El mar estaba en calma.No había viento ni horizonte, solo un silencio profundo donde las corrientes se movían con lentitud ritual. Tres luces flotaban bajo la superficie, girando en círculos perfectos, como si danzaran al compás de un corazón que ya no pertenecía a este mundo.
Desde la profundidad más antigua, la Sirena observaba. Su canto había terminado, pero el eco aún resonaba en cada molécula del océano. Se acercó a las luces y, al tocarlas, las aguas comenzaron a recordar.
El agua ,guardiana del tiempo,no olvida.Y así, la Sirena recordó también.Había sido humana alguna vez.Una joven llamada Lirien, hija del faro y del silencio. Vivía junto a los acantilados, escuchando los cantos que el viento traía desde el mar.
Decían que su voz podía calmar tormentas, que las olas se rendían ante su melodía. Pero una noche, el océano respondió a su canto con una voz más antigua.Una voz que le ofreció un pacto.
"Canta por mí", susurró la marea, "y te daré un alma inmortal. Pero jamás volverás a pisar la tierra."
Lirien aceptó sin comprender el precio. Cuando su canción terminó, su cuerpo se disolvió entre la espuma, y su corazón se volvió marea. Desde entonces, fue la Sirena: guardiana de los caminos entre mundos, intérprete de las verdades que solo el agua podía reflejar.
En el presente, el océano tembló.Las tres luces comenzaron a transformarse.
De una surgió una figura hecha de vapor y viento: Rain, cuyos ojos aún conservaban la melancolía de la tierra. De otra, un cuerpo de cristal y fuego: Dylan, la voluntad que nunca se rindió.Y del resplandor central emergió Adara, envuelta en un velo de luz azul, mitad humana, mitad espíritu del agua.
"¿Dónde… estamos?" .
Preguntó Rain, con la voz quebrada.La Sirena los observó con ternura.
"Están donde comienza todo. Donde las memorias se hacen canto".
Dylan dio un paso adelante.
"¿Somos… humanos todavía?".
"Son lo que el amor hizo de ustedes.Seres del puente. La frontera entre la verdad y el olvido".
Respondió ella. Adara la miró en silencio.
"¿Por qué nos elegiste?"
La Sirena sonrió, y en su mirada había siglos de tristeza y belleza.
"Porque ustedes fueron la canción que nunca pude terminar".
El agua a su alrededor comenzó a brillar, revelando figuras, ecos de otras vidas: las sombras que habían vencido, los caminos que eligieron.
Entonces, por primera vez en eras, la Sirena cantó para sí misma.Un canto suave, melancólico, pero lleno de esperanza. A medida que su voz se alzaba, su forma comenzó a deshacerse, convirtiéndose en espuma y luz.
"Mi tarea termina aquí. El mar los recordará… pero el horizonte les pertenece a ustedes".
Susurró. El océano se abrió una última vez, dejando ver un amanecer distinto: dorado, tibio, libre.Las tres figuras cruzaron las aguas, no como sombras ni reflejos, sino como almas completas.
Y cuando el sol tocó el mar, una última nota resonó, pura y perfecta.Era el eco del nombre que una vez tuvo la Sirena…Lirien.El mar la guardó, y el mundo siguió cantando.
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Editado: 17.10.2025