—¿Nos está hablando? —me pregunta Althea, con los ojos muy abiertos.
—Sí, eso hace. —No es usual que los Elementales hablen en voz alta con cualquiera.
—Así es —dice el Flurix con voz profunda—. Me llamo Tulsler y lo que tengo que decirles nos involucra a todos.
Hace una pausa. El aire se espesa. Nos mira con esa intensidad que tienen los Elementales, como si pudieran ver más allá de los huesos.
—Nuestra alianza con los Eternals ha sido valiosa. Han ayudado a mantener el planeta en equilibrio… pero no es suficiente. La salud de muchos de nosotros se está deteriorando. Lentamente, pero con claridad. El daño humano al planeta nos afecta directamente. Cuanto más contaminan, más se debilita nuestra esencia. Y, como saben… no podemos morir. Solo sufrir.
Trago saliva. La idea de estar condenados a una agonía eterna me da escalofríos.
—Decidimos hacernos visibles —continúa—, aparecer en lugares públicos para enviar una señal. Una advertencia. Para que más humanos despierten antes de que sea demasiado tarde. Pero no basta con señales. Necesitamos acciones.
Se gira hacia mí.
—He sido enviado a buscar a alguien. Alguien con valor, con sentido de justicia. Alguien que no mire hacia otro lado cuando puede actuar. Te he estado observando, Visxiria Seahart.
¿A mí? ¿En serio?
—¿De todos los Eternals del planeta… me elegiste a mí? —pregunto, alzando una ceja. (¿Qué sigue? ¿Una profecía antigua?)
—Puede que no lo creas —responde, como si hubiera leído mi mente—. Pero lo sabrás con el tiempo. —Gira su cabeza a la izquierda, como si hubiera escuchado algo más allá de nosotras. Luego vuelve a mirarnos—. Eres más especial de lo que crees, pero aún no puedo decirte todo. Te veré en otro momento. Y, por favor, que esto quede entre nosotros.
Nos clava una última mirada. Luego extiende sus alas y, con un fuerte batir, se eleva en el aire, dejando tras de sí una ráfaga que nos revuelve el cabello y nos llena de mil preguntas.
Sigo al Flurix con la mirada hasta que lo veo perderse entre las nubes. Althea se gira hacia mí.
—Y yo que pensaba que este año iba a ser aburrido —dice, alzando las cejas mientras vuelve la vista al cielo.
Althea dice algo, pero no la escucho. Mi mente está en otro lado. (¿Será que los Elementales están sufriendo en este preciso momento? ¿Cómo les afectará a cada uno? ¿De verdad los Externos pueden ser de ayuda? ¿Será que yo puedo hacer una diferencia? ¿Por qué yo?)
Inconscientemente comenzamos a caminar en silencio de regreso a la casa de los Aldrietz. Los colores naranja y amarillo ya se están pintando en el horizonte, indicando que el anochecer se aproxima.
Vamos en silencio. Solo se escuchan las ramas y el césped que pisamos. Althea decide romperlo:
—Vis, ¿tú crees que lo que nos dijo el Flurix sea cierto? —dice mientras caminamos hombro a hombro.
—No lo sé. Para mí también es muy extraño. ¿Por qué preguntas? ¿Crees que es mentira?
—Pues no veo motivos para que un Elemental nos mintiera. Pero sigue siendo sospechoso —dice entrecerrando los ojos y acariciando una barba imaginaria, como lo hacen los detectives mientras mira el horizonte.
—Buen punto… Además, ¿no se te hace extraño que sea hasta ahora que piden ayuda? Quiero decir, sabemos que la Sociedad para eso se creó. Pero nunca habían requerido asistencia de los Externos. Eso me preocupa. Y, sobre todo… ¿ese Flurix me ha estado vigilando?
—Lo sé. Tal vez sí deberías contarle a Celix o a Dartziel lo que está pasando.
—No puedo. Por alguna extraña razón confío en Tulsler. Voy a mantenerlo en secreto por ahora, y tú eres mi cómplice, así que por favor no digas nada. —La miro a los ojos para saber que cuento con ella.
—Está bien. Sabes que siempre puedes contar conmigo —sonríe en complicidad y le devuelvo la sonrisa.
—Oye, ¿tú crees que sí haya una profecía? —pregunto para no quedarnos en silencio.
—Sería muy de película que hubiera una.
—Sí, después va a resultar que tengo un pasado trágico y que voy a salvar al mundo, ¿cierto? —río por lo bajo.
Althea se ríe igualmente.
—Nada más fal...
Veo unas siluetas que distingo de inmediato. Ipser y Beirble vienen hacia nosotras junto con nuestras madres. Parece que volvimos justo a tiempo.
—Justo íbamos a mandar a Ipser y Beirble por ustedes. Es hora de irnos —dice mamá.
Poco a poco, Ipser va aumentando de tamaño. Hora de decir adiós.
Le doy un abrazo a Althea.
—Bueno amiga, nos vemos el lunes en la escuela. —Susurro—. Y ya sabes, de esto a nadie. —La miro a los ojos y ella asiente.
Me separo de ella y me despido de Marsies en lo que mamá se despide de Althea.
Nos subimos en Ipser y nos sumergimos en la oscuridad. Y así concluye el día en el rancho. Bastante raro, ¿cierto?
Pasan de las 8 de la noche cuando llegamos a casa. Mamá se queda quitándole la silla a Ipser y sacando unas cosas del portaequipaje.
