PRÓLOGO

"Las acciones duelen más que las palabras"

10 años atrás

No entendía por qué debíamos estar en el hospital. Y por supuesto, no entendía por qué mamá lloraba en los brazos de papá si ellos no se agradaban. Se habían separado hace dos años porque ya no se querían y cada uno había logrado seguir con su vida. O eso decían cuando discutían.

Verlos de esa forma hizo que mi corazón doliera porque yo no quería que mamá llorara. Ella era demasiado bonita como para hacerlo. Y las niñas bonitas no lloran. Fue por eso que sujeté mi dulce favorito entre mis brazos y, con una hoja y unos lápices que me había dado la enfermera, le hice un dibujo en dónde le decía lo mucho que la quería. Eso siempre funciona con las madres, así que creí que dejaría de llorar.

Pero me equivoqué.

Cuando ella me vio, solo cubrió su boca y salió corriendo sin ver hacia atrás. Papá dijo que no pasaba nada, que simplemente le diera tiempo y que volvería.

No lo hizo.

Ese día la esperé con papá en la sala de hospital y cuando dieron las 17:25, decidimos que era hora de marchar. El caramelo seguía en mi bolsillo junto con el dibujo que no pude entregarle, pero no me puse triste. Papá dijo que seguramente estaba en casa.

No estaba allí.

La busqué y no la encontré. Así que subí hasta la habitación mientras papá tomaba un baño y me decía que no debía preocuparme porque tal vez fue a comprar hamburguesas, mi comida favorita. Me puse feliz y, solo por eso, decidí que debía darme una ducha y ponerme mi mejor vestido.

Esa noche no volvió, y la siguiente tampoco.

Con el pasar del tiempo la casa fue perdiendo color y papá perdía peso; se veía triste. Yo comencé a sentirme débil. Mi cuerpo ya no me pertenecía. O así me sentía. Por eso íbamos al hospital todos los días, sin falta. Hasta que dejé de ir a la escuela y dejé mi hogar por quedarme a dormir allí.

Los doctores comenzaron a pincharme aunque yo les decía que no debían hacerlo. Y no entendía la razón hasta que el día de mi cumpleaños número nueve, mis ojos se cerraron y mi corazón se detuvo.

Esa fue la primera vez que lo hizo, pero no la última.