El silencio que siguió a la desaparición de los Guardianes fue pesado, como una capa densa de niebla que rodeaba a Lena y Kiran. Cada uno procesaba lo que acababan de escuchar, aunque de maneras muy distintas.
Lena se apoyó contra una de las columnas de piedra que adornaban la sala, mirando las inscripciones en la pared, los símbolos crípticos que los Guardianes habían señalado. Sentía la tensión crecer dentro de ella. La amenaza que había flotado en el aire no solo venía de los Guardianes, sino de las propias palabras de Kiran. "No hay vuelta atrás". Esa frase resonaba en su mente como un eco incesante.
Kiran caminaba lentamente, como si estuviera buscando algo en la oscuridad de la sala. Sus ojos no dejaban de moverse, analizándolo todo. Lena no podía entenderlo completamente. El conocimiento que los Guardianes habían mencionado parecía pesarle, pero no se detenía. Parecía decidido a continuar, sin importar las consecuencias.
Finalmente, se detuvo y miró a Lena con una expresión seria.
—Sabes lo que esto significa, ¿verdad? —preguntó, su tono grave, casi sombrío.
Lena asintió, aunque no estaba completamente segura de a qué se refería. No solo hablaban de una guerra por la supervivencia, sino de algo mucho más profundo, más antiguo. Algo que podría cambiar todo lo que conocían.
—Significa que el pasado, lo que creíamos que sabíamos, no es lo que parecía. —Lena respiró hondo, sintiendo cómo sus palabras se quedaban en el aire, flotando entre ellos. Cada palabra tenía un peso que no podía ignorar—. Pero no sé si podemos soportar la verdad.
Kiran la miró fijamente, su rostro tenso, pero en sus ojos había una chispa de algo más: una mezcla de miedo y determinación.
—No sé si lo soportaremos, pero no tenemos otra opción. El futuro depende de lo que descubramos ahora. —Kiran dio un paso hacia adelante, acercándose a Lena—. La guerra que estamos librando no es solo contra los enemigos que conocemos. Es contra los fantasmas del pasado. Y los Guardianes... ellos lo saben.
Lena no respondió de inmediato, sus pensamientos estaban revueltos. Si lo que los Guardianes habían dicho era cierto, entonces lo que estaban a punto de enfrentar no solo sería un desafío físico, sino una confrontación con lo que la humanidad había olvidado. ¿Serían capaces de cargar con esa verdad? ¿Sería la humanidad capaz de seguir adelante después de descubrir lo que había quedado oculto?
Kiran se volvió hacia la entrada, su rostro marcado por la resolución, pero también por una sombra de duda.
—Tenemos que encontrar más respuestas. —Su voz era ahora más firme, como si intentara convencer a sí mismo más que a Lena—. No podemos dejar que los Guardianes sigan controlando lo que sabemos. Ellos nos temen, Lena. Y si ellos temen lo que sabemos, significa que lo que hay aquí tiene un poder real.
Lena observó a Kiran, el joven que parecía llevar el peso del mundo sobre sus hombros. Él, que había sido un líder natural, un guerrero decidido, ahora estaba enfrentándose a algo mucho más grande que cualquier batalla. El conocimiento. El precio de esa verdad sería mucho más caro de lo que ninguno de los dos había imaginado.
—¿Y qué haremos ahora? —preguntó Lena, su voz más suave, como si temiera lo que podría decir él.
Kiran cerró los ojos por un momento, tomando aire como si estuviera reuniendo fuerzas para lo que vendría.
—Iremos hacia el lugar donde comenzó todo. La Biblioteca de los Antiguos. Allí es donde se guarda todo lo que ellos temen que descubramos. —Abrió los ojos, su mirada fija en el horizonte, como si viera más allá de las paredes de la Fortaleza—. Allí podremos saber la verdad. Y si no lo hacemos, entonces estaremos condenados a repetir los mismos errores. No solo nosotros, sino todos los que queden.
Lena tragó saliva, una sensación de inquietud apoderándose de su pecho. La Biblioteca de los Antiguos. Un lugar de leyenda, algo que solo se mencionaba en los cuentos de los más viejos, algo que nadie había visto en generaciones. La idea de ir allí, de desenterrar lo que se había ocultado durante tanto tiempo, la aterraba.
—¿Y si lo que encontramos allí es peor de lo que imaginamos? —preguntó Lena, aunque sabía que esa era una posibilidad muy real.
Kiran la miró, y por un instante, sus ojos reflejaron algo vulnerable, algo que rara vez mostraba. La duda. Pero no dijo nada. Solo dio un paso hacia ella.
—No podemos quedarnos aquí. Lo que hemos descubierto cambia todo. Si queremos sobrevivir, si queremos asegurar un futuro, debemos entender lo que ha ocurrido. Y el único lugar que puede darnos las respuestas está allá.
Lena no pudo evitar sentir un nudo en el estómago. Sabía que Kiran tenía razón. No había vuelta atrás. Lo que había comenzado como una lucha por la supervivencia ahora se había transformado en una carrera por descubrir la verdad, sin importar el precio.
—Entonces, ¿vamos? —preguntó Lena, su voz llena de determinación, aunque su corazón latía rápido en su pecho.
Kiran asintió. No había espacio para la duda ahora.
—Vamos. Y no hay vuelta atrás.