La silla incomoda

Capítulo 2

Susana cerró el libro. Sus ojos estaban rojos por las lágrimas.

—Jamás leer a una pareja firmando un certificado de divorcio me había dolido tanto.

—Pobre perrito —comentó la silla. Un extraño líquido azul goteaba de su espaldar.

Los dos se quedaron callados reflexionando sobre lo que acababan de leer. Ese fue uno de los libros más tristes que habían leído. Apenas la pareja protagonista firmó el certificado de divorcio estalló la tercera guerra mundial.

—Oye —le dijo la silla —. ¿Tienes hambre?

—¿Eh? —Susana se limpiaba los ojos con un pañuelo.

—Te pregunto si tienes hambre.

El estómago de Susana comenzó a gruñir. La silla no necesitaba una respuesta de “si” o “no”. Con eso era suficiente.

—¿No te gustaría un pastel? Para pasar mejor ese trago amargo.

Un postre apareció en el asiento. Un pastel de chocolate enorme y apetitoso. Con tres capaz de fudge; decorado con crema Chantilly y cerezas. Con solo verlo bastó para que se le hiciera agua a la boca a Susana.

—Anda. Sírvete un pedazo.

Susana tomó una rebanada generosa. Estaba apunto de darle una mordida, pero se detuvo en medio camino.

—¿No tendrá gluten, no?

—No, claro que no. Come. Come.

—¿Y benzoato de potasio? ¿No tiene, no?

—No sé que es eso. Pero no, no tiene. Anda. Dale una mordida.

—¿Y veneno?

—Eso sí —respondió la silla con un tono compasivo —. Tratándose de ti, es un veneno indoloro, no tiene sabor y es imposible de detectar en la autopsia.

Susana regresó la rebanada a su sitio.

—Buen intento, muchacho.

—Por favor. ¿Tienes idea de local complicado que es preparar un pastel con estas patas? —se quejó la silla levantando sus patas como si estás estuvieran hechas de goma —. Dale una mordida por consideración.

Susana estuvo ignorando a la silla hasta que se dio cuenta de un detalle.

—Un momento, ¿Qué hora es?

Un reloj apareció en el espaldar de la silla.

—Son las cinco y treinta, ¿Por qué?

—¡Ya es muy tarde! Tengo que arreglarme.

—¿Arreglarte? ¿Para qué?

—Tengo una cita con Ramón.

—¿Ramón? ¿Ramón? No sé suena. ¿Quién es?

—Es mi novio.

La silla comenzó a reírse a carcajadas, golpeando el suelo con sus patas como si fuera un caballo salvaje. Susana quería arrojarla por la ventana.

—Tú vida romántica ha sido poco más que desastrosa en el tiempo que llevo contigo, y aún así decides intentarlo de nuevo. Te admiro por eso. Cualquier otra persona se hubiera colgado por eso.

Una horca apareció en el asiento.

—En caso de que tengas ganas.

Susana negó con la cabeza. Se pudo imaginar a la silla sonriendo desde adentro de su cojín.

—¿Cómo se llamaba el anterior al Ramón? —Susana escuchó un chasquido de dedos viniendo del interior de la silla —. Luis. ¿Por qué terminaron? Creo que fue por qué te engañó con su hermana.

—El verlos fue tan traumático —Susana se desplomó en su silla —. Eran tan iguales que era como verlo besar un espejo.

—Y antes de él hubo uno llamado Carlos. Te engañó con su secretaria.

—Secretario. Bueno, secretaria. Era su secretario cuando nos conocimos y luego se hizo la transición —Susana se frotó las sienes —. Cuando los vi juntos desnudos todas mis clases de anatomía desaparecieron de mi cerebro.

—Si, y tal como me la describiste es mucho más bonita que tú.

La silla volvió a reírse con malicia y Susana frunció el ceño.

—El homosexual era el primero, Martin. Creyó que eras un chico. Te dije que no te cortaras el cabello al rape. La próxima vez tienes que hacerle caso a las sillas que hablan. Somos muy sabias.

Susana tragó saliva con amargura.

—Encuentro un patrón muy raro. ¿Todas esas malas relaciones ocurrieron en cuanto tiempo? ¿Cinco años?

—Seis meses —respondió Susana con un aliento acido. Sus ojos estaban rojos.

—¿Y eso no te causa pena? ¿No te provoca querer acabarlo con todo?

El pastel aumentó de tamaño.

—Anda, come un poco. Aliviará tus penas. Está muy rico.

—¡No! —exclamó Susana —. Sé que Ramón es el indicado. Lo sé desde la primera vez que hablamos por Facebook.

—¿Nunca lo conociste en persona?

Susana negó con la cabeza.

—Estuvimos hablando por una semana. Quería tener una cita con él. Pero Ramón me dijo que tenía que hacer un viaje a Arequipa por trabajo. Hoy regresa y por fin podremos conocernos.

—Reconozco a un tren en descarrilamiento cuando lo veo. Guardaré el pastel para después.



#2952 en Fantasía
#610 en Magia
#3680 en Otros
#695 en Humor

En el texto hay: asesinoserial, monstruo bestia, silla

Editado: 31.07.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.