La sombra

Eres mi pequeña niña

Después de haber pasado una fría noche y, con suerte de haber podido hacer uso de las chamarras que habían quedado entre la casa destruida de Miel, lograron pasarla sin mayor problema. Levantándose, tomo de la mano a Miel mientras se proponía en conseguir algo para comer.

 

Miel, que se encontraba hambrienta, no decía nada mientras trataba de aguantarse el hambre, esto era debido a que le había tocado ocasiones en los que no contaba con nada para comer. Pero, el escuchar cuando ocasionalmente gruñía su estómago, le hacía ver que no era tan simple el decir que la iba a cuidar si no lograba conseguir como poder alimentarla, además de que debía de proveerle otras cosas con las cuales poder suplir sus necesidades.

 

Mientras miraba a Miel, pensaba – no puedo quedarme viviendo como lo hacía antes, no sé nada de como cuidar a una niña en primer lugar, pero en esta ocasión no creo que haya alguien que quiera cuidarla. Así que debo de buscar una forma de poder hacerlo por mi cuenta –. Miel, al ver su cara de preocupación, dijo – ¿Estás bien? – él – este, sí, no te preocupes – mientras trataba de mostrar una cara con una mayor confianza en la que Miel pudiera confiar.

 

Miel, al ver que ahora parecía estar mejor, sonrió y dijo alegremente – está bien, si dices que estas bien, te voy a creer, ya que me dijiste que no dices mentiras – esas palabras le llegaron a él como una flecha al ser que le hizo sentir mal ya que en ese momento no le estaba diciendo la verdad.

 

Pero, recordando que había encontrado algo de dinero entre los escombros, pensó – creo que esto alcanzara por lo menos para que Miel pueda comer un poco de pan en lo que consigo algo de dinero – y con eso en mente, se dirigieron al pueblo, donde parecía que el desastre no fue tan grave, sino que fue algo menor. Es por ello que todos parecían encontrarse trabajando como si nada hubiera sucedido, una de las cosas por las cuales actuaban de esta manera era porque ya habían asumido que los desastres podían venir en cualquier momento, pero mantenían un poco de esperanza en que podrían mantenerse mientras que la persona que los cuidaba se mantuviera en el pueblo y no lo dejase.

 

Todos, en el momento en que los vieron caminando hacía ellos, la primera impresión que tuvieron fue “¿Quién es esa persona que viene con la Miel?”, mientras notaban que ella lo tomaba de la mano con una gran sonrisa en su rostro. Él, sintiendo un poco las miradas de las personas, pensó – cre… creo que será mejor que regrese en un momento en el que no esté con Miel, para así no tener que hacer que todos piensen mal de ella, por el momento – escuchando el gruñido del estómago de Miel – será mejor que ella pudiera ir sola, pero temo que algo le pase después de que pasara todo ese ataque – miró a Miel, quien estaba detenida mientras esperaba escuchar su voz para poder continuar caminando por el pueblo.

 

Con un pequeño suspiro, retomo sus ánimos para luego decir – de acuerdo Miel, ¿Qué te parece si vamos a comprar un poco de pan para comer? – con una expresión de alegre y resplandeciente, ella respondió – sí – para luego jalarlo rápidamente mientras seguía diciendo – si vamos a comprar pan, conozco a un señor que hace un pan muy rico, sé que debe de ser el mejor pan del mundo – él, mientras seguía el paso de Miel – ¿Tan rico es? – Miel, soltando su mano, se dio la vuelta y se dio la vuelta para pararse por un momento y extender sus dos manos con una gran emoción mientras decía al mismo tiempo – es mucho, mucho, mucho, mucho más delicioso que cualquier otro pan que he comido antes, recuerdo que mis papás me traían aquí cuando compraban pan – él sonrió al ver la expresión que ponía Miel al hablar de lo delicioso que le parecía el pan, le hacía pensar que debería de ser un buen pan, aunque también estaba la otra parte en la que posiblemente no era comparables con otras panaderías de mayor nivel, pero que ella eso pensaba al ser que no podía costearse probar alguno más caro por la situación en la que se encontraba con su padres, además de que ahora estaba sola.

 

Llegando a la panadería, los dos entraron a la misma. En el momento en que la campana de la puerta se escuchó, el panadero salió al mostrador para poder recibir a sus clientes. En el momento en que vio a Miel y su acompañante un poco sombrío, quien le hizo dar un pequeño salto del susto el cual disimuló como si se hubiera tropezado mientras caminaba, pero sin caerse, al acercarse al mostrador, dijo – este, ¿En qué les puedo ayudar? – él, que había pasado un buen tiempo desde que estuvo de esta forma ante otras personas, ya que había tenido que vivir oculto de los demás y, en el momento que lo veían, todos corrían y lo dejaban solo, no sabía como empezar a hablarle al panadero. Miel, quien eliminó toda esta atmosfera un poco incómoda para el panadero y para él, dijo – hoy hemos venido a comprar un poco de pan – el panadero – ah, jaja, conque pan vienen a comprar – Miel – así es, verdad – en eso miel lo miró directamente mientras hacía una expresión un poco confusa pero linda – este, señor – él, viendo como lo miraba, se rio un poco para luego decir – cierto, aún no te he dicho mi nombre, así que es razonable que no me llames de esa forma – luego miró al panadero, quitando todas sus dudas y temores de hace un momento – mucho gusto señor panadero, sólo quiero que me de unos dos panes, ya que aquí la pequeña Miel me ha dicho que es un muy buen pan y me ha llamado la atención – el panadero – claro, sólo dígame que es lo que le gustaría comprar – él – veamos – mirando los panes que se podía ver a través del espejo del mostrador, recordó que Miel le había traído pan de recado en aquella servieta, así que dijo – ¿Tendrá pan de recado? – el panadero – sí, tengo pan de recado, sólo dígame si lo que desea es corona, moyete, bizcochos, mestizas o muelas – él, sin pensarlo mucho, respondió – deme dos coronas – a lo que el panadero se dirigió a traerle dos coronas y, colocándolas en una bolsa de papel, dijo – aquí lo tiene señor, serían diez quetzales – a lo que él dio justamente veinte quetzales para luego recibir su vuelto mientras el panadero decía – gracias por su compra – para luego él responderle – gracias – el panadero, con un poco de curiosidad, dijo, antes de que ellos se retiraran de la panadería – disculpe señor, pero me gustaría preguntarle si usted es de alguna aldea o pueblo cercano de aquí – él con una fría mirada, respondió – digamos que no soy de ni un lugar, así que se tiene que preocupar – estas palabras hicieron helar al panadero, quien se arrepentía de haber preguntado. Pero Miel, sin miedo alguno y por puro impulso al sentir que el panadero tenía miedo de él, dijo – el señor no es una mala persona, pues él es quien nos protegió cuando esas cosas negras nos estaban atacando, además de que me ha dicho que me va a cuidar, ya que mis papás se lo han dicho. Así que señor panadero no le debe de temer – el panadero, un poco sorprendido, dijo – conque este señor es el que ha estado protegiendo al pueblo durante este tiempo – él, sin siquiera dudarlo, respondió – creo que no es así por completo, sólo estoy de paso y no creo que tenga mucho que hacer en este lugar – para luego salir.



#8996 en Fantasía

En el texto hay: peleas

Editado: 27.03.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.