Se levantan bastante temprano a la Iglesia más cercana. Las campanas suenan estruendosas avisando el inicio de la misa. El joven mira con desconcierto el escándalo de las campanas.
—¿Por qué suenan tan fuerte? —pregunta él, gritando tratando de hacer escuchar su voz.
—Porque la gente debe saber que la misa va a empezar, creo —responde Romina, también gritando toda esa frase a excepción del "creo" que pareció un susurro.
Él asiente y entra junto a ella. Emilia los sigue por detrás. Al entrar, el joven se desorienta al no saber qué debe hacer. Nunca antes había siquiera entrado a una misa.
Romina le señala un asiento, en el que él se sienta junto a las dos. Se da comienzo a la misa.
Al terminar, esperan a que la Iglesia esté casi vacía para acercarse a hablar con el cura.
Al acercarse a él, Emilia es la que habla.
—Hola —saluda ella. El cura se demora en darse la vuelta y verlos.
—¡Hola! ¿qué los llevó a quedarse después de misa? —pregunta el cura en un tono agradable. Eso ánima al joven en hablar.
—Hola... bueno... en mi casa estuvieron pasando muchas cosas raras...
—¿Qué tipos de cosas? —le interrumpe.
—Pues... aparecía una sombra extraña...
—Que no podía ser proyectada por él —lo interrumpe Emilia.
—Y... —pide el cura que continúe relatando lo que ocurría.
—Pues... por esa razón me fui de mi casa a la de mis vecinas del frente, ellas —dice señalándolas.
—Pero, una vez, en... su casa, antes de ir a la nuestra, apareció un espectro que decía que se alejara de Emilia, ella, mi hermana —aclara Romina señalando a su hermana.
—¿En cuántas oportunidades dijo esas palabras?
—Varias. Incluso al cambiarse de casa volvió a aparecer la sombra
—Si la presencia dice eso, entonces deben obedecer.
—¿Qué me aleje de él? Pero si antes estaba alejada, a una calle de distancia
—¿Se hablaban?
Emilia asiente.
—Eso lo puede considerar acercarse a ti
Se mantienen en silencio.
—Pero, volver a su casa ¿provocará algo? —pregunta Romina.
—Primero, voy a aclararles algo: si esa presencia volvió después de cambiarse de casa, quiere decir que la presencia no está aferrada a la casa, sino a él
Eso los deja en silencio. Significa que el haberse ido de la casa no sirvió de nada. Y eso también significa que no tiene porqué vender la casa. Puede volver.
—Entonces ¿puedo volver a mi casa? —pregunta él con inseguridad.
—Sí, pero debes alejarte de ella
—¿Basta con no hablarle? —pregunta Emilia. Su pregunta molesta al joven, aunque él no sabe por qué.
—Sí, aunque ¿saben por qué la presencia quiere eso?
—No. Le preguntamos varias veces, pero no nos dijo —dice Romina, con una voz tan inexpresiva que hace que al joven le dé una oleada de inseguridad.
—Entonces quizás no hablarse no sea suficiente. Deben alejarse lo más posible
—¿Cómo si somos vecinos? —pregunta Emilia, molesta.
—Podría uno de ustedes cambiarse de casa
—Pero no me puedo cambiar de casa. Mi trabajo está cerca y no tengo dinero para comprar otra casa
El joven se mantiene silencioso escuchando con atención.
—¿Y tú? —le pregunta el cura. Su pregunta lo saca de súbito de sus pensamientos.
—Tampoco puedo. Mi trabajo está...
—Aunque mi novio compró una casa cerca y hace un tiempo me pidió vivir con él
La respuesta de Emilia lo saca con sorpresa. ¿Vivir con su novio? Entonces la cosa va en serio entre ellos. Pero ¿qué más da si tendrá a Romina cerca?
Con disimulo asiente y queda acordado. Se devuelven caminando con tranquilidad a la casa. Ahí, Emilia comienza a hacer sus maletas. Llama a su novio avisando que se irá a vivir con él. A pesar de las constantes preguntas de Ignacio pidiendo las razones, ella sólo atina a decir que se lo explicará luego.