Subo las escaleras directamente a mi habitación.
Cuando cierro la puerta, dejo mi mochila en el escritorio y me dejo caer pesadamente en la silla giratoria que está frente a él, mientras mi mente sigue confundida. (¿Por qué ese Flurix me ha estado vigilando y desde cuándo lo hace? ¿Lo habrá enviado alguien? ¿Y si es una trampa? Pero… ¿una trampa de quién?)
Esa conversación no va a dejarme dormir. Tomo mi celular y le mando mensaje a Estris; necesito su punto de vista analítico.
Estris, tengo que contarte lo que acaba de pasar (Enviar).
Estaba a punto de escribir todo lo que había pasado, pero era muy largo y qué pereza. Por algo inventaron las notas de voz. Ahora solo queda esperar respuesta.
Minutos más tarde, suena mi celular. (Sí, es un mensaje de Estris.)
¡Wow! Concuerdo con Althea, tal vez deberías contarle la situación a tus hermanos
—No puedo hacer eso. El mismo Elemental me pidió no hacerlo.
Y si te dice que te tires de un puente, ¿lo harías?
—Claro que no. Los Elementales no dañan a otras formas de vida sin razón.
Sabes a lo que me refiero. ¿Que un Elemental te diga que no hagas algo o que guardes un secreto no es peligroso?
—Probablemente sí lo sea, pero mi instinto me dice que confíe en él.
Bueno. Estaré más alerta a nuestro alrededor para ver si más Elementales te vigilan.
—Eso sería de mucha ayuda. Siendo honesta, esa parte sí me incomodó.
Es muy creepy de su parte, vigilar a alguien. Deben de estar desesperados.
—Y tanto como para pedir la ayuda de los Externos.
Sí, parece que este último año va a estar lleno de sorpresas.
—Sí, incluso en la escuela. Ya ves que por fin pude hablar con Brytce.
¡Sí, eso estuvo genial! Después de mil años, al fin se te hizo.
Cuando estoy a punto de responder, me llega otro mensaje: “Mamá”.
Vis, ya está la cena.
—Estris, mamá me está llamando para cenar, te hablo después.
Ok. Mientras te mandaré reels en Instagram.
Ya no respondo a ese último mensaje. Bajo a cenar. Estris me ayudó a liberar la tensión que tenía. Ahora sé que cuento con más ayuda para averiguar qué está pasando con los Elementales. Tres cabezas piensan mejor que una. Me siento más relajada y confiada.
Un llamado de atención me regresa a la realidad:
—Vis, ¿vas a querer agua?
—Sí, mamá, gracias.
Saco mi celular para revisar mis redes sociales. Entro a Instagram para ver qué cosas nuevas hay. Veo una publicación de Althea del atardecer de hoy. No me di cuenta en qué momento tomó esa foto.
Le hago zoom y noto que hay una sombra al fondo, pero se ve borrosa. A mi parecer tiene forma de caballo. Sí, creo que eso es. Está muy hermosa la foto. Dejo mi like y sigo deslizando.
De repente llega una notificación: Hicks_Brytce104 ha solicitado seguirte.
Mis ojos se abren por la impresión. Siento que un poco de comida no logra pasar del todo y comienzo a toser desesperadamente tratando de respirar. Siento unos golpes en la espalda. Mi padre me ofrece agua para pasarme la comida. Cuando por fin puedo respirar bien, vuelvo la vista al celular.
¡Oh, por todos los Elementales! ¡Brytce me mandó solicitud!
Inmediatamente le doy aceptar y seguir también. Al instante llega la notificación: Hicks_Brytce104 ha aceptado tu solicitud.
Quiero comenzar a saltar de la emoción hasta que caigo en cuenta de que estoy cenando con mis padres y tengo que poner mi cara de póker para que no estén de curiosos queriendo saber qué pasa.
Agradezco la comida y lavo mi plato antes de subir a mi habitación.
Ya arriba comienzo a dar saltitos de emoción. Me siento en mi silla giratoria y comienzo a stalkearlo. Hay una foto de él en un parque, con sus amigos en una plaza, vacaciones familiares en Australia… y muchas otras más. La mayoría son de paisajes o de sus mascotas.
Sigo bajando hasta llegar a las fotos más antiguas y veo una de él cuando tenía ocho años. Está con una señora un poco mayor; por la forma en la que están abrazados, supongo que es su abuela. ¡Aaww, se ve tan tierno!
La vista se interrumpe con unas inoportunas notificaciones de Estris, que me está mandando reels. Al principio batallo un poco para quitarlas de la pantalla porque llegan unas tras otras.
Al volver a mirar la foto del pequeño Brytce, algo llama mi atención en la parte de abajo: uno de los símbolos se tiñó de rojo.
¡No puede ser! ¡Le acabo de dar like a una foto antigua de Brytce!
Rápidamente le quito el like. Ruego a los Prime-lements (Primeros Elementales) que no lo haya notado.
Dejo mi celular en el escritorio. ¡Que vergüenza! Mejor dejo Instagram por el resto de la noche. No vaya a ser que haga otra tontería. Mejor tomo una ducha rápida para relajar el subidón de adrenalina que tengo y que no me va a dejar dormir.
Mientras dejo que el agua fresca caiga por mi piel las palabras de Tulsler se hacen presentes en mi mente: “Eres más especial de lo que crees”. Por primera vez en el día lo empiezo a creer… Pero no se si eso me alegra o me asusta.
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Editado: 04.09.2025