Escucho ruidos. Voces apagadas. Como si mi cabeza estuviera bajo el agua. Me resultan familiares.
—¿¡Cómo se te ocurre usarla para practicar!? —es mamá. Su voz retumba con enojo.
—Mamá, era la única opción. De toda la clase, ella es la mejor. Solo porque ha entrenado conmigo. Imagínate si esto le hubiera pasado a otro estudiante... —responde Dartziel, su tono suena más a excusa que a disculpa.
—¡Hubieras usado a otro maestro, no a tu hermana! —le reclama.
Sigo escuchando la discusión, aún con los ojos cerrados. Cuando los abro todo esta borroso al principio, luego enfoca. Me doy cuenta que estoy en la enfermería, sobre una camilla. Althea está sentada cerca, y al verme abrir los ojos, sale corriendo por la puerta.
Trato de sentarme. Mi brazo izquierdo arde; está vendado. También tengo la cabeza adolorida. Late como tambor. Me incorporo poco a poco. Mala idea, todo da vueltas. Me llevo la mano a la cabeza, también está vendada.
La puerta se abre. Entran mamá, Celix, Dartziel y Nyra, con sus respectivos Elementales en el hombro. Sus rostros dicen mucho: Alivio, tensión, vergüenza... según aquien mires.
—¿Cómo te sientes, cariño? —pregunta mamá, acercándose de inmediato con una sonrisa preocupada, mientras acaricia mi mejilla.
—Adolorida… ¿por qué todo da vueltas?
—Nyra, ve por el doctor —dice mamá, sin perder la calma.
Nyra sale y regresa poco después, acompañada de un hombre de bata blanca. Se acerca a examinarme.
—¿Cómo te sientes, Visxiria?
—Sigo adolorida… y mareada.
—Tienes una contusión leve. Nada grave, pero necesitas reposo. También presentaste una quemadura moderada en el brazo. Iniciamos un tratamiento con un Luhava para curarla, te quedará una pequeña cicatriz.
Asiento en silencio. El mareo sigue ahí, pero empieza a sentirse menos. En su hombro está la criatura que lo ayudó: una pequeña tortuga verde y roja coral, de caparazón brillante como el reflejo del mar. Me saluda moviendo la cabeza. Le devuelvo una media sonrisa.
—¿Estuve inconsciente mucho tiempo?
—Unos 20 minutos nada más— responde mamá. — Pero parecieron eternos.
—La contusión desaparecerá pronto, pero no estaría mal que otro Luhava te tratara a diario para acelerar la recuperación. ¿Tienes uno cerca?
Nyra levanta la mano.
—Yo me encargo.
—Perfecto. Solo necesito la firma de tu madre para que puedas irte —dice el doctor, saliendo de la sala junto a mamá.
—¿Dónde está Nalem? —pregunto, mientras Nyra me ayuda a incorporarme.
—Afuera con Althea. No lo dejaron entrar porque es muy chico—responde Celix.
Salimos y vemos a Althea y Nalem sentados en una banca. Nalem corre hacia mí, feliz.
—¡Tía! ¿Es cierto que mi tío Dartziel te noqueó? —dice entre risas.
—Sí, me usó como saco de box. Sin piedad —le respondo dándole una sonrisa forzada mientras le revuelvo el cabello
Mamá llega en ese momento, intentando disimular que minutos antes estaba regañando a mi hermano.
—Listo, ya nos podemos ir a casa.
—Pero tengo hambre… ¿podemos comer primero?
—Está bien, vamos a la cafetería.
Ya fuera de la enfermería mientras caminamos por los pasillos hacia la cafetería, mi cuerpo se siente más pesado de lo habitual. No por el golpe, o al menos no solo por eso.
Es una mezcla rara de cansancio físico, incomodidad emocional y... algo más. Algo que no logro definir
Nos sentamos en una mesa solo mamá, Nyra, Nalem y yo. Althea regreso a las clases. Y mis hermanos se fueron a cumplir sus deberes como Eternals. Dartziel fue a dar otra clase —con mamá recordándole que deje de usar alumnos como sparrings— y Celix se fue a atender asuntos “ultrasecretos”. Mamá intenta mantener una conversación ligera, pero mis pensamientos están en otro lado.
