La sociedad olvidada

Capitulo 16

La Infiltración

La luz de la madrugada apenas comenzaba a iluminar el horizonte cuando el grupo de Lena se encontró reunido frente a la entrada de un pequeño edificio en las afueras del Distrito Central. Había algo inquietante en el aire, una calma tensa que los rodeaba como una manta pesada. Sabían que cada paso que daban los acercaba a la misión que podría cambiarlo todo, pero también sabían que el riesgo de ser descubiertos era mayor que nunca.

Kiran, al frente del grupo, sostenía una pequeña caja con tecnología sofisticada, su rostro tan serio como siempre. Lena lo observaba, notando la mezcla de determinación y algo más, algo que se asemejaba al miedo, aunque él nunca lo admitiría.

—¿Estás lista? —preguntó Kiran a Lena, su voz apenas un susurro.

Lena asintió, sin una palabra, aunque sentía una mareante mezcla de adrenalina y ansiedad. Este era el momento. No había marcha atrás. El camino hacia la Torre de Mnemósine, el centro neurálgico de la manipulación de los recuerdos, estaba plagado de desafíos. La infiltración no sería fácil.

Antes de que Kiran pudiera dar la señal para avanzar, un susurro lejano interrumpió el silencio.

—¿Los códigos de acceso están listos? —preguntó una voz desde las sombras, y uno de los miembros del equipo, un hacker llamado Juno, apareció desde detrás de una esquina, su rostro parcialmente oculto por la capucha de su abrigo.

Juno era el cerebro técnico del grupo. Había sido reclutado gracias a sus habilidades con sistemas de seguridad y tecnología de redes. Su presencia siempre había aportado confianza, pero hoy, incluso él parecía tenso.

—Sí —respondió Kiran—. Ya tenemos acceso a los puntos de entrada. Los guardias no deberían estar demasiado alertas en este sector.

Lena observó mientras Juno desplegaba una pequeña pantalla holográfica frente a él, donde comenzaron a aparecer líneas de código que se deslizaban rápidamente. La pantalla titilaba brevemente antes de mostrar un mapa actualizado de la zona: un laberinto de pasillos, cámaras de seguridad y puntos de control.

—El primer acceso está a unas cuadras —informó Juno, desactivando el mapa y guardándolo—. Es nuestra única oportunidad antes de que el sistema se actualice. No podemos perder tiempo.

Kiran dio una señal con la mano y el grupo comenzó a moverse rápidamente, las sombras alargadas de la mañana cayendo sobre ellos mientras avanzaban con paso firme pero sigiloso. Sabían que no podían arriesgarse a hacer ruido. Cada paso era crucial.

Después de varios minutos de caminar por calles vacías, llegaron a una pequeña entrada trasera de un edificio con aspecto deteriorado, completamente ignorado por los transeúntes. Al estar cerca de la entrada, Lena pudo escuchar el sonido monótono de los guardias patrullando a lo lejos. Había algo incómodo en el aire, una sensación de que algo estaba fuera de lugar, pero intentó apartarlo de su mente.

Juno se acercó a una puerta de metal, donde rápidamente conectó su equipo de hackeo al sistema de cerradura.

—Diez segundos —dijo, con la mirada fija en la pantalla.

El tiempo parecía ralentizarse. Lena podía sentir la tensión en el aire. A cada segundo que pasaba, el riesgo aumentaba. Si alguien los descubrían ahora, no habría forma de escapar.

De repente, la puerta hizo un ruido sordo al abrirse, revelando un pasillo oscuro que olía a humedad y olvido. Kiran hizo una señal para que avanzaran, y el grupo se adentró sin hacer ruido.

—Este pasillo nos llevará a las cámaras de seguridad —explicó Juno, con la voz apenas audible—. Pero hay un problema: el sistema de monitoreo está controlado por inteligencia artificial, y la IA detecta cualquier irregularidad de inmediato. Tendremos que ser rápidos.

Lena asintió y avanzó con ellos, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. A medida que se adentraban más en el edificio, el ambiente parecía volverse más opresivo, como si todo estuviera observándolos. Las paredes de concreto eran frías y desconcertantes, y la sensación de ser observados crecía con cada paso.

Cuando llegaron a una intersección, Kiran se detuvo y dio una señal a Juno para que comenzara a trabajar en el acceso a los servidores de Mnemósine.

—Tengo que hackear el sistema —dijo Juno con rapidez, sentándose frente a una terminal en el pasillo—. La IA está controlando todo. Si no lo hago bien, tendremos poco tiempo antes de que se active la alerta.

Lena observó mientras Juno tecleaba rápidamente, sus dedos moviéndose con destreza, pero su rostro reflejaba una concentración y una preocupación tan intensas que hizo que Lena sintiera una inquietante presión sobre sus hombros.

El reloj parecía avanzar demasiado rápido. El aire estaba denso, y Lena no podía evitar la sensación de que algo podría salir mal en cualquier momento.

Finalmente, Juno levantó la vista de la pantalla.

—Lo tengo —dijo en voz baja—. Pero tenemos menos de tres minutos antes de que el sistema nos detecte.

—Vamos —dijo Kiran con decisión, tomando el liderazgo mientras comenzaba a avanzar rápidamente por el pasillo.

El grupo lo siguió a toda velocidad, sin detenerse, mientras la cuenta atrás comenzaba en sus mentes. Sabían que este era el punto de no retorno.

Al final del pasillo, las puertas blindadas se abrieron ante ellos, revelando una sala oscura llena de servidores y pantallas de monitoreo. El zumbido de la maquinaria era constante, una melodía monótona que parecía recordarles que Mnemósine siempre estaba presente, observándolos, controlándolos.

Lena sintió un escalofrío recorrer su espalda al ver los archivos de datos que se desplegaban ante ellos. Estos no eran solo recuerdos, sino fragmentos de vidas que habían sido borradas, manipuladas, reemplazadas. En ese instante, entendió cuán profunda era la red de control que Mnemósine había tejido sobre la humanidad.

—Conecta la unidad —ordenó Kiran a Juno, quien comenzó a insertar su dispositivo en uno de los puertos de la terminal.




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