La Sirena

El Canto del Horizonte

El mar los recibió con un resplandor casi sagrado. La luz que emergía del portal se disolvió en un horizonte líquido, donde cielo y agua eran uno solo. Ya no había suelo bajo sus pies, sino una superficie cristalina que respiraba, vibrando con un pulso profundo, como si el océano tuviera corazón.

Adara fue la primera en notar la música. No era un sonido audible, sino una frecuencia que se sentía en la piel, en el alma. Cada ola parecía pronunciar su nombre, cada destello llevaba un fragmento de su historia. Rain levantó la mirada y vio, suspendidas sobre ellos, constelaciones que se movían lentamente, como si observaran su llegada.

"El fin del viaje… o su comienzo".

Susurró Dylan, sosteniendo la gema contra su pecho.Esta vez, el cristal no brillaba con luz, sino con voz. Desde su interior se elevó un canto antiguo, un eco que parecía venir desde las profundidades más oscuras del mar.

Entonces el agua se abrió.Desde las olas emergió una figura translúcida, mitad mujer, mitad corriente marina. Su cabello era una cascada de espuma y su mirada, un abismo lleno de recuerdos. Su voz no necesitó palabras para hacerse entender.

“Me llamaron de muchos modos: Tentación, Guardiana, Silencio. Pero mi verdadero nombre fue olvidado… como el tuyo.”

Los tres la contemplaron, sobrecogidos.Adara sintió que algo en su pecho respondía, como si aquella presencia la conociera desde antes del tiempo.

"Eres la Sirena" .

Dijo, con un hilo de voz.La figura sonrió.

“Soy lo que queda cuando la verdad se canta y no se teme. Soy el eco del corazón cuando deja de esconderse.”

A su alrededor, el mar comenzó a mostrar visiones: los rostros de quienes habían amado, las promesas rotas, los juramentos silenciosos. Rain vio a su hermana perdida, sonriendo entre las olas. Dylan vio a su madre, extendiéndole la mano. Adara vio a la niña que alguna vez fue, corriendo libre por un campo de luces.

"¿Esto es real?".

Preguntó Rain.

“Es lo que fue… y lo que será si lo recuerdan.”

La Sirena extendió una mano. De su palma brotó una esfera de agua que contenía tres reflejos entrelazados.

“El corazón del abismo no era un final. Era una llave. Pero abrir el horizonte requiere una última ofrenda.”

El silencio cayó como una marea.Dylan dio un paso adelante, entendiendo antes que los demás.

"¿El sacrificio?".

Preguntó con voz baja.La Sirena asintió.

“No de carne, sino de nombre. El que cruce debe dejar atrás lo que fue. Solo así podrá oír el canto verdadero.”

Adara miró a sus compañeros. Habían sobrevivido a sombras, espejos y verdades. Pero esto era distinto. No se trataba de vencer… sino de soltar.

"Si olvido quién soy, ¿qué quedará de mí?".

Preguntó.

“El amor que sembraste. La música que dejaste en los otros.”

Lentamente, Adara tomó la gema de las manos de Dylan y la sostuvo sobre el pecho.

"Entonces… que mi nombre se disuelva en la canción del mar".

El cristal se quebró en un suspiro de luz. Las aguas se elevaron, abrazándolos a los tres. La Sirena entonó su canto final, una melodía tan pura que el cielo se curvó, abriendo un paso entre las estrellas.

Cuando la marea descendió, ya no había figuras humanas. Solo tres luces flotando, danzando en la superficie infinita.El mar murmuró:

“El horizonte los recordará. Porque quien canta su verdad nunca se pierde… solo cambia de forma.”

Y en lo más profundo del océano, una nueva voz nació.Era suave, pero eterna.El canto de la Sirena.




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