Pienso en el sueño que tuve…
¿Un venado con alas?
¿El hombre llorando?
Fue tan vívido. Doloroso. Y no recuerdo haber visto nada parecido últimamente. Dicen que soñamos lo que vemos, pero esto... esto fue distinto.
Tal vez fue culpa del golpe del mugroso de mi hermano.
—Vis, ¿segura que estás bien? —pregunta Nyra, sentada frente a mí.
—¿Qué? Ah, sí… sí, me siento bien. Sigo un poco mareada, eso es todo. Estoy tratando de recordar qué película o serie vi ayer que explique la rareza de mi sueño —les digo, y procedo a contarles lo que soñé. Tal vez ellas puedan ayudarme a descifrarlo.
—No me suena a ninguna película que hayamos visto —dice mi cuñada, llevándose una uva verde a la boca
—No te preocupes por eso, hija. Los sueños siempre son raros. Yo una vez soñé que a tu padre se lo comían unas langostas… aunque creo que esa vez me había llevado a cenar —comenta mi madre, divertida al recordarlo.
Río por lo bajo. Intento seguir el consejo de mamá. Tal vez no tenga sentido desgastarme pensando en eso. Quizá solo fue una combinación de trauma, dolor y mi imaginación hiperactiva. Tengo otras cosas más importantes en qué enfocarme.
Terminamos de comer y mamá decide que es mejor ir a casa a descansar. Yo no quiero irme, pero aún me siento algo mareada, así que no protesto.
Supongo que mis amigos están en clase en este momento. Les mando un mensaje despidiéndome.
Antes de salir, pasamos por recepción a dejar los lentes: no están permitidos en el mundo civil.
Tomamos un vagón aéreo hacia el edificio por el que entramos más temprano. Vamos de regreso a casa.
---
Llegamos justo a la hora de la cena. Mamá ya le había contado a papá, a grandes rasgos, lo que pasó en la Cedex. Pero yo, por supuesto, le di todos los detalles.
—¿Y cómo se le ocurrió a tu hermano hacer eso? —dice papá, negando con la cabeza, indignado por la barbaridad de Dartziel.
Me encogí de hombros — No lo sé, pero no le pude decir que no. Iba a quedar mal frente a mis compañeros. Soy una Seahart, tenemos una reputación que mantener —dije eso con un tono de orgullo exagerado.
Papá me miró con cara de juicio, entrecerrando los ojos, como si no creyera ni una palabra. Me reí por lo bajo ante su expresión y lo abracé.
—Pero no pasó nada, papi. Además, el doctor dijo que un Luhava puede curarme a diario para que la quemadura sane más rápido y la contusión se alivie pronto. Maerys se ofreció a ayudarme, está afuera jugando con Nalem e Ipser —dije, señalando hacia afuera justo cuando Nalem se subía a Maerys—. Aunque supongo que tú solo ves a Nalem flotando.
Nyra, Nalem y Maerys se marchan al cabo de un par de horas. Yo me voy directo a mi habitación a terminar las tareas de mañana. Tengo mucho que contarle a Estris, así que lo mejor será descansar.
Sal de mi cabeza por hoy… Tuve un día difícil. Y bastante doloroso.
---
Suena el timbre de la escuela.
Cambio de clase. Otro día aburrido. Camino con Estris hacia Ciencias, contándole todo lo que pasó ayer. Comienzo por las cosas nuevas que averigüé, hasta llegar casi a la parte más interesante: la batalla con Dartziel.
Doblamos por el pasillo y... casi choco con él.
Brytce.
No es de esos chicos que hacen que todas se giren al pasar. Pero tiene esa otra clase de magnetismo.
Es alto, con hombros amplios y una ligera barriguita que apenas se nota gracias a lo largo de su torso. No es de revista, pero hay algo en su forma de moverse... sin prisas, sin pretenciones… que lo hace ver seguro.
Su rostro sí es atractivo, con pómulos definidos y una sonrisa sarcástica que me encanta.
Tiene el cabello castaño claro, algo revuelto —como si el viento se tomara libertades con él— y la piel blanca ligeramente bronceada.
