Abren gmail y se ponen a hacerse un correo para luego hacer una cuenta de Google Play en que subirán la aplicación a Play Store.
Abren registro y comienzan a leer lo que les piden para llevarlo a cabo.
—¿Cómo podríamos llamar a la cuenta? —pregunta el joven, mirándola, esperando con ansias su respuesta.
Romina se mantiene pensativa por unos segundos, tocando su barbilla con la mano.
—No se me ocurre nada. Creo que tendría que ser un nombre que nos incluya a los dos... si tú quieres —dice ella esperando la respuesta del joven. Él sonríe al escuchar el "si tú quieres". Es más que obvio que quiere, no sabe ni porqué lo dice.
—Se me ocurre R&R, por nuestros nombres —dice él, mirándola con una sonrisa.
Ella le devuelve la sonrisa.
—Es un nombre estupendo —le responde emocionada.
Él pone el nombre en la parte de nombre de usuario. Completan los datos y hacen el correo.
—Ahora a hacer la cuenta de Google Play como desarrolladores —dice Romina.
Comienzan a hacer la cuenta. Una vez la tienen terminada, se preparan para subir la aplicación. Primero se la envía a Romina por si se llega a borrar por un virus o algo.
—Romina... yo quisiera saber si... te gustaría ir a una cita conmigo. Pero no cualquier cita, no como las demás. Ahora quiero llevarte a un restaurante fino como te lo mereces —dice él con la voz temblorosa, y notoriamente nervioso. A Romina le encanta como suena su voz cuando está inseguro, y más su cara roja de vergüenza, con sus manos temblorosas. Tantas veces que le ha pedido una cita, y aun así siempre está así cada vez que le pide una.
—No es necesario que sea fino —contesta ella, aunque está fascinada con esa idea. Se imagina a los dos vestidos elegantes tomados de las manos bailando un lento, como de película. Aunque le extraña que quiera eso siendo que siempre han hecho cosas simples como lo del cerro o lo de la playa; cosas muy simples y baratas.
—Insisto. Te encantará
Ella sonríe y asiente.
—Me haces un hombre tan feliz —dice él dándole un tierno beso. Ella se sonroja ante el gesto.
—Entonces ¿a qué hora en la casa de quién? —pregunta ella volviendo a mirar el monitor, el que no ha cambiado desde que Rodrigo le comenzó a hablar.
—Esta vez podría ser que vayamos por separado —dice él, rápido y seguro como si se lo hubiera aprendido de memoria.
—¿Cómo por separado? —pregunta ella abriendo los ojos como platos. Nunca habían hecho eso.
—Es que siempre lo hacemos así, y creo que sería bueno que no nos veamos hasta la cena —se justifica él. Eso no la convence, pero prefiere aceptarlo. Casi siempre él le hace caso a ella.
Se miran a los ojos por largo rato, sonriéndose casa vez más. Acercan sus rostros hasta juntar los labios, los que forman un beso perfecto. Él comienza a meter su lengua en la boca de Romina, y ella suspira ante su gesto. Comienza a hacer lo mismo, con placer.
Él deja de besar su boca y va hacia su cuello, el que besa con lentitud y fuerza. Romina no evita soltar un gemido. Sienten como la temperatura aumenta, hasta que el cuarto está en llamas.
El joven mueve su mano explorando los rincones más ocultos del cuerpo de Romina, mientras ella continúa haciendo lo mismo con el de él. Las manos de Rodrigo comienzan, traviesas, a desvestir a Romina, buscando verla como llegó al mundo. Ella lo deja, porque quiere lo mismo con él.
La cama se vuelve el escenario de la entrega de amor de los dos jóvenes.
Sienten como su amor se consuma. Ya no más palabras de amor, ahora es el acto.
***
Despiertan en sudor, en la misma cama, uno al lado del otro. Es bastante incómodo estar así considerando que la cama es de una plaza.
—¿Qué tal? —pregunta el joven a su novia, con dificultad para respirar. Su cansancio es evidente.
—Increíble —contesta ella sonriendo, también respirando con dificultad.
Se dan un beso y se vuelven a sus posiciones anteriores.
—No puedo creer que lo hayamos hecho. Nunca creí que lo haría contigo —dice Romina, sonriendo.
—Yo menos —contesta Rodrigo—, y no pude evitarlo —contesta él mirándola. Ambos se sonríen.
Romina se levanta de la cama, tambaleante. En unos segundos se incorpora bien y va hacia el baño, mientras él la observa desde la cama.