La Sicario

Capitulo 15

Había pasado un año. Lara se casa con Kalevi.

 Lara y Kalevi venden aquella casa para comprar otra en otro lugar. Necesitaban cambiar de aire y aquel lugar no traía buenos recuerdos para Lara.
En cuanto a Jukka volvió con su ex esposa y habían quedado en una buena relación con Lara.
Lara se alejó de la fiesta y se sienta en un banquito bajo un árbol a fumar un cigarrillo y a beber chanpagne. Miraba a su esposo, estaba enamorada completamente de él. Lo amaba con locura y daría la vida por ese hombre. 
Kal era una gran persona y ella podía ser ella misma sin ocultar nada. La conocía muy bien, cuando estaba feliz, enojada o disgústada, ella no necesitaba decir nada él al mirarla a los ojos ya lo sabía todo. Ella jamás pensó en tomar como esposo a Kalevi pero sabía que era su destino. 
Kal estaba bailando con su hermana y miró a su esposa, le envia un beso en el aire, se lo veía feliz y radiante.


Laury. —¿Puedo?


Lara. —¡Por supuesto padre! Debo agradecer que haya asistido a la ceremonía y aceptado casarnos en su iglesia.


Laury. —Fue un honor para mi Lara. Lo único triste es que tanto Kal como tu no confesaron sus verdaderos pecados 


Lara. —¡Hay cosas que no se pueden confesar! A veces es mejor no saber ciertas cosas.


Laury. —Si, podes estar en lo cierto.


Lara. —¿Y usted logró librarse de sus pecados?


Laury. —¿De qué hablas?


Lara. —¡Vamos padre! Sé quién es. De que trabaja. Se todo de su vida.


Laury. —¿Has estado investigándome?


Lara. —Lo justo y necesario ¿Por qué  decidió ser sacerdote, para calmar su alma de aquellos rostros a quién les quitó la vida?


Laury. —No. Al parecer no sabes todo de mi como dices. Se te escapó una parte de la historia  ¿Y tu, qué me cuentas, logras apoyar tu cabeza a la almohada sin ver los rostros de las personas que has matado?
Lara suspira, toma un trago de su vaso y le responde. —¡Sí! No tengo remordimiento alguno, es un trabajo En cambio usted ¿Qué pasó contigo Alexandre? (lo mira con esa frialdad que tanto le temía su ex esposo Jukka).


Laury. —Prefiero que me llames Laury. Ese es mi nombre ahora. Alexandre ya está muerto.


Lara. —Si lo deseas puedes contarne. Soy toda oidos.


Laury. —Te contaré la parte de mi vida que no sabes y comprenderás porque evoque mi vida a Dios.


Laury le pide un cigarrillo a Lara y empieza  a contar su historia. —Me ganaba la vida como ustedes. Era muy bueno. No es por presumir pero era el mejor en Francia. Conocí  a mi amada esposa en un viaje. Ella era azafate. La enamoré y nos casamos. Le conte todo desde un principio, fui abierto con ella y me aceptó porque me amaba. Trabajaba para un sujeto llamado Adrien Belmont, es dueño de una de las más lujosas casas de perfumeria, un empresario internacional. Él conseguía los clientes y tenía un pequeño grupo reducido, nos pagaban y el tomaba parte de la comosión, tu ya sabes eso, mi esposa quedó embarazada y me pidió que abandone mi trabajo por el bebé que venía en camino. Iba a poner  un local de café y me iba  a retirar. Hable con Belmont y me pidió mi último trabajo en Shangain. Luego dijo que podía retirarme, que le dolía perder a su mejor hombre pero que podía regresar cuando yo quisiera. Me pagó el triple de lo que debía pagarme (respira profundo, toma un trago de vino y sigue su relato),  mi esposa estaba embarazada de 6 meses, esperabamos una niña, Elizabeth. Era su cumpleaños número 26 y estabamos en casa solos ( ya había pasado varios meses que yo no trabajaba para Belmont), voy a la cocina por su pastel y escucho un golpe, una caida en seco y salgo corriendo al comedor y ahi la veo, (unas lagrimas rodean su mejillas),  un francotirador le dió tres disparos, uno en su cabeza y los otros dos en su vientre. Llamé a emergencias, estaba desesperado, no sabía que hacer. La tome entre mis brazos y le dije que todo iba a estar bien. Ella me miró y me pidió que no buscará venganza, me lo hizo prometer. Me pidió que cuidará de nuestra hija y que la amará con el alma, para cuando la ambulancia llegó, ella ya había muerto.
Lara mira hacía su derecha y seca sus lágrimas.
—Mi hija nació, pero a la semana de vida también murió —confesó Laury conbun gran dolor en su corazón—. ¡Era igual a su madre un ángel!


Lara. — Mi ley es no matar mujeres ni niños. 


Laury. —Él no tuvo piedad y eso es el karma. El karma vuelve. Con la misma arma que usé para matar vidas, con esa misma usaron para arrebatarne a mi esposa e hija. 


Lara. — ¿Y por eso te dedicaste a la religión?


Laury. — Caí en una depresión. Me aferré al alcohol. Me volví alcoholico. Perdí todo. Un padre me adaptó como si fuera su hijo. Me sacó de Francia y me dió una nueva vida. Un nuevo nombre. Dedique mi vida a Dios desde entonces pero esa herida no sana.
Kalevi se une a la conversación. Se sienta en las piernas de su esposa. —¿Le contaste?


Laury afirma.


Lara. — ¿Ya lo sabías?


Kalevi. —¡Sí! Solo quería que él te lo contará.


Laury. —Por eso quiero que se alejen. Sebastian los dejará vivir un tiempo y atacará.


Kal miraba a Jared como correteaba por el lugar.  —Tengo un plan ¡Y tengo a mi familia bajo control! Nada les pasará.


Lara. —Ese hombre ¿Aún vive?


Laury. —¡Sí! Tuve la oportunidad de vengarme pero no lo hice. La vida se encargará de su alma.


Kalevi y Lara se miran sin decir nada. Ambos pensaban lo mismo.
Se acerca Victoria y dice. —¡Vamos  a bailar amiga!




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