Pero lo que realmente me desarma son sus ojos. Color miel, de esos que parecen verlo todo, como si analizaran sin juzgar. (¿Qué? Cada quien sus gustos, ¿no?)
Es la clase de chico que sí sabe prestar atención.
Con mis entrenamientos de Eternalite, mis reflejos son buenos, así que freno justo a tiempo. Pero Estris, que viene a mi lado, me empuja… ¡y termino chocando con él!
Ella se va de largo como si nada.
(Trágame, tierra...)
Balbuceo una disculpa, deseando con todo mi ser no estar poniéndome roja como un tomate, y huyo con la poca dignidad que me queda.
Cuando alcanzo a Estris, le lanzo una mirada fulminante.
—¿¡Por qué hiciste eso!?
—Ya es hora de que le hables, amiga. Te gusta desde primer año. Ya estamos en el último y no has hecho nada más que stalkearlo con la mirada. Eres bonita, no creo que te diga que no.
—Le iba a hablar ayer, pero... creo que estaba más concentrada en la exposición. Y en el Elemental.
—Un chico de su salón me dijo que ayer no vino.
—Con razón. Bueno, igual... él es solo un crush. Estoy feliz viéndolo de lejos. No voy a hacer nada al respecto.
—¿Y tu dignidad?
—Exacto. Prefiero conservarla. Además, ¿y si al conocerlo se me cae toda la ilusión? Mejor así. De lejos, en silencio, y sin riesgos emocionales. Gracias.
Cambio el tema y regreso a la historia de ayer, con tal de que Estris no siga insistiendo, mientras llegamos a la siguiente clase.
---
Hora y media más tarde. El timbre suena, fin de a clase. Hora de almorzar
Estris y yo estamos sentadas en la cafetería. Le estoy contando con lujo de detalle cómo terminé herida, cuando de pronto se escucha un alboroto en la parte trasera del lugar.
Volteamos y vemos a un chico de primero siendo acosado por un grupo de estudiantes de mi año. Cinco contra uno. Lo empujan contra la pared, y nadie —nadie— hace nada por ayudarlo.
Por el rabillo del ojo veo a una alumna salir corriendo hacia los salones. Tal vez fue a buscar a un maestro. Pero mi paciencia no tiene tanto aguante… y se está tardando demasiado.
No lo soporto más. Me levanto de golpe. Estris trata de detenerme, pero ya es tarde. No me importa haberme lesionado el día anterior, ni que todos me miren por llevar el brazo vendado.
Llamo aún más la atención cuando avanzo con furia hacia el grupo.
Me interpongo entre el líder —Japgy— y el chico de primero, justo a tiempo para detener el golpe que iba directo a su rostro.
Su puño choca con la palma de mi mano. Lo tomo, lo aprieto y giro su brazo hacia afuera con un empujón que lo hace retroceder.
—Vete de aquí, Seahart. Tú no tienes nada que ver con esto —espetó Japgy, enojado y desconcertado.
—Claro que sí —le respondo, firme—. Eres un abusivo, Japgy. Él está en primero, se supone que tú deberías ser el maduro aquí.
El chico de primero intenta huir, pero dos de los matones le cierran el paso.
—Les recomiendo que lo dejen ir. Pronto llegará un maestro y tienes demasiados testigos para evitar el castigo —añado, sin apartar mis ojos de los suyos.
Japgy me lanza una mirada de odio… pero no dice nada más. Se da media vuelta y se va.
Siento todas las miradas sobre mí mientras regreso a mi asiento. Me siento justo cuando veo entrar a la chica que había salido antes… acompañada de un maestro. Pero ya no hay nada que reportar.
—No puede ser, estamos a mediados de septiembre y un Elemental aparece en la escuela, mi hermano me deja hecha puré y aparte tengo que lidiar con Japgy otra vez.
—parece que es tu hobby. Y aun no termina.
Estris me hace una seña para que mire discretamente detrás de mí.
Volteo. Mi mirada choca con la de él.
Brytce me está observando.
Para él yo era invisible.
Hasta ahora.
#2303 en Fantasía
#422 en Magia
juvenil y escolar, juventud y amor, fantasa magia aventura accion drama
Editado: 04.09.2025