La Séptima: Saga de Guardianes

2. Simple Ordinario

Amara siempre se metía en problemas. Bromas, peleas o incluso faltaba a las clases cuando se aburría. Su hermano era solo tres años mayor, así que compartieron el edificio por mucho tiempo. Él se encargaba de buscarla al gimnasio o a la biblioteca—donde usualmente se escondía—para llevarla de regreso a clases y le daba una charla peor que la que cualquier padre molesto podría darle. Luego llegaba a casa y obtenía un buen castigo de parte de Dorian. Sólo hizo molestar de verdad a su tío dos veces; una en la que el director la encontró robándose unos balones del gimnasio y otra en la que, también el director, la encontró peleándose con unos chicos mayores. Ellos habían estado jugando con su trompo y no se lo querían devolver, así comenzó la pelea. Solo que no fue muy favorable para ella, ya que eran Guardianes también, aunque logró quebrarle el brazo a uno de ellos y patear a otro en la cara.

Sus años de rebeldía se apaciguaron cuando Dean y ella se hicieron amigos, quien era un estudiante ejemplar de buenas calificaciones y el favorito de muchos de sus profesores. Le ayudó a encontrar un interés especial en la cacería para que dejara de ser tan irresponsable. Al principio lo tomó como un chiste, pero luego, cuando peleó con los chicos mayores, decidió calmarse para dejar esa actitud.

Cuando su hermano dejó la escuela y se unió a los Cazadores, se sintió más sola que nunca. Él la regañaba, eso sí, pero la cuidaba y le daba su apoyo cuando el director, muy maliciosamente, lo llamaba en medio de las clases para que fuera a hablar con su desastrosa hermanita. Así que se unió más a Dean y solo participaba en una broma que otra, de manera indirecta.

Conoció a Sofía y a Tomás poco después, aunque nunca fueron muy cercanos. Sofía tenía una habilidad especial que a Amara le encantaba. Podía crear clones de cualquier objeto o animal pequeño. Así era como manejaba toda la información. Si veías un gusano o una hormiga cerca de ti podía ser ella. Por eso era respetada, sabía todo acerca de todos y sus familias. Mas no lo hacía por curiosidad o diversión, lo hacía por su negocio, le dabas dinero y ella te conseguía toda la información que quisieras, por eso se debía tener una buena relación.

En la siguiente clase, de matemática, Sofía se sentó detrás de Amara para darle un sobre con la información del profesor Alvarado. Debía usar esa información para crear una buena broma, luego Dean planeaba todo y Tomás la llevaba a cabo. Sí, Amara era la de las ideas. Nunca se entrometió, se podría decir que aconsejaba a Tomás. La verdad, tenía mucha imaginación y Dean le ayudaba a perfeccionarla. Era un buen equipo, eso sí. Nadie los había descubierto… Bueno, solo una vez y no les fue difícil adivinar de quién se trataba. Nada más ni nada menos que Kate Rose.

—Gracias, Sofía —le agradeció sonriendo.

—De nada, Amara. Les ayudé solo porque es él —Después de eso se mantuvo en silencio toda la clase.

Amara se reunió con Dean para entregarle la información. Se sentaron y se entretuvieron un buen rato pensando. Luego a ella se le ocurrió una idea alocada, que funcionaría. Así que su amigo le ayudó y lograron darle una gran broma final a Tomás. Esa era la manera en la que todos se divertían, muy diferente a jugar fútbol o juegos de mesa.

Tomás había liderado las bromas más grandes de esa escuela. Lo habían descubierto varias veces y otras lograban culpar a los demás, no era exactamente el chico ejemplar. A veces a aquellos que lo retaban, a veces a bravucones o a quienes simplemente no le agradaban. No era buena idea llevarse mal con él.

—Ustedes son genios —confesó Tomás, con un brillo en sus ojos azules, fijos en la hoja—. Lo haré lo mejor que pueda. ¡Esas entradas sí valieron!

Todos tenían un papel en esa broma, Sofía, Dean, Tomás junto a sus amigos e incluso Kate, aunque no lo supiera.

Sonó la campana que daba inicio a la última clase. El siguiente mes se graduarían y ¡adiós, escuela! Como era de esperarse, Kate fue elegida, no sólo como representante de clase, sino como representante de generación. Estaba preparando su discurso mientras las demás chicas se ponían su uniforme deportivo. Amara hablaba con Sofía, era la única con quien realmente le agradaba, también compartían su antipatía hacia la presidenta de salón. Eran compañeras de clase desde que tenía memoria.

—Escuché que Kate Rose y sus dos amigas van tras Oculus Aquilae —comentó, señalando con la cabeza a las chicas, que hablaban en una esquina mirándolas.

Sofía era un poco más baja que Amara, con una determinada mirada esmeralda. Siempre llevaba una bufanda celeste, por lo cual se le podía identificar en los pasillos, incluso durante su clase de educación física.

—¿Kate? ¿Lengua Suelta? — preguntó Amara decepcionada. Así la llamaban en secreto, detestaba llamarla Presidenta.

La chica asintió, colocándose su amada bufanda.

—A nuestra Lengua Suelta le gusta brillar ¿Oculus Aquilae? Era de esperarse…

—Por cierto, ¿a cuál Organización te unirás? —preguntó Amara.

—A la de Investigadores. Me dijeron que podría tener futuro allí. ¿Y Dean y tú?

—Seremos Cazadores —dijo Amara sonriendo. Era su sueño desde niños.

—A la misma… —comentó Sofía mirándola un poco seria.

—¿Por qué lo dices?

—Por nada.




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