
—Tú fuiste quien asesinó a nuestros hermanos. — uno de ellos dice, refiriéndose a los dos chicos que enfrentó en aquel bosque mediante la tormenta.
—Entonces sabrás que no te conviene meterte conmigo. — Helen esconde su miedo. Después de la muerte de su padre, no hay peor cosa que la pueda herir.
—Tú no puedes ser la séptima estrella. Eres solo una vil debilucha que estaba a punto de ser asesinada por los peones del rey. — una pagana de cabello blanco y un diamante diminuto incrustado en su frente le dice mientras se acerca y la observa. — La séptima estrella es imponente, de ojos brillantes, cabello blanco y poseedora de una energía que quemaría todo a su paso. Y mírate, estás ahí tirada...como un insecto.
—No tengo porqué demostrarte nada.
—Entonces morirás. — le da una mirada de aprobación al pagano que la ha sacado de la carroza para que saque su daga y la mate, pero antes de eso Helen le clava la suya en el cuello, quitándole la vida al instante.
Echa el cuerpo a un lado y se levanta.
—¿Quieres jugar a las dagas, muñeca? — dice la de pelo blanco, sacando la suya de entre los dedos y volteándose para verla fijamente.
—Creo que jugaré con algo mejor. — suelta la daga y cierra los ojos, invocando aquel poder que la salvó en aquel bosque. El viento, las voces y el brillo en sus marcas de nacimiento, son señales únicas de que su energía se está manifestando. Los paganos retroceden lentamente mientras no pueden creer lo que ven.
La tierra vibra y una esfera enorme de energía se forma en sus manos, la que poco después lanza contra la carroza en la que era llevada hasta el castillo. Aquella luz resplandeciente la destruye por completo, dejando caer cada pieza por casi todo el bosque.
—Sí es ella. — es lo último que dicen los paganos antes de desaparecer en la oscuridad. Una vez más, aquello que Helen aún no entiende acaba de salvarla. ¿Por qué todos parecían saber su historia y conocer su poder más que ella misma? Cierra los ojos para calmarse y cuando piensa que está a salvo, al girarse, alguien la golpea fuertemente en la cabeza hasta hacerla desmayar.
Es Vittorio.
No fue testigo de su poder pero por el desastre que sus ojos ven, deduce que ha sido lo que en parte sí sucedió: un enfrentamiento entre paganos y guerreros. Ya los conocía. Toma a Helen, la sube en su caballo hasta llevarla al castillo sin que nadie se dé cuenta y la encierra en uno de los más ocultos calabozos. Sin agua, ni comida, ni ropa, ni cama, ni luz. Completamente inconsciente.
Por otro lado, en el pasadizo secreto de la biblioteca, todas las marcas de las cincos estrellas, se iluminan. Incluyendo a Sylvie, quien todavía está inconsciente en otra celda oculta del castillo. Todas se despiertan y los ven. ¿Qué está sucediendo? ¿Qué está cambiando? Se preguntan mientras se ven entre sí.
—Es ella. — dice Cuarta, abriendo sus ojos. — La séptima estrella está aquí. — todas pueden sentirla.
Con Helen dentro del castillo, muchas cosas empezarán a cambiar.