La sociedad olvidada

Capítulo 5

El zumbido de las sirenas de seguridad hacía eco en los pasillos del Instituto de Datos. Lena corría detrás de Kiran, sintiendo cómo el aire ardiente le quemaba los pulmones. A su alrededor, la luz roja de emergencia parpadeaba intermitentemente, proyectando sombras fantasmales sobre las paredes metálicas.

—¡Aquí! —susurró Kiran, empujando una puerta lateral.

Lena apenas tuvo tiempo de atravesarla antes de que se cerrara con un chasquido metálico. El cuarto en el que habían entrado estaba lleno de servidores antiguos, torres de almacenamiento de datos que zumbaban con un sonido monótono y envolvente.

—¿Cuánto tiempo tenemos antes de que nos encuentren? —preguntó Lena, apoyándose contra una de las máquinas mientras intentaba recuperar el aliento.

Kiran miró su dispositivo de mano.

—Pocos minutos. Tienen rastreadores de calor y, en cuanto se den cuenta de que no estamos en los corredores principales, vendrán aquí.

El peso de sus palabras la golpeó con fuerza. Sabía que no podían permitirse el lujo de ser capturados. La reprogramación de Mnemósine no dejaba margen para los errores. Si nos atrapan, nos borrarán. Nos convertirán en sombras de lo que éramos.

—Debe haber otra salida —dijo ella, con voz tensa.

Kiran asintió y comenzó a revisar el cuarto con rapidez, sus ojos escaneando cada rincón. Lena hizo lo mismo, hasta que su mirada se detuvo en un panel de acceso oculto detrás de una de las unidades de almacenamiento.

—Aquí —susurró, abriendo la tapa.

Dentro había un conducto de ventilación lo suficientemente grande como para que pudieran pasar.

—Nos llevará al subsuelo —dijo ella—. Los túneles de mantenimiento están conectados con los sistemas de alcantarillado. Si llegamos hasta ahí, podemos salir al Distrito Exterior sin ser detectados.

Kiran no dudó. Se deslizó dentro del conducto y Lena lo siguió de inmediato.

El interior era estrecho y sofocante. Lena sentía cómo su respiración rebotaba contra las paredes metálicas mientras avanzaban lentamente.

—Solo un poco más… —murmuró Kiran desde adelante.

Un estruendo los hizo detenerse.

La puerta de la sala había sido derribada.

—¡Verifiquen todos los servidores! —ordenó una voz distorsionada.

Lena contuvo la respiración. Si los guardias revisaban los conductos, estarían perdidos.

El sonido de pasos pesados llenó la sala.

—No están aquí.

—Entonces los tenemos en el sistema de ventilación. Bloqueen todas las salidas.

El pánico se aferró al pecho de Lena.

Kiran giró la cabeza y susurró:

—Rápido, antes de que sellen los conductos.

Reanudaron su avance a toda velocidad. Lena sintió cómo sus rodillas golpeaban contra el metal frío, pero no se detuvo.

Finalmente, Kiran alcanzó una rejilla. La empujó con fuerza y esta cedió, dejándolos caer en un pasillo de mantenimiento.

—Vamos —instó Kiran, tomándola de la muñeca y tirando de ella.

El pasillo era más oscuro que los niveles superiores. El aire olía a humedad y óxido. A lo lejos, se escuchaba el goteo incesante del agua filtrándose por las paredes.

—Estamos cerca —dijo Lena, consultando mentalmente los planos que había memorizado—. La salida está al final del túnel.

Pero cuando dieron la vuelta en la siguiente esquina, se detuvieron en seco.

Un escuadrón de seguridad estaba bloqueando la única salida.

—No podemos retroceder —murmuró Kiran.

Lena miró a su alrededor desesperadamente, buscando otra alternativa.

—Ahí —susurró, señalando una tubería de servicio que ascendía por la pared.

Kiran comprendió de inmediato. Se impulsó primero, trepando ágilmente hasta una plataforma superior. Luego, extendió una mano para ayudarla a subir.

Justo en ese instante, uno de los guardias miró en su dirección.

—¡Ahí están!

Se escuchó el chasquido de las armas de pulso al activarse.

—¡Salta, Lena!

Ella no lo dudó. Se agarró con todas sus fuerzas y, con un último esfuerzo, logró alcanzar la plataforma justo cuando un disparo impactaba contra la tubería a sus pies.

—¡Corre! —gritó Kiran.

Se adentraron en los conductos superiores, escuchando el sonido de los disparos detrás de ellos. Cada paso resonaba con fuerza en la estructura metálica.

Finalmente, llegaron a otra salida. Kiran la abrió de una patada y ambos emergieron en un callejón oscuro del Distrito Exterior.

El aire frío de la noche los envolvió.

—Lo logramos… —murmuró Lena, aún sin aliento.

Pero Kiran no se veía aliviado.

—No hemos terminado.

Señaló un dron de seguridad flotando sobre ellos.

—Nos están rastreando.

Lena sintió una oleada de desesperación. No podemos seguir huyendo para siempre.

—Entonces hay que hacerlo ahora —dijo con determinación—. Necesitamos encontrar a los demás. Si Mnemósine nos borró el pasado, tenemos que recuperarlo antes de que sea demasiado tarde.

Kiran la miró a los ojos, evaluando su determinación.

—Está bien —dijo finalmente—. Vamos.

Y con eso, desaparecieron en la oscuridad de la ciudad, listos para descubrir la verdad sobre su propia memoria.




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