La sociedad olvidada

Capitulo 13

La Biblioteca de los Antiguos

La caminata hacia la Biblioteca de los Antiguos fue más larga y ardua de lo que Lena había anticipado. Habían pasado días navegando a través de paisajes desolados, donde la naturaleza, lentamente, comenzaba a reclamar lo que el hombre había dejado atrás. Las antiguas ciudades y asentamientos, ahora cubiertos por la maleza y el polvo, parecían susurrar historias de un pasado olvidado, de un tiempo cuando todo era diferente.

El sol, débil y naranja, comenzaba a ponerse cuando llegaron finalmente a la base de la montaña donde, según los relatos más viejos, se encontraba la entrada a la biblioteca. El lugar estaba rodeado por un silencio profundo, solo interrumpido por el viento que arrastraba hojas secas a su paso.

—Es aquí —dijo Kiran, señalando una grieta en la roca, casi imperceptible entre las sombras. Unos símbolos extraños, que solo él parecía reconocer, marcaban la entrada.

Lena miró el lugar con escepticismo, pero sabía que no había vuelta atrás. Todo lo que habían hecho hasta ahora, todo lo que habían arriesgado, los había llevado hasta ese punto. La verdad que buscaban, el conocimiento que Kiran ansiaba, estaba ahí, esperándolos.

—¿Estamos listos? —preguntó Lena, aunque no estaba segura de la respuesta. Ninguno de los dos lo estaba realmente. La incertidumbre era palpable en el aire.

Kiran asintió, sus ojos brillando con una mezcla de ansiedad y determinación. Se acercó a la grieta en la roca y comenzó a manipular los símbolos con destreza, como si supiera exactamente qué hacer. Al principio, nada sucedió, pero luego, con un sonido bajo, las piedras comenzaron a moverse, abriendo un paso hacia el interior.

El aire que emanó de la grieta estaba frío, pesado, como si lo que estaba adentro había estado esperando mucho tiempo para ser liberado. Lena no pudo evitar sentir un escalofrío recorrer su espina dorsal.

—Adelante —dijo Kiran, dando el primer paso hacia la oscuridad.

Lena lo siguió, con el corazón acelerado. El espacio estaba completamente oscuro, pero Kiran parecía conocer el camino. Avanzaron por un túnel que se estrechaba cada vez más, hasta que llegaron a una gran cámara subterránea. Las paredes de la biblioteca eran de piedra, cubiertas de inscripciones en lenguas que Lena nunca había visto antes.

Alrededor de ellos, cientos de estantes llenos de antiguos pergaminos y libros se extendían hasta el techo, que desaparecía en la oscuridad. El aire estaba denso con el olor a polvo y moho, pero también con algo más. Algo que Lena no podía identificar, pero que parecía tangible, como si el conocimiento guardado allí tuviera una presencia propia.

—Es... impresionante —susurró Lena, incapaz de evitar la fascinación en su voz.

Kiran caminó hacia uno de los estantes, pasando su mano por los libros con reverencia. Su rostro se iluminó con una mezcla de éxtasis y ansiedad mientras miraba los títulos.

—Todo lo que hemos estado buscando está aquí. La verdad... sobre el origen de los Guardianes, la guerra, la mutación. Todo está guardado en estos pergaminos.

Lena observó cómo sus dedos rozaban los antiguos tomos. No podía evitar sentirse pequeña frente a la magnitud de lo que tenían frente a ellos. La historia de la humanidad, todo lo que creían saber, estaba en esos libros. Y, a medida que Kiran comenzaba a sacar los primeros textos de los estantes, un sentimiento de inquietud se apoderaba de Lena.

—Pero, ¿realmente estamos preparados para saber todo esto? —preguntó Lena, la duda surgiendo nuevamente. ¿Y si lo que encontraban aquí era demasiado grande para ellos?

Kiran la miró con una sonrisa que parecía más triste que esperanzada.

—No lo sé. Pero ya no podemos vivir en la ignorancia. La verdad tiene un precio, Lena, y hemos venido hasta aquí para pagarlo.

Lena asintió lentamente, aunque su estómago se retorcía. Sabía que él tenía razón. Habían llegado tan lejos que no podían dar marcha atrás. Pero la verdad que buscaban era más peligrosa de lo que imaginaban.

En ese momento, un leve sonido resonó en la biblioteca. Un ruido suave, casi imperceptible, como un susurro que venía de lo más profundo del lugar. Lena se tensó, mirando a su alrededor, pero no pudo ver nada en la oscuridad.

—¿Kiran... escuchaste eso? —preguntó, la voz temblorosa.

Kiran la miró con calma, pero en sus ojos había algo de preocupación. Él también había oído el sonido.

—Sí. No estamos solos.

Antes de que pudiera decir más, un susurro, esta vez más fuerte, llegó hasta ellos. Era un murmullo lejano, como una advertencia. Pero el sonido no era humano. No era de algo que pudieran entender.

El aire en la biblioteca se volvió más denso, casi pesado, como si la propia sala estuviera reaccionando a su presencia. Lena sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, una sensación de que algo no estaba bien.

—¿Qué es eso? —preguntó Lena, su voz temblorosa.

Kiran frunció el ceño, su mirada fija en un rincón oscuro de la biblioteca, donde las sombras parecían moverse por sí solas. Sus ojos se estrecharon.

—No lo sé, pero creo que hemos despertado algo. Algo que no deberíamos haber tocado.

Lena dio un paso hacia atrás, su intuición diciéndole que algo muy antiguo y muy peligroso estaba a punto de revelarse. La verdad que habían venido a buscar podría no ser lo que esperaban. Y, ahora, el precio por conocerla podría ser mucho más alto de lo que habían imaginado.




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