Lena estaba congelada frente a la pantalla. La luz cegadora que la envolvía parecía pulsar con fuerza, como si las paredes mismas del mundo se estuvieran desmoronando. Todo a su alrededor comenzó a distorsionarse. El suelo, la consola, el aire, se tornaron borrosos. Su mente luchaba por aferrarse a algo, pero todo parecía escapar entre sus dedos.
—¡Lena! —la voz de Kiran rompió el silencio. Un brazo la rodeó y la empujó hacia atrás, fuera del alcance de la luz intensa.
Lena titubeó, pero finalmente se dejó guiar. El mundo a su alrededor comenzó a estabilizarse, y las sombras dejaron de bailar en sus ojos. La sala, aunque aún extraña y deteriorada, parecía estar intacta. Kiran la miró preocupado, con los ojos llenos de ansiedad.
—¿Estás bien? —preguntó.
Lena asintió lentamente, aún procesando todo lo que había visto en la pantalla. El mensaje final que había aparecido, esa afirmación de que el futuro estaba en sus manos, resonaba en su mente con fuerza. Pero… ¿cómo podía ser? ¿Cómo podía ella, una simple joven que había sido manipulada por Mnemósine, tener el poder de cambiar algo tan vasto como la realidad misma?
—¿Qué significa todo esto, Kiran? —su voz salió rasposa, como si tuviera dificultades para encontrar las palabras correctas. Había algo en sus ojos, un destello de temor y confusión, que no podía esconder.
Kiran se detuvo, la mirada fija en ella. Sabía que tenía que decirle la verdad, toda la verdad, aunque sabía que esa verdad podría destruirla aún más.
—Lo que vimos ahí es solo el principio, Lena. Tú… tú no eres solo una víctima de Mnemósine. Eres algo más. Un experimento, sí. Pero más que eso, eres el último vestigio de un proyecto que nunca debió haber existido.
Lena se apartó, dando un paso atrás, como si las palabras de Kiran fueran veneno.
—No entiendo. ¿Qué tipo de proyecto?
Kiran suspiró, como si fuera a contarle algo que cambiaría todo. Y de hecho, lo haría.
—Hace muchos años, un grupo de científicos y activistas formaron una resistencia secreta, una red que luchaba contra el control total de las memorias humanas. Creían que la humanidad necesitaba recordar, que olvidarlo todo solo llevaría a la repetición de los mismos errores. Pero el gobierno de Mnemósine no iba a permitir que eso sucediera. Así que, en un intento por salvar la memoria colectiva, idearon un experimento: los recuerdos fragmentados, personas como tú, como nosotros. Los "últimos recuerdos", los que aún conservarían lo que el mundo fue antes de la alteración.
Lena sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Los fragmentos de su vida, los recuerdos rotos que había sentido como si fueran visiones lejanas, ahora tenían un significado. La historia de su existencia, tan incompleta, tan distorsionada, había sido parte de un plan mucho más grande.
—¿Soy…? ¿Soy una copia? —preguntó, su voz vacía.
Kiran negó con la cabeza, acercándose más a ella.
—No. No eres una copia. Eres una reconstrucción. Los recuerdos de las personas de esa resistencia fueron insertados en tu mente. Tú, Lena, eres un intento por reconstruir la humanidad tal como era, para evitar que Mnemósine destruyera lo que realmente sucedió. Eres… el último intento de salvarnos.
El peso de sus palabras cayó sobre Lena como una losa. La idea de ser solo un experimento, de ser alguien que ni siquiera era completamente ella misma, la destrozaba por dentro. Pero algo más comenzó a tomar forma en su mente, algo que despertó una chispa de entendimiento.
—¿Por qué me ocultaron? —preguntó, levantando la cabeza hacia Kiran. Los ojos de Lena se llenaron de furia—. Si soy tan importante, ¿por qué me borraron de la historia? ¿Por qué me escondieron?
Kiran se detuvo por un momento, su rostro grave.
—Porque tú eras la clave. Sabían que podrías ser peligrosa si recordabas. Tu existencia era una amenaza para el control de Mnemósine. Así que, te borraron, te eliminaron de sus registros. Te hicieron olvidar lo que eras y lo que significabas.
Un pesado silencio llenó la sala mientras Lena digería todo lo que había aprendido. La sensación de traición se apoderó de ella, pero también algo más. Algo que la impulsaba a seguir adelante. El poder de recordar, el poder de la verdad.
Sin embargo, algo más resonó en su mente. La pantalla, el mensaje final: “El futuro está en tus manos.”
—¿Qué pasa ahora? —preguntó Lena, su voz más firme, aunque aún cargada de confusión.
Kiran miró la consola central, luego a Lena. Estaba claro que las cosas ya no serían sencillas.
—Ahora tenemos que detener lo que ya está en marcha. Mnemósine no solo controla la memoria, también controla las decisiones, los pensamientos. Hay algo mucho más grande detrás de todo esto, y si no actuamos rápido, será demasiado tarde para todos.
Lena asintió, respirando hondo.
—Entonces, ¿cómo detenemos esto? ¿Cómo recuperamos lo que nos robaron?
Kiran hizo una pausa, como si estuviera sopesando sus palabras.
—Primero, necesitamos saber quién está detrás de Mnemósine. Luego, debemos destruir el núcleo de control. Si logramos eso, podremos restablecer la memoria colectiva. Pero para eso, necesitamos aliados. Y esos aliados… no están en este mundo.
Lena lo miró, confundida.
—¿No están en este mundo? ¿A qué te refieres?
Kiran se acercó a la consola, manipulando algunos de los controles. Un mapa holográfico apareció sobre la mesa, mostrando vastas áreas fuera de la ciudad, más allá de las fronteras conocidas.
—Mnemósine no solo controla este planeta. Tiene bases en otros lugares, más allá de nuestras fronteras, más allá de lo que podemos ver. El verdadero centro de control está oculto. Y para detenerlo, necesitamos llegar hasta allí.
Lena asintió lentamente, comprendiendo la magnitud de lo que tenían por delante. No sería fácil. Había más en juego que simplemente recuperar la memoria, había un juego de poder que trascendía todo lo que había conocido.