Charlie
Alec ha muerto, eso ha hecho que dejara de ocultarme en casa, aunque tampoco sé si quiero intervenir directamente y exponerme de una forma tan idiota como lo hizo Dante, la manada de Logan eran unos cuantos, la sociedad de Boston son miles y ni hablar de los cazadores en todo el mundo. Busco respuesta con un cazador de confianza que vive en california, Nick, sé que él puede hacer algo para que los de Boston no me molesten, su familia es muy influyente: pero después de dos días de esperar alguna respuesta un amigo suyo me dice que él ya no es un cazador y no puede hacer algo por mí, no me dice mucho porque me corta por algo que habrá pasado allá.
Le subo el volumen a la música intentando que la poderosa Katy Perry me ayude a encontrar una solución a este enorme problema, llevo repitiendo Choose Your Battles las veces que sean necesarias para que se me ocurra algo. Le llamo a Dante reportándome, no quiero que se preocupe por mí y le diré que necesitaremos de un milagro.
— ¿Char, pasa algo? —está cerca de Logan, lo escucho hablar desde acá.
— Nick no puede hacer nada, ni siquiera es cazador, larga historia.
— Por dios, ¿ahora qué?
— No sé, sería una buena idea escapar a otro país, pero el aeropuerto más cercano es el de Boston —nos atraparían a medio camino, no sabríamos cuántos cazadores hay haciendo una redada sobrenatural en Massachusetts.
Un fuerte golpe me aterroriza, al mirar hacia las ventanas y a la puerta no encuentro nada, ni una sombra.
— ¿Charlie? —Dante lo escuchó, es real.
— ¿Lo escuchaste?
— Sí, dime que fue un accidente de tus padres.
Otro golpe más fuerte. Escucho caer la puerta, reconozco el sonido, cuando la instalaron se les olvidó unos cuantos tornillos y terminó cayendo.
— Están aquí… los cazadores.
— Iremos por ti y tus padres —el profesor Valentine ha tomado el teléfono de Dante.
— No, alertarán a la sociedad.
Un grito ahogado de mi mamá me asusta y tiro el teléfono del susto, ¿Le estarán haciendo algo? La simple idea de pensarlo me asusta, desearía estar ahí para defenderla, ojalá papá les esté dando una buena paliza a esos idiotas. Más cosas volando y haciéndose pedazos se hacen presentes y cuando intento abrir la puerta de mi habitación alguien me lo impide, me trago un grito por miedo a alarmarlos, las lágrimas en mi cara se acumulan. El único lugar seguro es mi closet, me deshago de mis zapatos y me arrojo a ese diminuto espacio, la ropa me ayuda a esconderme, sé que debería bajar y ser un cazador dispuesto a luchar, pero el miedo se apodera de mi cuerpo, tengo que taparme la boca para no gritar de desesperación. La puerta de mi habitación azota con fuerza y escucho múltiples pisadas por doquier. Están cerca de mí. Estoy a su merced. Maldigo en total silencio no tener mi arco y el carcaj cerca.
— Tienen un hijo, infórmalo a Spencer —dice uno de los cazadores—. No perdieron el tiempo.
— ¿Está aquí?
— Debe de estarlo, intentó salir —me vieron, fui tan estúpido—. ¿Dónde estás, pequeño? No te mataremos si sales ya.
¡Lo sabía! Me quieren matar y estoy a pocos metros de ellos.
— Ni tanto, miralo, ha de tener 16 —la foto con Dante, deben haberla visto—. Se lo enviaré a Spencer, le gustará saber esto.
— ¡Sal de donde quiera que estés, chico, están en graves problemas!
Se ponen a buscarme, sus pisadas se detienen por más tiempo y entre los pequeños espacios de las puertillas los veo revisando cada esquina, es cuestión de tiempo para que me encuentren. Se escuchan más pisadas por las escaleras, esta vez son más fuertes y rápidas, cómo si la persona estuviera yendo a toda velocidad.
— ¡Perra, no debiste hacerlo!
Se escucha un golpe y alguien cae, por un minuto siento que lo he perdido todo, pero se vuelve a escuchar otro golpe y alguien vuelve a caer. Casi me muero cuando alguien abre la puerta del closet, pero es mamá. ¡Sigue viva! Lloro de felicidad y la abrazo, está a salvo, ojalá papá lo esté. Tiene golpes en la cara y su ropa está hecha jirones, no podría estar más preocupada, nos quieren matar a los tres.
— Cariño, que bueno que estés bien.
— ¿Qué está pasando, mamá? Dime que estaremos bien —no puedo soltarla, no quiero; pero ella me separa.
— El día llegó, cariño, tu padre está inconsciente solamente —jala un suéter y lo suelta del gancho que lo mantenía colgado para dármelo, también me da mi teléfono con la pantalla rota—. Corre con el señor Valentine, hazlo ahora.
— Pero mamá…
— Hijo, escapa por la ventana, estaremos bien, te lo prometo.
— Ya saben cómo me veo.
— Nos encargaremos de eso, cariño, pero vete de aquí —se escuchan más pisadas—. ¡Hazlo, hijo, sálvate!
— No los dejaré solos.
— Tendrás que hacerlo, vendremos por ti luego, pero, por favor, prométeme que irás con el señor Valentine.
Entre lágrimas lo acepto y abro la ventana, mamá me ayuda usando la extensión para que pueda bajar seguro; antes de llegar al suelo alguien la jala y caigo al suelo abruptamente. Quisiera ayudarla, pero le prometí ir con el señor Valentine. Con mi suéter puesto me voy corriendo por las calles intentando no llamar la atención, ha empezado a llover, al mirar atrás veo que uno de los cazadores me ha visto y me persigue. No usaré ninguna invocación, si lo hago me irá peor. Lo siento cada vez más cerca y no estoy a medio camino de la casa del señor Valentine. Siento un jalón que me lastima el cuello y caigo, un cazador cuyo rostro no es visible me ha atrapado.
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Editado: 08.01.2025