La sociedad olvidada

Capitulo 1

El Primer Vacío

Lena despertó con la misma sensación de siempre: un breve instante de pánico seguido por la reconfortante voz de Mnemósine en su oído.

—Buenos días, Lena. Hoy es 14 de abril del año 2167. Eres ingeniera de sistemas en el Distrito Central. Tienes 24 años. Tu horario de trabajo comienza en dos horas. ¿Deseas revisar tu historial de ayer?

Sin abrir los ojos, Lena asintió. Sintió el leve zumbido de la neuroconexión activándose en su sien y, de inmediato, imágenes y fragmentos de texto desfilaron en su mente: su recorrido hasta el laboratorio, los informes que revisó, el almuerzo con sus compañeros, la caminata de regreso a casa. Un día como cualquier otro. Sin sorpresas. Sin recuerdos espontáneos, solo datos organizados con eficiencia.

Se sentó en la cama y dejó que la sensación de desorientación se disipara. Desde que tenía uso de razón, cada día comenzaba de la misma manera. La sociedad había evolucionado más allá de la memoria humana, confiando en Mnemósine para administrar la información necesaria. No existía el peso del pasado ni el temor al futuro, solo el presente, moldeado por los datos que el sistema proporcionaba.

Sin embargo, esa mañana algo era distinto. Un vacío extraño persistía en su mente, como si faltara una pieza en el resumen de su día anterior. No podía explicarlo, pero la sensación la incomodaba.

—Mnemósine, ¿hubo algún error en mi registro de ayer? —preguntó, masajeándose las sienes.

—No se han detectado anomalías. Tu historial es completo y preciso. ¿Necesitas asistencia adicional?

Lena frunció el ceño. Decidió ignorar la inquietud y continuar con su rutina. Se levantó, se duchó y se vistió con el uniforme reglamentario del Distrito Central: un mono blanco de tela sintética con su identificación grabada en el pecho. Cuando salió de su apartamento, las calles del Sector C brillaban con la luz artificial de los paneles solares. Todo estaba limpio, ordenado, perfectamente sincronizado.

A su alrededor, cientos de ciudadanos caminaban en silencio, cada uno guiado por la voz de Mnemósine en su oído. No había conversaciones ni risas espontáneas, solo la eficiencia mecánica de una sociedad sin recuerdos. Lena nunca había cuestionado el sistema, pero el vacío en su mente seguía ahí, pulsando como una alarma que no lograba apagar.

Al llegar al laboratorio, encontró a Kiran, su compañero de trabajo, examinando una pantalla holográfica.

—¿Dormiste bien? —preguntó él sin levantar la vista.

—Sí… más o menos —respondió Lena, indecisa.

Kiran era diferente a los demás. Su forma de hablar tenía matices que Lena no encontraba en otras personas. A veces, sus expresiones parecían demasiado genuinas, como si realmente sintiera algo más allá de la programación de Mnemósine.

—Anoche hablamos —dijo él de repente, girándose hacia ella.

Lena parpadeó, desconcertada.

—No… no recuerdo eso. No está en mi historial.

—Exacto. Lo borraron. —Kiran bajó la voz—. Estás empezando a despertar, Lena. Pero si seguimos hablando aquí, lo notarán.

Su corazón se aceleró. Por primera vez en su vida, la duda se infiltró en su mente como un veneno. Y por primera vez, supo con certeza que algo estaba terriblemente mal en la Sociedad Olvidada.




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